En educación está ganando el equipo de los unicornios por goleada. Hay cada vez más docentes que viven en su propio parque de bolas particular e, incapaces de leer más allá de un titular en prensa o medio tuit, se convierten en defensores de cosas que, a poco que alguien las revise, son totalmente indefendibles. No, lamentablemente para ellos no se puede vivir en un mundo de Yupi permanente, aderezado con bolas de colores y montañas rusas donde, por la velocidad que llevan, es imposible ponerte a pensar el sentido que tiene subirte a ellas.

Ayer había decenas de docentes de FP aplaudiendo con las orejas porque, por lo visto, va a haber un nuevo modelo de FP (noticia). Nada, supongo que la ideología de algunos ha vetado que vieran que, dentro de ese plan fantástico de apuesta por dicho modelo formativo se incluyera, tanto la regulación del currículo por parte de las empresas como la subcontratación de trabajadores, a precios ridículos, para que den clase en los centros educativos. No estoy hablando de especialistas a contrato completo como los que hay ahora en algunos ciclos formativos. Estoy hablando de contratación por horas. Pero bueno, qué voy a saber yo. Por cierto, esto de potenciar la FP y decir que es maravillosa cuando, curiosamente todos los informes dicen que con padres universitarios hay más posibilidades de que el alumnado aprenda más y consiga mejor remuneración futura… es como esos que dicen que comas carne de plástico mientras ellos se zampan el chuletón de ternera. Y ojo, que nadie pretenda entender de lo anterior que no crea que debe potenciarse, invertirse recursos y ofrecer una salidad profesionalizadora de la máxima calidad posible a determinados estudiantes.

A ver, que en el caso anterior tampoco hace falta ser un lince para saber que con esos nuevos másters que van a aparecer en la FP van a haber muchas empresas que se van a sacar un pastizal ofertándolos. Sí, al igual que sucede en la Universidad con los másters universitarios. Van a aparecer como setas, de dudosa calidad la mayoría y para los que se van a pelear algunas Universidades para entrar en ese mercado de títulos. No nos olvidemos que, aunque la Universidad siempre quiera ir a su bola y se nieguen a integrarse en el Ministerio de Educación, para hacer lo que les rota con su autonomía universitaria, lo de sanear sus cuentas siempre ha sido su gran apuesta. No solo ahora. Y no estoy hablando solo de Universidades privadas. Que, por cierto, aunque algunos no lo quieran reconocer, cada vez ofrecen más calidad en sus estudios. Si no fuera así no se entiende que se presione para que no se muestren las notas del MIR del alumnado que viene de la pública y de la privada. Una lástima pero, como siempre digo y he dicho, la pública (no solo en educación) nos la estamos cargando todos. Especialmente los que la gestionan, con la ayuda de muchos de nosotros.

Va, ya que he abierto el melón de lo público versus lo privado, ¿a nadie la chirría que haya más calidad formativa en los cursos de formación del profesorado que se ofrecen desde fuera de la administración? ¿Nadie ve que, salvo cuatro cursos, el resto de formación que se ofrece, pagada con dinero público, es un maremágnum de pseudociencias mezclados con cuatro ponentes que no tienen ni idea de lo que están impartiendo (ni por saber, ni por tener currículum adecuado para ello)? Es que todo son inteligencias múltiples, ABP, Flipped y otras modas puntuales. Joder, que se gasten menos en formación, si no tienen ganas de mejorarla, e inviertan más en cosas útiles, como por ejemplo la reducción de ratios. Un detalle, lo de crear un hashtag en Twitter para reducir los ratios es un poco lamentable. Más aún cuando la mayoría de los que lo retuitean jamás han hecho ni van a hacer una huelga. A ver, que lo de la huelga se entiende porque palmas pasta, pero es que tampoco van a irse de manifestación. Y eso es más sencillo. Pero bueno, algunos creen en unicornios del hashtag y en campañas en change.org.

Puedo seguir con aquellos que justifican los resultados de las pruebas de acceso a Magisterio en Cataluña, que solo han superado la mitad de los que se presentaban (noticia). Cerca de treinta puntos en pocos años. Ya no solo estamos regalando la ESO sin saber leer, escribir ni comprender. Estamos regalando el Bachillerato. Ya no digo nada de cómo se expiden algunos títulos en FP. O la cantidad de inglés, francés u otros idiomas que saben los que se sacan un B2. Por cierto, el B2 van a regalarlo con los yogures. No creo que haya mucha diferencia respecto a lo que se está ofreciendo. Si queréis hablamos de cómo puede ser que dando cada vez más horas de inglés, no salga el alumnado de la ESO con un nivelón. Pues ya os lo digo yo. Jamás se ha preguntado a los profesionales que imparten esa asignatura acerca de cómo mejorar la misma. Las leyes de los unicornios se gestionan desde los despachos, mientras alguien se fuma un habano y otro se mete algún lingotazo de espirituoso. No digo nada que no sepáis. O que no se pueda intuir fácilmente. Por cierto, a lo que iba, que haya alumnado que ha aprobado segundo de Bachillerato que no entienda un texto, no sepa que el Ebro pasa por Zaragoza o, simplemente, pueda calcular un área de un rectángulo, es problemático. Así es muy fácil reducir el fracaso escolar. Dando títulos a cascoporro. No estoy diciendo que el sistema anterior fuera maravilloso porque dejaba a muchos tirados con 14 años, pero en algún momento alguien tendrá que plantearse qué es reducir el fracaso escolar. Y el fracaso escolar, por mucho que debamos maquillar los datos en Europa, para poder seguir recibiendo pingües subvenciones que pagan el sueldo de muchos docentes de nuestro país, sigue existiendo aunque ahora al que fracasa le estemos dando un título.

Va, defensores de los unicornios, ya tardáis en decirme que la culpa es de vuestros compañeros que no saben de competencias, ni de cómo evaluar, ni de cómo dar clase. Que la culpa es de todos menos de vosotros porque, al final, no importa lo que se aprenda sino el qué se aprenda porque, según afirmáis, lo importante es aprender a desaprender para un futuro que debe permitir que todo el alumnado se adapte a él. No cuela, pero como he dicho antes, en cuanto a propaganda ganáis. Al igual que la propaganda que hacéis de ser demócratas cuando lo que hacéis es proponer proyectos antidemocráticos sin contar con los Claustros. A ver, lo de amenazar con una Escola Nova 21, con directores que se pegan por seleccionar a dedo a sus profesores o imponer los ámbitos, nos está quedando un país donde el único libre es el unicornio. O los que juegan en el parque de bolas porque, seguramente, tendrán bolas de obediencia, sumisión y lameculismo.

Es que lo de ser unicornios con múltiples inteligencias, capaces de creer en sistemas para entrenar el cerebro para no cometer faltas de ortografía (noticia), dejándose llevar por la corriente de una determinada innovación que, al margen de todas las investigaciones, se impone a sangre y fuego, apoyada por muchos medios, administraciones y personajes que venden el color de la Fanta o de los Mac como algo innovador, es lo que toca. Lo importante es no pisar charcos, mantener el discurso oficial y modularlo en función de la brisa. Además, como ya sabemos algunos, hay más gente interesada en hacer piras de libros que en ponerse a leer uno. Si no fuera así no se entendería que algunos se tragaran la noticia de que a los 13 años el alumnado pierde ilusión por ir a clase (fuente), cuando todos los estudios dicen que el alumnado de nuestro país es el que tiene los estudiantes más felices en la etapa de la ESO. Pero, como decía alguien ayer, es un problema si un adolescente prefiere ir a clase que estar con sus amigos al aire libre o jugando a los videojuegos. Eso es como los docentes que prefieren estar trabajando que estar de vacaciones. Algo falla.

Unicorns are winning. No sé hasta cuándo van a estar ganando pero, al menos por ahora están ganando por goleada. Y no tiene visos de producirse un cambio en lo anterior. Menos aún cuando, al final, esos unicornios solo ven la realidad que les interesa cuando todo, no solo en educación, es mucho más complejo.

Un detalle final… jamás he defendido el inmovilismo en educación. Hay mucho que cambiar y mucho que apuntalar. Lo digo por aquellos que, seguramente, buscaréis algún resquicio en el argumento e iréis, por falta de contraargumentación, al típico mantra (incluyendo poner en mi boca lo que no he dicho o los típicos ad hominem) de «es que no quieres cambiar la educación», «eres un carca, un inmovilista o un rancio», «el alumnado del siglo XXI no es como el del siglo XX y tiene docentes del XIX» o simplemente, al tan conocido, «es que nunca propones nada». Va, esforzaos un poco más. 😉


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