Teacherpreneurs

Hay más negocio relacionado con el ámbito educativo fuera del aula que dentro de ella. Es mucho más fácil hacer negocio (ganar dinero) mediante el aprovechamiento de “una falsa relación entre visibilidad 2.0 y profesionalidad”, que dando clase en centros educativos tradicionales. Existe incluso una figura que, desde hace aproximadamente una década, se ha ido perfilando en diferentes análisis que dotan, con una frase a este modelo de “emprendedor docente” -que no es obligatorio que haya dado clase en centros educativos porque, al final, es una relación de mercado la que establece- denominándolos teacherpreneurs.

Las personas compran cosas de las personas en las que ellos conocen, les caen bien o, simplemente, confían en que les dicen la verdad. Nunca han ido más allá de lo anterior y, por tanto, el establecimiento de ese modelo de negocio siempre acaba beneficiando “a los que saben venderse”. No importa casi nunca la profesionalidad o los conocimientos sobre educación. Lo que importa es haberse generado un grupo de personas que crean en lo que está vendiendo. Y, como digo siempre, no todo lo que se vende o se compra es necesario o, por el simple hecho de tener un precio, es más o menos útil o válido.

No es fácil convertirse en un teacherpreneur. Además resulta imposible, por cuestiones de tiempo y de necesidad de venta de marca, poder realizar de forma autónoma determinadas cosas. Y, siendo sinceros, a más necesidad de vender, menos posibilidad de ofrecer calidad. No es lo mismo, por ejemplo para un youtuber, publicar un vídeo al día que hacer uno al mes. La calidad no va a ser la misma. Ni los tiempos que se pueden dedicar a su elaboración. Lo mismo sucede con cualquier negocio. La calidad de la novela de un escritor que publica cinco libros al año no es la misma que si solo publicara uno. Un detalle, con lo anterior no estoy diciendo que, seguramente, cualquiera de esos cinco libros sea mejor que el de alguien que publica uno cada cinco años, pero creo que me entendéis por dónde voy.

Entonces, cómo se hace para que podamos seguir estando “en el mercado educativo” ofreciendo productos nuevos y no bajar del candelero, del cual es más fácil bajar que subir. Pues hay dos soluciones. Las dos cuestionables, pero la primera es, a mi entender, mucho más ética:

  • Reducir la calidad de lo que se está haciendo porque, con la masa crítica de “clientes” (sí, para un teacherpreneur los alumnos -que pueden ser docentes o personas relacionadas con la educación- son clientes) seguro que van a comprar con independencia de la calidad. Recordemos la cantidad de discos que venden determinados grupos musicales o cómo llenan estadios, con independencia de la calidad de su música cuando ya han conseguido la fama.
  • Aprovecharse de materiales y recursos que han realizado terceros, ponerles una tapa bonita y vender esos refritos. Vale para materiales y recursos pero, en muchas ocasiones, para determinadas ponencias, en las que determinados ponentes con el don de la ubicuidad y de la presencia continua, usan viñetas o recursos de terceros sin tan solo mencionarlos o, en el caso más flagrante (sí, lo he visto) atribuyéndose lo anterior alegremente.

El problema de no tener un salario fijo como docente, indefinido y a tiempo completo (sea en centros educativos públicos o privados), hace que algunos deban buscarse la vida para conseguir ganar dinero. No es malo hacerlo. La educación es un mercado que mueve mucho dinero y, además estoy convencido -más bien sé- de que hay cosas que se “venden” de calidad. De mucha calidad. También están en el grupo de teacherpreneurs aquellos que tienen, porque sus gastos o vicios son muy altos, la necesidad de obtener, al margen de su trabajo como docentes, beneficios extra. Tampoco me parece mal que lo hagan. Estamos en un contexto capitalista, con tintes neoliberales, y no me parece nada mal que algunos intenten sacarse algunos eurillos más.

Vamos a ser sinceros, ¿cuál es el problema del teacherpreneur? Ninguno. Ellos, simplemente, venden ciertas cosas porque hay clientes para ello. Tienen todo el derecho del mundo a vender lo que les dé la gana porque, tal y como he dicho anteriormente, estamos en un contexto capitalista y la demanda es la que condiciona la oferta. Si hay mercado para la homeopatía o para determinados partidos políticos, cómo no va a haberlo para los teacherpreneurs.

Me parece perfecto que alguien sea un teacherpreneur porque, o bien no tenga otra manera de ganarse la vida o, simplemente, haya decidido optar por esa opción porque cree que le va a dar más dinero (o más calidad de vida). Lo que no me cabe en la cabeza son aquellos que, en lugar de teacherpreneurs se merecen los calificativos de jetas, piratas, chorizos u otros adjetivos calificativos bastante más duros. Pero, como he dicho antes, la culpa jamás es del que vende, mientras que no esté vendiendo nada nocivo. Y en educación, siendo sinceros, lo peor que puede pasar es que algún docente, unas horas, haga algún estropicio en su aula. Algo que tampoco es demasiado grave 😉

No me hagáis mucho caso ni pretendáis encontraros un post muy coherente porque, debo deciros que es todo producto de estar disfrutando de esos placeres que realizas en soledad, antes de descubrir que la última persona que ha ido al baño no ha sustituido el rollo de papel de váter. Por cierto, mientras me levantaba, he visto que he expulsado algún gurú. Y me he dado cuenta de que tienen un olor especial…

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