Entiendo que a algunos les apetezca compartir con desconocidos todo lo que sucede en su vida. Entiendo también que, en el contexto actual, se haya potenciado la visibilidad de todas las profesiones y se haya minimizado la privacidad de los que, o bien comparten profesión, o bien son atendidos por la misma. Estamos hartos de ver a personal médico haciendo bailecitos chorras en los centros sanitarios o usando sus consultas públicas para grabarse. Estamos, en el caso educativo, cada vez más acostumbrados a ver cómo determinados docentes difunden todas las interioridades de sus aulas y ponen en riesgo la privacidad de su alumnado, sin importarles, por lo visto, nada más que el aumento de seguidores en sus redes sociales. O, simplemente, lo hacen porque lo están haciendo sus compañeros y piensan, de forma errónea, que es lo habitual.

Y no. Hay cosas que, como docentes, no deberíais publicar en las redes sociales. Por mucho que os queme en las manos. Por mucho que penséis que no tiene una mayor relevancia que lo publiquéis. Por mucho que queráis compartirlo porque os apetece que alguien os dé apoyo u os diga qué maravillosos que sois. Y, entre esas cosas, están las siguientes.

1) Imágenes o vídeos de vuestro alumnado en el centro educativo o en actividades extraescolares. No tenéis ninguna necesidad de compartirlo en vuestras cuentas personales. Tampoco tiene ningún sentido hacerlo, pensando que poniendo algo en la cara o pixelándola, ya podéis hacerlo. No podéis. Son menores. Pensad en ellos y pensad en si vale la pena poner en riesgo su privacidad por el hecho de tener una necesidad imperiosa de sentiros importantes o creer que debe difundirse algo en vuestras redes sociales. No creo, ni tan solo, que deba hacerse esa difusión desde los propios centros porque, a lo mejor hay familias que sí que quieren exponer a sus hijos pero otras no. Yendo más lejos… ¿es la privacidad de los hijos y su exposición un derecho de sus padres? Yo creo que no.

2) Imágenes o vídeos del interior de vuestro centro educativo. Usar infraestructuras de vuestro centro (público o privado) para ilustrar vuestras imágenes, promocionaros grabándoos en la sala de profesores, hacer un unboxing de vuestro último libro o, simplemente, publicar una imagen de vuestra pizarra llena de lo último que habéis escrito, ¿tiene sentido? ¿Es necesario? ¿Es necesario que todo el mundo sepa qué cosas estáis haciendo? Ojo, no estoy hablando de compartir materiales. Algo que tiene su sentido y además ayuda a terceros. Estoy hablando de otra cosa que entendéis, incluso los que le dais tanto a la cámara y a las redes sociales en horario laboral. Por cierto, os recuerdo que dentro de vuestras funciones no está la de hacer de reporteros ni la de inmortalizar visitas a vuestro centro educativo. Mientras estáis en el centro, estáis en un edificio que no es vuestro y en el cual, para usarlo, debéis pedir permiso (o a la administración pública o al propietario del mismo, sea centros públicos o privados).

3) Exámenes o trabajos de vuestro alumnado. No podéis ni debéis usar vuestras redes sociales personales para publicar eso tan maravilloso o tan malo que han hecho vuestros alumnos. Publicar cómo ponéis pegatinas a los exámenes, las notas que están sacando vuestros alumnos o errores que han cometido, no es ético ni profesional. Lo sé. La ética es personal e intransferible pero, por favor, ¿realmente es necesario? ¿Para qué? ¿Para seguir siendo molones en las redes? ¿Para que consigáis seguidores? ¿Para que os desahoguéis usando materiales privados, hechos por un tercero? ¿Para que os digan qué cosas tan chulas que hacéis en vuestras aulas? Otra cuestión, repito, es que el centro educativo publique qué actividades hace su alumnado.

4) Contar qué os ha pasado dentro del aula. Lo sé. Como terapia puede ir muy bien decir qué os ha pasado en la clase de cuarto de Primaria, contar la experiencia de una madre que os ha dicho qué buenos y maravillosos docentes sois o, simplemente, hablar de que hay varios alumnos que se han pegado. Son cosas que no deberían hacerse públicas. Otra cuestión es que habléis del incremento de la violencia en los centros, de lo bien que se trabaja, de (…). Creo que me entendéis.

5) Documentos administrativos. Hay documentos administrativos que deberían ser más transparentes (cuestiones económicas, proyectos educativos de centro, optativas que se ofrecen, proyectos en los que participa un centro, etc.). Otro tema es difundir partes, documentos profesionales que se os piden,… Es que he visto incluso a algún orientador en las redes sociales difundiendo, en sus cuentas personales, informes de su alumnado. Eso sí, tachando el nombre pero, curiosamente, diciendo en numerosas ocasiones en qué centro trabaja. Por cierto, no podéis publicar actas de Claustro ni votaciones que se realizan ahí. Eso son documentos internos.

6) Encuestas realizadas a vuestro alumnado. He visto en numerosas ocasiones a determinados docentes publicar encuestas que han realizado a su alumnado o, de forma global, a todo el alumnado de su centro. Y eso no es de recibo. Esas encuestas se hacen para mejorar cosas a nivel interno. No para promocionar o promocionarse en las redes publicándolas. Una encuesta se hace para pedir opinión y poder detectar/mejorar ciertas cosas. No para difundirse alegremente en las redes.

Entiendo que si no se hiciera lo anterior, habría más de uno que perdería un montón de seguidores en las redes sociales, no sería tan entrevistado por los medios o, simplemente, pasaría sin pena ni gloria porque, al final, esa persona no aporta nada más que ese cotilleo, en ocasiones manipulado, que suelta con cuentagotas, a determinadas horas, para mediatizarse. El problema es que publicando lo anterior pone en riesgo la privacidad de menores, de sus propios compañeros e, incluso, pone en riesgo a su propio centro educativo.

Lo sé. Como he dicho en más de una ocasión, hace falta que empiecen a llover sanciones. A ver si así alguno, al ver que le ponen una multa de varios miles de euros, deja de hacer ciertas cosas en las redes sociales. Y, por efecto contagio, dejan de hacerlas otros que, por imitación, están empezando a hacerlas. No nos olvidemos que, al igual que sucede con nuestro alumnado y sus acciones, publicadas, especialmente en Instagram y TikTok, intentando ser virales, también está pasando con cada vez más docentes. Y eso es algo a lo que alguien tiene que poner freno.

Permitidme antes de finalizar que os haga un matiz importante. Claro que podemos publicar materiales que se usan con el alumnado. Claro que podemos y debemos criticar cosas que suceden en nuestro sistema educativo. Claro que podemos quejarnos de la falta de recursos o de que, en meses, nuestro alumnado no está teniendo sustituto porque no se cubren las sustituciones. Claro que podemos y debemos criticar que haya goteras en nuestros centros o que la wifi no funcione. Pero creo que estamos hablando de cosas muy diferentes.

Por cierto, vuestros compañeros también se merecen privacidad y si publicáis imágenes en las que aparezcan, pedidles permiso. A lo mejor a ellos no les gusta aparecer en vuestras cuentas personales o, simplemente, no les apetece aparecer de refilón en vuestra última publicación, usando espacios del centro, para hacer una entrevista a un medio para vender vuestro último libro. Un libro que, por cierto, nunca deberíais vender desde un aula en la que estáis para dar clase y atender al alumnado.

Yo he intentado no hablar nunca de lo que pasa en mis aulas ni subir imágenes de mi alumnado. Hace años, quizás, se me podía haber escapado en alguna ocasión. Ahora, como saben bien los que me conocen, soy muy celoso de mi trabajo y creo que, más allá de las críticas que en numerosas ocasiones hago a la educación, jamás he compartido nada de lo que estoy haciendo. Salvo, claro está, determinados recursos, estrategias o herramientas que he usado en el aula por si a alguien podían servirle.

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