Categórico afirmo sin ningún tipo de duda ni pudor ante cualquiera que…
El alumnado conflictivo existe porque hay situaciones socioculturales complejas. Por cierto, hay dos tipos de alumnado conflictivo: el de padres de nivel adquisitivo alto, cuyos padres se lo justifican todo y, el que lleva de casa problemas socioeconómicos (o de otro tipo) muy serios.
El coordinador TIC es uno de los más pringados del centro. Eso sí, a menos que el cargo se le haya dado a alguien por el simple hecho de ser amigo del equipo directivo y que, curiosamente, nunca está dispuesto a ayudar (son raras estas excepciones).
El sistema de acceso a la profesión docente es mucho más justo para entrar en los centros públicos que en los centros concertados.
En la situación socioeconómica actual -más bien en la situación estructural de nuestro país- es un sinsentido que los centros educativos no dispongan de servicio de comedor escolar gestionado por el propio centro educativo. Contratar un servicio de catering no es la solución.
Debería de haber un servicio de enfermería en los centros educativos.
Hablar usando palabras ininteligibles para la mayoría lo único que demuestra es lo poco que sabe el ponente y la capacidad del oyente de aguantar sentado en una silla esa retahíla de despropósitos.
Hay un exceso de asignaturas en el sistema educativo y que dicho exceso de asignaturas no beneficia a los chavales. Eso sí, también afirmo que hay una mentalidad muy extendida entre el profesorado acerca de lo “importantísima” que es su asignatura y de la necesidad de aumentar las horas para impartir la misma.
La decisión de la mayoría de padres a la hora de escolarizar a sus hijos en un determinado centro educativo se basa más en intereses alejados completamente del aprendizaje que se va a dar a sus hijos que de cuestiones educativas. La libertad de elección de centro educativo acaba siendo, por desgracia, la mejor manera de coartar las libertades de los niños porque, por desgracia, aún nadie se ha enterado que la educación es para los hijos y no para los padres.
La formación del profesorado es bastante lamentable y, por desgracia, sirve para poco menos que certificar unas horas. Y sí, también afirmo que los cursos de formación reconocidos por las administraciones que realizan sindicatos, entidades empresariales u otro tipo de ejecutores privados no aportan nada a la formación del profesorado. Por favor… no me vengáis ahora a decir que los que habéis hecho esos cursos os lo habéis currado mucho porque no cuela.
La jornada continua tal y como se plantea es un error. Un error porque lo único que hace es pervertir el sentido de la institución escolar. Eso sí, la perversión también se da en aquellos centros que, por agradar a las familias, convierten el período de reclusión en largas jornadas para sus alumnos. Conviene desterrar la idea de equiparar un centro educativo con una guardería.
La lengua para el aprendizaje más efectiva es la materna o cualquiera de las que se use habitualmente en el contexto más cercano de forma habitual. Introducir como lengua de aprendizaje de materias no lingüísticas una lengua extranjera es pervertir el sentido de aprendizaje.
La mayoría de políticos que gestionan la escuela pública (especialmente de algunos partidos concretos) lleva a sus hijos a escuelas privadas.
La tecnología educativa no es buena ni mala por ella misma.
No es malo memorizar, ni usar ABP cuando ya existe base sólida para hacerlo, ni poner deberes (más o menos innovadores), ni hacer puntualmente un Kahoot. Lo malo es centrarse en una sola estrategia al margen de la necesidad de adaptarse al alumnado y sin empezar primero la casa del aprendizaje por los cimientos.
Las administraciones educativas siempre acaban haciendo lo contrario de lo que prometen en campaña electoral los partidos que las gestionan. Y no sólo eso, curiosamente siguen basando su funcionamiento en asesores afines al partido con independencia de la capacidad/habilidad de dichas personas en la gestión de las necesidades educativas. Gestionar la educación es mucho más que gestionar basándonos en un objetivo de gastos y una necesidad de mediatizar lo que, con mayor o menor acierto, se está realizando.
Las Universidades deberían de depender del Ministerio de Educación, otorgándoles ciertas particularidades en su gestión, porque el sistema educativo debe estar gestionado de forma autónoma y, así, se evitarían determinados problemas que hacen que nuestras Universidades -que, por cierto, a pesar de todo, funcionan- puedan ser mucho más transparentes.
Los libros de texto -en formato analógico o digital- son un error metodológico al ser usados de forma única (pasa en muy contadas ocasiones) ya que, con independencia de lo buenos que sean, parten de un error del concepto “educación”.
Los inspectores no funcionan. Y no es culpa suya. Es un cuerpo mal diseñado y gestionado para las necesidades reales de asesoramiento que tienen los centros educativos.
No hay asignaturas de primera ni de segunda.
Prefiero tener a un mal docente en las aulas que establecer un sistema politizado de evaluación del profesorado. Y, con lo anterior, voy a afirmar rotundamente que la mayoría de docentes en nuestras aulas son excelentes profesionales.
Ser tutor de un grupo es un marrón. Es por ello que el voluntarismo para ocupar estos cargos no está a la orden del día. Sí, lamento informar que si a uno le toca una tutoría es porque es el último en llegar al centro o no queda otra que chuparse una tutoría por necesidades organizativas del centro. Ello no obsta a que la mayoría de tutores “forzados” lo estén haciendo bastante bien.
Los equipos directivos debería ser seleccionados, o bien mediante el Claustro sin injerencias externas, o bien creando un cuerpo específico al margen de la docencia en el que, mediante una formación más allá de la formación que se está haciendo, permita tener gestores capaces en los centros educativos. Aclaro: no estoy diciendo que los equipos directivos actuales no sean buenos gestores. Estoy diciendo otra cosa.
No deberían permitirse los centros gueto. La selección de alumnado que acude a un centro educativo debería tener criterios que evitaran la existencia de esos centros.
Todos los centros educativos sostenidos o subvencionados en gran parte con dinero público (públicos y concertados) deberían tener el mismo tipo de sistema de acceso para los profesionales que están trabajando en los mismos y, a su vez, independiente de los equipos directivos o de las empresas/organizaciones que posean dicha titularidad. Sí, tengo claro que un centro concertado no debería poder seleccionar a sus docentes, al igual que un director en un centro público -tal y como sucede en Cataluña- hace con parte de su personal provisional.
Un centro educativo no es mejor o peor que otro por tener mayor cantidad de cacharros electrónicos o trabajar de una forma u otra.
Un libro que habla sobre estrategias educativas sobre alguien que nunca ha pisado las aulas sirve de poco menos que para mantener abierta la puerta en caso de necesidad. Y, para eso sale mucho más barato comprar un periódico o usar la propaganda que nos dejan en el buzón.
Es mejor dar clase con 15 alumnos que tener dos profesores en un aula con 30.
Deberíamos dejar de agrupar al alumnado por edad fisiológica.
Los ámbitos son una aberración pedagógica que obliga, por primera vez en la historia desde la Guerra Civil, a que el profesorado use una determinada metodología por decreto.
Los horarios del profesorado de los centros educativos deberían hacerse desde la administración educativa y no desde los propios centros. Así se evitarían horarios mejores y peores según años trabajados, conflictividad del docente (si la lía, se le pone un mejor horario) u otros desmanes que se hacen con los mismos.
Un docente debería dar los mismos cursos un mínimo de cuatro años. Así se puede ir mejorando la manera de dar clase. Saltar de año en año de cursos hace que siempre se acabe empezando de cero. Mucho mejor repetir curso que acompañar «al curso». Los que os dedicáis a la docencia seguro que entendéis a qué me estoy refiriendo.
Sinceramente, la verdad, es que después de ver lo redactado y efectuada una rápida revisión del mismo ya no me atrevo a afirmar tan categóricamente lo anterior. Siempre abierto, como siempre, al debate interesante sobre los puntos anteriores que podéis realizar dejando comentarios en este blog o mediante la interacción en las redes sociales. Unas reflexiones en voz alta (como, a mi entender, deberían ser la mayoría que todo el mundo hiciera).
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Hola Jordi, quan dius «Introducir como lengua de aprendizaje de materias no lingüísticas una lengua extranjera es pervertir el sentido de aprendizaje», et refereixes a la metodologia CLIL/AICLE? Què en penses d’això? Gràcies
En lo de dar varios cursos seguidos la misma asignatura en el mismo curso, discrepo a medias. A ver… es cierto que al repetir asignatura y curso vas puliendo cosas, evitas cometer errores de cursos anteriores, como tienes ya mucho material preparado te queda tiempo para ampliar materiales, buscar cosas nuevas que parezcan útiles… Pero por otro lado, creo que también viene bien tener un curso o una asignatura distinta de vez en cuando. Te obliga a «espabilarte», a refrescar contenidos, a ponerte al día, a evitar caer en una rutina excesiva… La rutina, en su justa medida es buena y eficaz. Pero en exceso puede hacer que caigas en el aburrimiento. No sé… Creo que debe haber un equilibrio… Mantener al mismo profesor durante varios cursos en unas asignaturas y niveles, peto cambiando algo. Por ejemplo, cada dos cursos dejar una asignatura o dos para otro profesor y asumir tú otras. O sea… mantienes algunas y renuevas otras. Ni cambiar cada curso casi todo. Pero cada dos cursos cambiar alguna asugnatura (no todas), creo que es positivo. Y digo «creo», pero no lo sé con certeza… Me lo dicd mi experiencia y mi sentido común, pero sería mejor que me lo dijeran investigaciones serias sobre el asunto. Que de «amimefuncionismos» y ocurrencias pseudoinnovadoras edtoy hasta la punta de la boina.
Se le ha olvidado a usted una cosa. La religión sea cual sea, debe estar fuera del horario lectivo. Ya no digo fuera de la escuela pública (qué también) digo fuera del horario lectivo oficial.