Tenemos un problema educativo en nuestro país. Lo podemos maquillar como queramos pero, más allá de las pruebas PISA, tenemos una proporción cada vez mayor de alumnado cuyos conocimientos y, posterior movilización de los mismos (lo que algunos, de forma muy torticera, denominan competencias) es muy bajo. No estoy entrando en comparativas con modelos educativos anteriores. No me interesa. Me interesa qué está sucediendo en la actualidad. Y en la actualidad tenemos alumnado con el título de la ESO bajo el brazo que es incapaz de comprender un texto escrito, redactar coherentemente un argumento o hacer una operación matemática de cierta complejidad. Ya no hablo del porcentaje ingente de alumnado incapaz de saberse qué río pasa por Zaragoza o que sepa quién es alguno de esos personajes históricos imprescindibles para comprender la historia.
Tengo muy claro que lo primero que tenemos que hacer en el sistema educativo es evaluarlo. Evaluarlo en todos los eslabones de su cadena, siendo uno de ellos la evaluación al alumnado mediante unas pruebas que indiquen, de forma estandarizada, cuál es realmente su nivel de aprendizajes y capacidad de movilización de los mismos. Y deben ser pruebas, más allá de las informativas, que tengan efectos sobre el mismo.
Yo tengo una propuesta en la cabeza. Seguro que a algunos no os gusta pero, como a mí jamás me ha disgustado que se evalúe externamente mi labor, voy a proceder a contaros cuál es. Lo sé. Esto es un blog y tan solo es un esbozo. Pero creo que ese esbozo, bien planificado, diseñado y ejecutado, puede ser un revulsivo para la educación en nuestro país.
Lo primero es que soy totalmente partidario de pruebas estandarizadas y únicas a nivel estatal. Creo que un alumno de Albarracín debe tener los mismos conocimientos, y capacidad de movilización de los mismos, que un alumno de Barcelona. Y que una persona que viva en un determinado barrio, debe salir igual de bien preparado que otro que viva en otro. Ahora esto no sucede porque, ya no son solo las Comunidades Autónomas las que deciden qué se enseña. Es que cada centro educativo decide hacer lo que le da la gana. Y esto pasa porque no hay nadie que evalúe los títulos que se están dando desde esos centros educativos. Algo que, como comprenderéis, no puede ser porque, por excelentes profesionales que haya en el aula, debe haber unos aprendizajes que deben ser evaluados de la forma más estandarizada y relevante posible.
Por tanto, ¿cómo plantearía este modelo de pruebas? Pues lo haría estableciendo las siguientes pruebas en determinados cursos. Obligando además a una prueba única en todo el país para la obtención de cualquier título, con consecuencias para aquellas Comunidades Autónomas y centros educativos (tanto públicos como privados) cuyos resultados arrojaran un porcentaje de alumnado que no superara las mismas.
La primera prueba estandarizada debería hacerse en cuarto de Primaria. Debería ser una prueba muy simple ya que los aprendizajes básicos de Primaria deberían ser leer, escribir correctamente, comprender un texto de cierta dificultad, realizar operaciones básicas y problemas sencillos y conocer, a grandes rasgos, cuestiones relacionadas con la historia, la geografía y la ciencia. Unas pruebas que planteo que, como podréis deducir, no son tipo test. Esta prueba, que se enviaría a los centros educativos y se corregiría por los propios docentes de los mismos, permitiría a esos centros ver cómo está su alumnado y si están haciendo las cosas bien. Solo habrían de servir para eso. En caso de que salieran bien, significaría que están haciéndolo bien y, en caso de que los resultados fueran malos, les obligaría a cambiar lo que están haciendo y cómo lo están haciendo.
Si esos centros educativos que no sacan buenos resultados en esas pruebas informativas de cuarto de Primaria necesitan ayuda, en caso de centros públicos podrían pedir ayuda a la administración educativa. Entendiendo dicha ayuda como el aceptar que sea la administración educativa la que ejerza el control total sobre el centro educativo y envíe un nuevo equipo directivo para esa labor, haciéndose responsable de los resultados de la prueba para la obtención del título de Primaria.
Va, ya me he adelantado en el párrafo anterior. Os he hablado de la segunda prueba estandarizada. La que se haría en sexto de Primaria y permitiría al alumnado que la supere poder continuar sus estudios. Esta prueba la harían aplicadores externos. En caso de que en un centro educativo hubiera un porcentaje muy alto de alumnado que no la supera, sería la administración la que debería analizar por qué está sucediendo lo anterior (si es por falta de recursos, por las metodologías utilizadas, etc.) . Si se repitiera en varios cursos, la administración podría encargarse en los centros públicos de la gestión de esos centros públicos de bajos resultados o, en caso de centros privados, proceder a quitarles la autorización para poder impartir enseñanzas oficiales. Sí, en el caso de los privados con concierto, la repetición de malos resultados haría que fuera uno de los motivos para el cese automático de esos conciertos. Y sí, estos resultados deberían ser públicos, tanto para familias como para la sociedad en su conjunto. Esa presión mediática obligaría a hacer las cosas mejor.
No lo he dicho, pero el establecimiento de estas pruebas hace totalmente innecesaria la programación de centro y de aula, junto con la mayoría de burocracia que se realiza en los centros. Lo que deben saber los alumnos al finalizar cada etapa educativa debe venir marcado por normativa muy clara: «los alumnos deben aprender esto, esto y esto». Ni tampoco se entraría en temas metodológicos porque habría libertad, mientras se cumplan los objetivos, de usar la metodología que le pareciera a los docentes. Son quienes mejor saben, con el alumnado que tienen delante, qué utilizar. Y si hacen cosas que no tocan, ya sabemos qué consecuencias tendrá el tema: un control exhaustivo de su trabajo, de forma tutelada directamente por la administración.
Ya tenemos el modelo para Primaria. Supongo que os imagináis en qué cursos haríamos lo mismo en Secundaria. Una prueba interna, única para todo el país, en segundo de ESO, con las mismas consecuencias que en Primaria. Y una externa para obtener el título de ESO. Una prueba que debería ser más exhaustiva que la de Primaria, pero en la que se debería refrendar todos los aprendizajes y capacidad de movilización de los mismos para ese alumnado de cuarto de ESO.
Una cosa que no he dicho. Las pruebas para la obtención de títulos puede hacerse en varias ocasiones a lo largo del año. Algo que implica que dejamos de tener asociada la edad fisiológica al curso o etapa que está cursando un alumno. No hay obligación de presentarse a las pruebas para obtener la titulación de la ESO a los dieciséis. Uno puede presentarse más pronto o más tarde. Por cierto, la repetición desaparece. Es el alumnado y sus familias quienes deciden, con la opinión de los profesionales de aula, si quieren que sus hijos avancen de curso o no. El modelo de evaluaciones, una vez lleve su tiempo en funcionamiento, ya hará que se entienda que no se puede avanzar de curso sin tener asumidos determinados conocimientos.
Pero no se acaba aquí el modelo de evaluación estandarizada. También valdría para Bachillerato, FP y la propia Universidad. Todas las etapas educativas que conduzcan a la obtención de títulos deben pasar por un modelo de evaluación único, que permita la obtención de los mismos. En el caso de Bachillerato, esa prueba estandarizada, en la que se demuestren conocimientos y movilización de los mismos, será única en todo el país y permitirá acceder a la Universidad. Desaparecería la Selectividad (o EVAU). Y esa prueba puede repetirse varias veces al año, presentándose uno de forma libre o mediante haber sido escolarizado en un centro oficial conducente a esa titulación. Será la máxima nota en esas pruebas la que servirá para entrar en la Universidad. Así evitamos las triquiñuelas que hacen en demasiados centros educativos, tanto públicos como privados, para subir artificialmente la nota a su alumnado.
Lo mismo en el caso de la Formación Profesional, con títulos que deben ser validados mediante un examen externo y las Universidades a las que se les acabaría el chollo de poder regalar títulos o, simplemente, evitaría la casuística actual de que un graduado en Derecho en la Universidad de Valencia salga con diferentes conocimientos y competencias profesionales que uno graduado en la Universidad de Barcelona.
Y repito, todos los centros privados cuyo porcentaje de alumnado no supere, de forma repetida a lo largo de unos años, un determinado valor, serían despojados de la posibilidad de emitir títulos oficiales. Eso sí, como he dicho antes, la posibilidad de poder examinarse es libre para el alumnado. Un alumnado que, a partir de los dieciséis años, puede decidir seguir estudiando en un centro oficial (público o privado) o, simplemente, presentarse de forma libre a cualquier tipo de título.
Falta mucho por pulir en la idea, pero es algo a lo que le llevo dando vueltas desde hace años. Eso sí, sin olvidarme en ningún momento de otro tipo de evaluaciones del sistema educativo, ni de la reducción de ratios en determinadas etapas, ni en la necesidad de disponer de infraestructuras adecuadas, ni tampoco de la necesidad de intervenciones sociofamiliares para que los hijos de determinadas familias no salgan de tres casillas atrás a la hora de empezar sus estudios.
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Eso de tener pruebas nacionales estándares es de cajón
Puedes hacer todas las evaluaciones que quieras. Si un 25-30 % de la población estudiantil no le interesan los contenidos academicos y tienen unas familias que no los incitan al estudio (la mayoría de las veces por estar ausentes)…
¿Sabe cuál va a ser el resultado de nuevo?
Prefiero tener datos antes de inferir, por mucho que se intuyan, ciertas cosas. Un saludo.
En el caso de la formación profesional, esas pruebas estandarizadas pueden ser un problema más que una solución, sobre todo en algunos ciclos. Por ejemplo, en informática, los temarios actuales están publicados en 2010 y te puedes imaginar lo desfasados que están. Pero esos pruebas estandarizadas deberían atenerse a esos temarios. El resultado sería que atarías de pies y manos a los profesores que intentan actualizar esos contenidos y se apartan del temario oficial (algo que oficialmente no puede ocurrir, pero que resulta más necesario cada año que pasa).
Por cierto, deberías echar un vistazo a la dirección en el que la LOMLOE va a destrozar la formación profesional (no la LOMLOE en sí, sino las leyes de FP que la han acompañado y a las que las elecciones han puesto en pausa temporal pero que están despertando de nuevo). Me refiero por ejemplo, a la manera de destruir las prácticas eliminando el módulo específico de prácticas y diluyéndolas en la mentira de la fp dual, los nuevos módulos woke que sustituyen al módulo de FCT, la no actualización de los módulos formativos (que agravará todavía más el problema de la obsolescencia), la santería de la DUA, la perversión de la inclusión, etc. Otra historia de horror que se ve venir de lejos y que se nos llevará por delante …
La existencia de pruebas estandarizadas no entra en contradicción con la necesidad de una revisión exhaustiva de los temarios (no solo de FP). Y sí, el tema del destrozo de la FP es algo de lo que he hablado en muchas ocasiones en estos últimos años. Un saludo y gracias, como siempre, por pasarte por aquí y dejar tus comentarios/reflexiones.
Muy de acuerdo con tu propuesta, pero si no ofrecemos también diversidad de itinerarios, se queda totalmente coja. Una vez acabada la primaria, general para todo el alumnado, hay que acabar con la ESO. En función de los resultados de la reválida de primaria, la oferta debería responder a las aptitudes acreditadas. Hay chavales que a los 12 tienen ya muy claro que lo que quieren es iniciarse en la formación profesional. Si legalmente pueden trabajar ya a los 16, ¿por qué el sistema no permite que se formen adecuadamente? Absurdo. Y, por supuesto, un Bachillerato de seis cursos, con menor carga horaria y centrado en las disciplinas básicas. Un Bachillerato de dos cursos es una auténtica estafa. El más corto de Europa.
La propuesta no es excluyente con la necesidad de incorporar itinerarios para el alumnado. En cuanto al tema de la distribución por etapas en nuestro país también es algo a lo que debería darse una vuelta. Mi propuesta está realizada con el modelo de distribución de cursos/etapas actual. Un modelo que, como he dicho en más de una ocasión en este blog, también cambiaría. Pero no entra en contradicción con la necesidad de evaluar para saber qué funciona y qué no. Y cómo podemos mejorar el aprendizaje de nuestro alumnado. Un saludo.
Totalmente de acuerdo en que debería haber pruebas externas a nivel nacional. Es un fallo importantísimo de nuestro sistema no tenerlas. Tal vez no las platearía como dices, habría que pensar bien cuándo y cómo hacerlas y tal… pero vamos, la idea es buena. Y ahora, a lo que voy… Yo no me limitaría a hacerle sufrir las consecuencias de los malos resultados a los profesores, los equipos directivos y los centros. El rendimiento educativo de un alumno se sostiene sobre cuatro patas: las leyes, los docentes, su familia y él mismo. Si los resultados fallasen estrepitosamente y de forma continuada en todos los alumnos de una familia, también debería haber alguna consecuencia para esa familia. Porque esa «pata» sobre la que se construye el progreso de los alumnos, a veces falla estrepitosamente y no es culpa de los docentes. Es difícil actuar en esos casos, ahí los servicios sociales tendrían mucho que hacer… es complejo, no se trata de retirar custodias sin más, pero habría que interbmvenir de algún modo. El desmadre actual que tenemos con algunas familias, a las que incluso se les»ayuda» económicamente sin controlar el uso que ciertas familias hacen de esas ayudas y permitiéndoles «pasar por caja a cobrar» simplemente por tener a sua hijos matriculados en los centros educativos, no me parece ni moral, ni justo, ni eficaz. Y abro paraguas porque sé que es una opinión impopular, pero ahí la dejo…
La intervención sobre las familias es clave para la mejora educativa (especialmente para el alumnado más vulnerable). Se podría hacer de forma coordinada con el planteamiento de la propuesta. Eso sí, lo que es imprescindible es saber cómo estamos porque, por desgracia si no sabemos cómo estamos, difícilmente podremos establecer una mejora en el sistema. Y una mejora en el sistema educativo redundaría directamente en el alumnado y, de forma indirecta, tanto en sus familias como en el resto de la sociedad. Gracias por tu comentario.