Esta mañana, sin anestesia y aún bajo los efectos nulos del primer café, he leído el artículo «Los mitos de la mano dura en educación sobreviven a las pruebas de su fracaso«. Un artículo que se puede consultar, para los no suscriptores al medio de comunicación en el siguiente enlace. Otro artículo mierder de esos que, por desgracia, a los que nos interesa y creemos en una educación emancipadora, no segregadora y rompedora de techos de cristal, tanto estamos acostumbrados últimamente a leer. Tópicos baratos que se compran por parte de demasiados docentes para mi gusto y que, en el plano político, tienen siempre a los que incentivan o llevan a la práctica este tipo de discursos.

Como resulta que soy más de argumentar y algunos sectarios, que pertenecen a determinadas asociaciones antieducativas (entiéndase como antieducativo todo lo que va en contra del alumnado), me han pedido que lo haga, pues voy a hacerlo. Por cierto, todo lo que se dice, hace o se tiene como ideología puede ser criticado. Eso es algo que deberíamos inculcar a nuestro alumnado. Es que da la sensación que solo puedas cuestionar lo que dicen algunos en función de tu ideología. Pues no. Se debe cuestionar todo lo que nos llega y todo lo que se hace en educación. No siempre se está en contra de determinados argumentos. Y por eso, al menos a mí, me da igual que digan cosas lógicas los más cercanos o los más alejados ideológicamente a mí.

En primer lugar debo destacar que el post es totalmente ideológico y sesgado. Empieza con Díaz Ayuso y da la sensación que su línea argumental siempre sea la de ir en contra del partido político en el que milita esa señora. Un error. No puedes hacer un discurso educativo basándote en una postura ideológica sin mácula. No hay posturas ideológicas puras. Hay muchos grises en educación. Precisamente de los que carecen todos los entrevistados para construir este panfleto opinológico.

Empieza el artículo con lo siguiente…

Es relevante que Ayuso –junto con su consejero Enrique Ossorio– haya izado con tal convicción esta bandera, que incluye una banda de rechazo hacia los discursos pedagógicos que postergan la memorización. El PP de Madrid no es cualquier PP: lleva más de 20 años ejerciendo de laboratorio de experimentación educativa de la derecha española, que ha perfeccionado allí conceptos fetiche como la «libertad de elección».

Mezclando como siempre churras con merinas. Mezcla discursos pedagógicos con libertad de elección. No creo quetodos los que cuestionan el modelo antimemorización (confundiendo también el concepto con algo tan rancio como la lista de Los Reyes Godos) seamos personas defensoras de la libertad de elección o de la segregación del alumnado. Incluso muchos tenemos una ideología bastante opuesta a lo que plantea una visión neoliberal y economicista de la educación. Por eso entrar a confundir al lector en los primeros párrafos tiene mucho de intencionalidad. Es totalmente aberrante que si estás en contra del modelo competencial o de los ámbitos, ya se te incluya en una determinada posición política. Incluso el otro día, un pedagogo de esos de cabecera de algún político de mi Comunidad (el discurso es calcado), nos llamaba fascistas a los que teníamos una visión diferente a la de un determinado partido político. Es que lo de acudir al «eres facha porque dices lo contrario de lo que digo yo» ya es de preescolar de manipulación. Y ya no cuela. Salvo que alguno sea muy estúpido.

Más que por la muestra que ofrecen –estadísticamente irrelevante–, los comentarios en las redes sociales tienen valor expresivo, porque delimitan el marco en el que se despliega el debate educativo, resistente a la evidencia de la ciencia social.

Sacan un artículo escrito por el Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, titulado «De la educación sin esfuerzo«, que muchos veíamos bastante lógico (con independencia de su autor) y ya se nos dice que, aparte de ser irrelevante nuestra opinión (debe ser que los docentes, cuando opinamos, no tenemos tanto valor como un periodista que nunca ha pisado un aula), somos resistentes a la evidencia de la ciencia social. ¿Qué evidencia? ¿Dónde están las investigaciones y los estudios que dicen que un alumno puede aprender sin esfuerzo, de forma mágica y con estrategias motivadoras impecables? Lo de investigar a algunos se les da bastante mal. Eso sí, si los profesionales de la investigación educativa solo difunden artículos escritos por sus amigos, totalmente subjetivos y esconden lo que dice la investigación (o la desprecian cuando no dice lo que ellos quieren que digan) qué podemos esperar de un periodista. Un tertuliano educativo más porque no cuenta la realidad. Cuenta la realidad que le interesa contar. O, simplemente, como en este caso, la manipula para hacer un artículo más político que educativo.

Empieza el despropósito con las declaraciones de Carlos Magro que, curiosamente, se muestra rotundo siempre que escribe pero, por lo visto, niega esa posibilidad de rotundidad a otros. Los docentes tenemos muchas dudas pero lo de inventarse «olas antipedagógicas» es de traca. Por cierto, yo sí que creo, al igual que muchos de mis compañeros, que para enseñar uno debe saber y saber transmitir ese saber. Y solo con eso bastaría. Después añadamos los recursos que sean necesarios para hacerlo en condiciones. Y eliminemos, a ser posible, mediante actuaciones globales, las dificultades que tiene el alumnado, por venir de contextos diferentes, para aprender, adquirir habilidades y conseguir forjar una sociedad cada vez más crítica.

Magro aconseja «sospechar» de quien, en el terreno educativo, se exprese con total rotundidad, sin asomo de duda, negando toda razón al de enfrente. A su juicio, complica la cuestión la existencia de una «ola antipedagógica», según la cual para enseñar basta con saber y transmitir ese saber.

Tengo claro que algunos se inventan cosas para vivir de ellas. Y también es lógico ver quién les paga porque, curiosamente, jamás muerden la mano que les da de comer. En este caso creo que jamás le he oído criticar la LOMLOE. Ni ninguna medida propuesta o validada por esos partidos políticos que jamás puede cuestionar.

En cuanto al uso en el espectro político de este discurso, observa una lógica: «Si pones todo el énfasis en que los alumnos no se esfuerzan, en que la ley que ha hecho otro [en referencia a la Lomloe] no fomenta la excelencia, en la decadencia moral y todo lo demás, evitas hablar de lo que tú puedes hacer»

Los docentes hablamos siempre de qué podemos hacer. Y lo intentamos hacer. Al igual que en la administración. Hay muchos que intentan hacer bien las cosas y llevan al límite lo que pueden hacer. No siempre se puede hacer. No siempre se tiene las herramientas para poder hacer. Considerar al docente como parte única del fracaso educativo (que es más social que otra cosa) es obviar la realidad. Pero, como ya sabemos, hay personajes que viven de culpabilizar al docente de aula. Y, cuando se les desmonta el chiringuito, intentan matizar las afirmaciones que hacen o acudir al tan manido… es que no me habéis entendido.

Sigue la deriva estercolera con lo siguiente. Es que no hay nada que se salve del panfleto.

«Se está perdiendo –lamenta Díez– la pedagogía de la educación, vuelve la reivindicación de un currículo enciclopédico alejado de la vida, que sólo sirve para aprobar un examen. No podemos olvidar que la escuela no es sólo repetir, ni formar para lo que hay, sino para transformar la realidad». Díez detecta cómo se extiende además el «miedo» a la enseñanza en la diversidad, lastrada por el auge de polémicas como la del pin parental, que refuerzan el discurso de «mano dura».

Pues no, cuestionar la irrupción de determinadas pedagogías o modas pedagógicas no implica que se plantee un discurso de mano dura. La escuela es para formar en lo que hay y sabemos, mientras dotamos de estrategias para que puedan adquirir nuevos conocimientos con una base sólida. No hay miedo a la diversidad. Hay reivindicación de recursos para atender a esa diversidad. Y pedimos recursos, no solo a nivel de bajada de ratios. También los pedimos para intervenir directamente en las familias de mucho de nuestro alumnado. Mezclar PIN parental en el argumentario es acudir al simple hecho de marcar como votantes de un determinado partido político a los que se cuestionan ciertas cosas. Va a ser que no. Quizás es que los que no tienen ningún argumento son los que han dado la opinión. Será eso.

Después el artículo sigue diciendo que PISA habla del exceso de repetición en nuestro país. Joder, en qué quedamos. Jugamos a ir en contra de la visión economicista de la educación o compramos el discurso de la OCDE. Supongo que es falta de argumentos. Es como decir que los pedagogos son estúpidos por el hecho de que haya algunos que dicen estupideces. Y no, es todo mucho más complejo. Eso sí, no podemos jugar con los números pares y los impares a la vez. No es justo para un fair play. Salvo, como he dicho antes, que uno no tenga argumentos. Y el periodista, aparte de saber poco de educación, demuestra que de argumentos no va tampoco cargado.

Va, sigamos con el despropósito…

En cuanto al debate sobre la enseñanza memorística, la vanguardia educativa tiene clara la preeminencia de las competencias desde los años 70.

Acabáramos. Si no estás a favor de las competencias no eres vanguardia educativa y eres un trasnochado. Qué poco ha leído de pedagogía el que ha redactado eso. Por cierto el constructo de las competencias es una entelequia que se inventaron los que gestaron la LOGSE (curiosamente, los mismos que están detrás de la LOMLOE porque si algo no funciona, lo mejor es acudir de nuevo a los mismos) que nadie ha sabido explicar a los docentes. Un montón de ítems, denominados inicialmente competencias básicas y mínimos competenciales, reconvertidos en clave y, actualmente en indicadores. Lo importante es hablar en neolenguaje que nadie, salvo los cuatro brujos sepan entender. Así pueden venderse más libros, más charlas y más humo. La educación competencial está al mismo nivel que la motivacional o el educar en emociones. Chamanismo en estado puro. Pseudociencias. Homeopatía educativa.

Salta el catedrático de Sociología al campo del despropósito…

En cuanto a la memoria, vincula la arraigada querencia a motivos históricos –hay boomers que aún cuenta la anécdota de la lista de los Reyes Godos–, aunque aporta una clave social relevante. «Se defiende ese modelo porque en España hay una élite funcionarial que está donde está porque sabe memorizar: abogados del Estado, técnicos de Hacienda, notarios, registradores de propiedad…».

Dice que se defiende el modelo memorístico porque hay una élite funcionarial a la que le interesa. Pues sí, debe ser que nos interesa a los pacientes que los médicos sepan de medicina y no tengan que consultar en Google a mitad de una operación. Que sepan que la tibia y el peroné no están en la clavícula. Que… También nos interesa tener jueces que sepan de leyes, técnicos de Hacienda que sepan de gestión económica, policías que sepan de leyes, administrativos que sepan gestionar la documentación que les llega,… Por cierto, ¿un catedrático de Sociología formará parte de la élite funcionarial? Es para un amigo.

Sigue el asesor del Banco Mundial al que conocemos todos los que leemos sobre educación. Los economistas opinando sobre educación es algo que está a la orden del día. Todas las políticas educativas acaban basándose en decisiones económicas y eso es bastante más preocupante que ciertos debates. Eso sí, me he prometido argumentar contra este artículo y así lo voy a seguir haciendo.

En cuanto a la repetición, atribuye su reivindicación a una «reacción conservadora», que se inscribe en un hilo que también pasa por la reacción a la Logse.

Muchos no estamos de acuerdo con la repetición. Vaya interés en mezclar cosas en estas minientrevistas a personajes, curiosamente, muy afines en el discurso. La reacción consiste en ver la repetición como la única herramienta que se tiene en las aulas para presionar el aprendizaje. La repetición no sirve en la mayoría de casos, pero el problema no es la propia repetición. El problema es repetir para hacer más de lo mismo. Plantearse dejar de agrupar al alumnado por edad fisiológica, poner recursos extra para este alumnado con problemas académicos o, simplemente, dejar de hablar de cursos para hablar de módulos (uno puede ir muy bien en unas asignaturas y le pueden costar más otras) sería un cambio positio. Eliminar la repetición sin dar más alternativa que pasar de curso por el simple hecho de ahorrar dinero no tiene ningún sentido.

Algunos docentes llevamos mucho tiempo proponiendo cosas. En las aulas de nuestro país se hacen cosas y hay investigaciones que se están haciendo por parte de muchos profesionales. Otro tema es basarse en las declaraciones de este tipo de personajes que salen en los medios, normalmente con una interpretación tan sesgada ideológicamente como falsa de la realidad educativa. Cuando algunos no tienen argumentos acuden siempre al tópico. Y así nos va.


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