No uso libro de texto. ¿Soy mejor docente que alguien que usa libro de texto? No. Así pues, partiendo de este contexto, voy a explicar por qué, en pleno siglo XXI (al igual que se podía en el XX y en el XIX) podemos vivir sin libro de texto.

Si un docente necesita el libro de texto o cualquier otro material de apoyo para dar sus clases, es que hay un problema importante en su profesionalidad y capacitación. Ese es uno de los motivos por los que llevo luchando, desde hace tiempo, contra la imposición de los ámbitos en la ESO. Los ámbitos hacen que muchos docentes no puedan dar clase sin tener material de apoyo. Y, por eso, son perniciosos. Si uno debe dar clase con un libro de texto o leyendo una presentación en PowerPoint es que no es un buen profesional. Otra cuestión, repito, es que tenga como material de uso con su alumnado un libro de texto. Que, por cierto, es un material fantástico (si se elige bien entre todas las editoriales que lo ofrecen), para que el alumnado pueda tener un lugar ordenado para consultar.

Por cierto, me daría igual que se usara el libro de texto como que se dictaran los apuntes. Quizás en este segundo caso, además, también se aprendería por el simple hecho de trasladar al papel (sí, lo de la escritura en papel, al menos en etapas iniciales, es imprescindible) lo que va contando su docente. Estoy hablando de un material físico, en formato analógico o digital, que permita, de forma ordenada, ser consultado. Y consultado de forma muy sencilla. Por eso cuando alguien obliga a su alumnado a que por un lado haga un vídeo y lo cuelgue en la plataforma X, realice un trabajo y lo cuelgue en la Y o, simplemente, haga esquemas conceptuales en varios lugares, lo único que estamos haciendo es centrarnos en la herramienta y no en el contenido. Algo que, aunque quede muy bien cara a la galería, acaba volviendo loco a nuestro alumnado.

Nuestro alumnado necesita organización y saber organizarse. Necesita un lugar donde tener todos sus recursos disponibles de forma sencilla. Necesita, al igual que también necesitamos los docentes, su vademécum de la asignatura porque, al final, lo único que hace no disponer de ese espacio de consulta, aprendizaje y reflexión es dispersar la tríada anterior. Algo que, especialmente en etapas iniciales de aprendizaje, que alargaría hasta finales de la ESO, es clave. Al igual que no podemos pedir que el alumnado cree su propio aprendizaje sin los rudimentos básicos, tampoco podemos pedir que se organice sin ser organizados con ellos.

Se puede vivir sin libro de texto. Se puede vivir con libro de texto. Se puede vivir con un blog de aula. Se puede vivir sin un blog de aula. Se puede vivir con un canal de YouTube en el cual colgamos nuestras clases. Se puede vivir sin ese canal de YouTube. Se puede vivir con cualquier herramienta educativa encapsuladora de materiales, siempre que la misma sea de fácil acceso, esté organizada y sea única (o sea único el lugar en el que se encuentran los enlaces a las diferentes herramientas y recursos utilizados). Incluso, como he dicho, se puede vivir sin más herramienta que una pizarra, una tiza (o su modelo más innovador de una pantalla blanca con rotulador). No es la herramienta ni nunca lo ha sido. Lo que sí que es clave es, más allá de la herramienta, la forma cómo se usa. Y la facilidad para nuestro alumnado de encontrar todo lo que les estamos enseñando en un solo lugar.

Hay dos claves importantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Bueno, hay alguna más pero no está relacionada con el leitmotiv del post. Estas claves son usar los menos materiales posibles para no centrarnos en las herramientas, facilitando al alumnado el acceso y organización de los mismos. Especialmente en sus inicios como estudiante.

Finalmente deciros que no hay una edad específica para hacer «dispersión» de recursos. Eso sí, poco a poco debemos ir tendiendo, especialmente en los últimos cursos de la ESO, a ir «desorganizándoles» las cosas y dárselas menos masticadas para que, al final, tengan cada vez más autonomía y puedan realizar, dentro de sus necesidades, su propia organización.

No sé si me he explicado bien. Por desgracia, ha sido una noche de dar muchas vueltas en la cama. Ya sé que eso no es excusa.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉


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