Estos días estamos conociendo, especialmente por las redes sociales, convertidas en un escaparate de opositores y docentes con plaza en los que, por lo visto, acaba pudiéndose hacer apología de cualquier cosa, los resultados de algunos opositores. Algunos salen felices, otros salen tristes y un tercer grupo, normalmente de opositores que han suspendido, se quejan amargamente del proceso de oposición y, como siempre sucede, de que no les han valorado bien y que ellos (los opositores) saben bien qué nota se merecían sacar.
Demos una vuelta al argumento. Supongamos que un alumno se queja amargamente de haber suspendido, por ejemplo, Tecnología en segundo de la ESO. Que sube un vídeo a TikTok o Instagram quejándose del docente y exigiendo que, como el proceso de evaluación no funciona, debe ser aprobado. Que dice que él sí que sabe. Que la manera de evaluar no evalúa sus capacidades como futuro experto en ingeniería de software. Que, seguramente, el docente que tiene delante le tiene manía o que no ha usado los elementos adecuados para realizar esa evaluación. Entonces, ¿tienen razón todos los alumnos que se quejan de haber suspendido? ¿Tienen razón todos los alumnos que creen que se merecen mejor nota en un examen? ¿Seguro?
Va. Vamos a añadir otro factor. Y ahora me voy a ceñir a un partido de futbol de la Eurocopa. Imaginaos que en la final, en lugar de haber ganado España, lo hubieran hecho los ingleses. Entonces, ¿sería tongo? Si la selección española, según percepciones subjetivas, hubiéramos creído que hubiera jugado mejor, ¿eso hace el resultado injusto? ¿Realmente el ganar o perder un partido demuestra qué equipo es mejor jugando? ¿Realmente ser campeón de una Eurocopa, con partidos únicos, te hace mejor o peor equipo? Quizás sí o quizás no.
Otra casuística. La nota de Selectividad. Alguien ha sacado de media un 12,3 y otro un 12,6. La nota media para entrar en una determinada carrera es 12,5. Entonces, ¿es el segundo alumno mejor que el primero? ¿Será un mejor profesional del ámbito al que ha podido entrar a estudiar? Pues no lo sabemos. Lo que sí que sabemos es que, habiendo plazas limitadas, ha tenido mejor nota que el primero y la media le permite entrar en esa carrera. ¿Es justo? Pues no sé si es o no justo. Lo que sí que tengo claro es que se han seguido los criterios que se marcan normativamente y que, habiendo cincuenta plazas para esa carrera, la nota de los aspirantes a entrar en las mismas vienen marcadas en una determinada normativa y es producto de los resultados globales de todo el alumnado que ha elegido esa carrera. También vale el argumento para los ciclos formativos de grado superior.
Una oposición no te define como docente. Seguramente habrá opositores que aprueben que sean malos docentes en el aula y más de un buen docente se haya quedado fuera. Pero, al final se tienen que establecer unos determinados parámetros en todos los procesos en los que se elija alguien para algo. Es que a nadie se le ocurre cuestionar que un bombero deba de poder nadar cincuenta metros. Entonces, ¿por qué cuestionamos tanto un proceso en el que, siguiendo unas normas, se elige entre un determinado número de opositores a los que superan mejor ese proceso de oposición?
Y repito. No es malo quejarse si uno no ha aprobado las oposiciones. Yo las suspendí antes de aprobarlas y, en su momento pensé que había una confabulación astral para que no las aprobara. Pero, al final, eso es más una cuestión de emociones subjetivas que, inevitable, es solo una percepción personal. Un inciso, tampoco estoy defendiendo que el sistema de selección sea perfecto ni que no pueda -o deba- mejorarse.
Finalmente deciros a los que no habéis superado la oposición que sigáis intentándolo. Si queréis ser docentes, al final vais a poder haceros, con trabajo previo, con una de esas plazas. ¿Hay parte de suerte? Claro. Pero, al final, como más preparados vayáis, el factor suerte cada vez es más reducido. Todo pasa. Incluso el regusto amargo de suspender una oposición. Lo importante es volver a levantarse y, si realmente queréis esa plaza, seguir intentándolo. Mucho ánimo y… ¡a por la plaza!
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Sin cuestionar para nada los argumentos que esgrimes y que considero completamente válidos por lo difícil de separar lo subjetivo de lo que se ha hecho como opositor, ¿Como interpretamos que un presidente de tribunal te diga (entre dientes) que había una directriz de que tenían que pasar 14 y tú eras el 15?
A la vez que se jactan de que no hay consignas sobre número de aprobados por tribunal.
Tal cual se me dijo hace ya varios años. Ni es recurso de pataleo ni nada por mi parte, pero me parece «indigno». Presidente que, por cierto, en el siguiente proceso al que me presenté volvió a serlo del tribunal donde acabé porque me recusaron del que me correspondía (me conocía uno de los miembros del mismo) y que al verme me dijo que mi cara le sonaba, lo comentamos y en mi lectura decidió ausentarse. Se me quitó completamente la ilusión por seguir, por esto y otros acontecidos con el mismo último tribunal.
Deben cambiar muchas cosas en el proceso.
Que no deba cambiarse el proceso y determinadas actuaciones del mismo no invalida la necesidad, para poder entrar de funcionario, la de pasar por un proceso de oposición. Siempre va a ser mejor esto que nada. E insisto… es mejorable.
Primero de todo decir, que sigo tu blog desde hace tiempo y que por lo general comparto muchas de tus ideas y exposiciones. Sin embargo, siento discrepar en esta ocasión. Voy a hacerte una pregunta que para mí invalida tu planteamiento inicial: ¿en los años que llevas como docente, ha habido algún alumno que te haya suspendido un examen que tuviera más formación y conocimientos que tú?. En mi caso te digo que no y si algún día me pasa eso dejaré la enseñanza…
Sin embargo, te podría enumerar un montón de casos, en los que opositores suspenden la oposición, estando más formados y sabiendo más del tema que les ha tocado que el propio tribunal. (Sugerencia: quizás este sería un buen tema sobre el que profundizar…). Y como dices que crees en datos objetivos, te voy a dar dos ejemplos de los que dispongo documentación por si te interesa, y como diría Groucho si no te gustan estos, tengo más:
1) Tengo la rúbrica de corrección de un tema que me salió en unas oposiciones y contiene algún error grave de conceptos. Y esto es lo que utilizaron para corregir a todos los opositores que hicieron ese tema. Te la puedo hacer llegar si te interesa. Además, hay que añadir que como te han indicado en los comentarios a diferencia de nosotros, que sí estamos obligados a entregar estas rúbricas, junto con los instrumentos de evaluación, programaciones, copias de exámenes, etc., en las oposiciones no te atiende el tribunal y no te enseñan ni las rúbricas, ni te justifican nada. Igual no es.
2) Respecto a lo de los conocimientos del tribunal y el opositor… En mis últimas oposiciones, en el supuesto práctico que unía la teoría con la práctica y el descubrimiento en el aula, lleve (entre otros cacharros) una impresora 3D que mientras yo exponía imprimía un modelo cartográfico de las Columbretes en 3D, mientras yo enseñaba el funcionamiento, por ejemplo, de un contador Geiger o un microscopio para móviles. Te puedo asegurar, que al menos 4 de los 5 miembros del tribunal no sabían como utilizar una impresora 3D de resina. Es más, una de ellas con bastantes años en la profesión, no sabía ni lo que era cuando la saqué. Resultado de la oposición, nota final: 4,9502, suspenso.
Si tu pregunta es, ¿me hace mejor docente saber manejar una impresora 3D, que los miembros del tribunal?, te diré que no. Pero si la pregunta es, ¿son mejores docentes los miembros del tribunal que no saben manejar una impresora 3D?, la respuesta también es que no. Por tanto, solo estoy de acuerdo con el título de tu artículo, las oposiciones no me definen como docente…
Corolario final: todo esto no es una queja, es una constatación de una realidad: tu ejemplo no sirve. No se puede comparar el suspenso de un alumno de ESO con el suspenso de unas oposiciones. Una última pregunta, ¿por qué no se publican las rúbricas que utilizan los tribunales en las oposiciones?. Las correcciones de las pruebas de acceso a la Universidad se cuelgan en la web… Ni los procedimientos, ni la transparencia del proceso, ni la preparación, ni los conocimientos de los examinadores, etc., son iguales. Ya nos gustaría a los opositores que la valoración del proceso fuera la mitad de transparente que lo es una evaluación de la ESO o las pruebas de acceso a la Universidad, pero son todo, menos transparentes… Que es lo que hay, sí, que nos tenemos que conformar, no, TRANSPARENCIA YA.
Buen comentario y nada alejado de la realidad, como podéis leer en esta noticia de ayer mismo:
https://www.abc.es/espana/andalucia/cordoba/aluvion-criticas-redes-opositores-secundaria-anulacion-examenes-20240720124259-nts.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Fespana%2Fandalucia%2Fcordoba%2Faluvion-criticas-redes-opositores-secundaria-anulacion-examenes-20240720124259-nts.html
¿Qué pasaría si en la ESO solo aprobáramos al 10% de los alumnos, suspendiéramos por faltas de ortografía y no enseñáramos los exámenes en las reclamaciones?. Pues eso, las opos, ni se parecen al instituto, ni al acceso a la Universidad (donde aprueban el 98%) de los presentados…
Me parece muy adecuada la analogía entre un pupilo de la ESO y la retahíla de comunicados en redes sociales, conversaciones…, de opositores quejándose amargamente, y me baso en que las dos posturas (alumnno/opositor) se mueven en las mismas coordenadas psicológico-subjetivas, en el mero particularismo individual, y creo que se explica desde el propio espíritu logsiano implantado mediante las sucesivas reformas, donde la Soberana Subjetividad es el principio rector supremo. Siempre ha habido quejas en ese sentido particular, pero ahora sorprende la naturaleza y el número de las quejas (la realidad internet también influye, claro), realmente desproporcionadas en sus contenidos (por ejemplo, opositores a plazas de Lengua y Literatura, quejándose de ser penalizados por cometer ¡¡faltas de ortografía!!, y eso que les permiten un máximo de cinco, cosa para mí incomprensible), pero en el presente, diríamos, que el subjetivismo ha aumentado sobremanera, y no sé si será por estos tiempos tan de espíritu posmoderno, y que se ha implantado en las generaciones logsianas. Pero la cuestión es que estamos en una Administración Pública, es decir, ante el Estado, y las coordenadas de este no son las individuales (aunque muchos crean lo contrario, que es el individuo lo prioritario, que es el Estado el que se subordina a los intereses individuales, y no es de extrañar, ya digo, desde el propio espíritu de las leyes educativas, que vende esto último), sino estadísticas (término que procede de «Estado», precisamente). Y, desde luego, no decimos que la organización del sistema de selección de profesores sea perfecto, y que no se den errores, y sean mejorables aspectos puntuales (siempre los hubo, pero que no se olvide que el único modo de distribuir según el mérito a los trabajadores es mediante los procesos de selección de personal. Y esto procesos sólo están controlados universalmente cuando se trata de los trabajos públicos, y son los funcionarios de a pie lo que cargan con el trabajo y en función de su grado profesional y mérito mantienen a flote el Estado. Y otra cuestión, que no viene el caso, sería tratar el objetivo, desde sueños europeístas, de privatizar todos estos servicios públicos, y habría que ver si detrás de muchas de las quejas no late, en el fondo, tal perspectiva contra el servicio público, o al menos, hay muchas posiciones que defiende el método «discrecional» de administrar los puestos públicos, y no precisamente en función del mérito públicamente contrastable y cuantificable; y esta última posición es muy pregnante en los interinos), pero el parámetro, repito, es estadístico, el sistema funciona, y además, el modo de entender la realidad es relacional, como las décimas, las calificaciones, etc., aquí, la individualidad de cada cual se mide entre y contra los otros, téngase esto muy en cuenta. Pero es que muchos parten de una especie de sustantivación o sustancialización de su propia individualidad, así, como desconectada de todas las demás, y desde tal atalaya analizan y juzgan una morfología como es la estatal y su funcionamiento. Por cierto, desde esa misma morfología, es decir, esa que, una vez hayas aprobado las oposiciones, te constituye en funcionario de la Administración Pública, no se considera un «puesto de trabajo», es otra cosa, otra realidad laboral, muy distinta, cosa que a muchos también se les olvida. Esto no es un contrato privado, oigan, una vez que usted tiene la condición de funcionario, es ya parte del Estado, y esa condición tiene unas exigencias muy distintas a las de una relación contractual privada. La cosa es mucho más compleja de lo que aquí se expone, pero sirvan a modo de breve apunte reflexivo.
Gracias por el comentario.
Me ha parecido el artículo un poco como una reprimenda al victimismo -y no siempre se le puede atribuir eso al que suspende, sino que en algunas convocatorias, en algunas modalidades, en algunos tribunales, los correctores directamente no hacen su faena.
Te expongo el caso de mi hija. Se ha presentado tres veces. La primera, por probar, a ver qué pasa, de qué va; la segunda, escribe diez folios sobre un tema que ya dominaba en la carrera, lo contextualiza según la normativa y su sensación es «papas, lo he bordado» (le ponen un 2,5), la defensa oral, también contenta (se conforma con un 7,75) y se queda fuera por pocos «méritos»; en la tercera vez, hace un escrito normalito según ella, pero estructuralmente igual que en la anterior (cierto, un 6,5), borda el oral con un 9,75 y aprueba con algo más de méritos.
Diría que, siendo lo más objetivos posibles, en ese 2,5 pasó algo raro, ¿no?
Con todo el cariño del mundo, ¿crees realmente que la opinión de tu hija y la interpretación que haces como padre es la más objetiva? A mí esto de las sensaciones me genera dudas. Bueno, más bien no creo en ellas. Creo en datos objetivos. No en percepciones personales. Y no discuto de la necesidad de autojustificarse, como algo innato, ante cualquier fracaso. Especialmente en los últimos tiempos cuando, por lo visto es más fácil hacerse la víctima en las redes sociales diciendo «que me han suspendido» que analizar los errores cometidos en un proceso selectivo. Es más fácil. Mucho más fácil pensar que la culpa es de otros que de uno. Pero vale para todos los ámbitos de la vida. Un saludo y me alegro por la obtención de plaza por parte de tu hija.
De acuerdo, datos objetivos: su tribunal generó una lluvia de reclamaciones, porque se desvió una barbaridad de la estadística que ofrecían los demás. Evidentemente, no te voy a decir en público la especialidad, por miedo a represalias, ya que yo no creo en las bondades de tal sistema. Ante el aluvión de quejas que recibió el Departament, se dedicó a enviar una justificación tipo, que le sirvió para ventilarse todas las reclamaciones sin habérselas leído. Los opositores se organizaron y coordinaron en una plataforma, porque era tan grande la «subjetividad» de la corrección, que optaron por plantar cara a la consellera. Acabó citándolos y no cumplió con su asistencia. ¿De verdad sigues creyéndotelos y que somos unos nenes mimados que no percibimos la realidad?