Ver vídeos de gatitos no te hace mejor veterinario

Aunque parezca de lógica aplastante, ver más deporte desde el sofá de tu casa no te hace mejor deportista. Tampoco te hace más experto en habilidades “de ligue” el chuparte cientos de películas románticas (de las que se ofrecen en los canales tradicionales o en alguna de esas plataformas de vídeo bajo demanda). Es que, sinceramente, creer en que uno ve vídeos de gatitos y se convierte en un veterinario top es algo que no se entiende.

Pues lo anterior pasa en educación. Hay docentes que creen que acudir a charlas en las que algunos les cuentan milongas de inteligencias múltiples, les enseñan a usar determinadas herramientas tecnológicas o, simplemente, esos que todos conocemos evangelizan acerca de lo maravilloso que es dar clase, cuando han huido olímpicamente del asunto, es de traca. Joder, que hay docentes que creen que por usar Instagram en el aula o acercarse a lo que usa el alumnado en su contexto habitual va a mejorar qué y cómo aprenden. Instagram y su uso en el aula no mejora el aprendizaje. Lo diga quien lo diga. Es que es de cajón.

Ayer vi la publicidad de un centro educativo con el pack completo (no pongo el enlace al centro para no hacerle publicidad -hay gente que cae en ciertos discursos para sus hijos-).

Fuente: Twitter

Ninguna de las cosas que ofrecen mejora el aprendizaje. Trabajar con iPads en Infantil no mejora el aprendizaje. Tener un currículo basado en las inteligencias múltiples es lo mismo que pretender que rezando a Visnú te cures de COVID. Y ya cuando oyes conceptos como metodologías activas e innovadoras, proyectos transversales y toda la parafernalia que algunos están difundiendo como maná, no puedes menos que preocuparte al ver cómo hay tanta gente que cae en ciertos timos. La homeopatía educativa tiene sus clientes. Al igual que la sanitaria. No lo olvidemos, la gente cree en milagros. Lamentablemente, en el ámbito educativo hay personas que son profesionales que dan clase en un determinado contexto de alumnos. Y lo que va bien hoy no va bien mañana. Además, en nuestro país, no hay nadie que investigue acerca de nada relacionado con ese ámbito en condiciones, salvo un par que publican papers que nadie más que los autores se van a leer nunca.

Puedo decir mil veces lo mismo. Puedo intentar rasgar la venda de más de uno que cree en ciertas cosas. Puedo hablar sin tapujos de que validar con nuestra presencia ciertas formaciones es hacernos un flaco favor a nosotros mismos como profesionales. Mucho más desprofesionalizador es acudir a ver a Mar Romera o César Bona (por poner un par de ejemplos), que acudir a ver una actuación de Faermino y Cansado. Al menos en la segunda nos lo pasaremos bien. En la primera nos estarán tomando el pelo. Calvos vendiendo crecepelo a la orden del día. Y va en aumento. Hay mucho dinero que se mueve en el ámbito educativo. Muchísimo.

Hay docentes que creen en unicornios. Familias que compran unicornios para sus hijos. Centros educativos que venden pegatinas de unicornios. Administraciones educativas que regalan los colores para pintar unicornios. Y demasiados en las redes sociales y en las aulas (algo que me preocupa más) montando a lomos de animales mitológicos, creyéndose superhéroes y dándolo todo más allá de lo que les marca la razón y la ciencia.

Si un docente cree a estas alturas que va a ser mejor docente certificándose por una multinacional, creyendo en las inteligencias múltiples, aplicando indiscriminadamente metodologías excluyentes, comprando frases (porque curiosamente una minoría minoritaria lee libros de ciertos autores) de Freinet, Vygotsky o alguno de los otros que van en la cultura Google,… tiene un problema. Eso sí, esto no se arregla leyendo más porque, conforme uno se hace mayor cada vez es más complicado que se le caigan los mitos. Pero los mitos, al igual que las lorzas, siempre acaban perdiendo fuelle. Y no queda otra que, salvo que uno quiera salir de su matrix particular, seguir comprando otro y otro.

Yo jamás me fiaría de un veterinario para operar al conejo de mi sobrina que solo hubiera visto vídeos de YouTube acerca de gatitos. Un conejo y un gato no tienen nada que ver. El segundo en la paella no queda bien. Por desgracia para algunos, en este caso el gato puede morir. Pero como la educación se mide a medio y largo plazo, algunos siguen disfrutando de su ficción educativa. Unos vendiéndola y otros comprándola. Sin nadie que ponga cascabel al asunto porque, por interés o por desidia, ¿a quién le interesa mejorar la educación en este país? Pues sí, a los cuatro de siempre. Y tres de ellos no tienen cuenta en las redes sociales.

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