Hoy es domingo. En mi caso, como es habitual, domingo de paella. Es por ello que, apeteciéndome escribir y estando justo de ideas, acudo al concepto del arroz con cosas. Es que no falla. Es algo que siempre funciona. Además, ahora que todo el mundo se ha largado a Bluesky, seguramente tendré menos talibanes opinando sin haberse leído el post de hoy. Bueno, eso espero. Salvo, claro está, que algunos continúen jugando a dos bandas. O a tres, si contamos las cuentas que se crean bajo pseudónimo. Quién dijo miedo…

En el grandioso espectáculo de la educación, donde todos parecen tener una opinión y una metodología infalible, no puedo dejar de pensar en la eterna batalla entre los puristas de la paella y los herejes del arroz con cosas. Este conflicto culinario me ofrece una metáfora perfecta para entender cómo nos enfrentamos a las ideas innovadoras en el ámbito educativo. Lo sé. He hablado en muchas ocasiones del mismo tema y aburro hasta las almejas pero, dejadme que me explaye de nuevo sobre ello.

Empiezo con los puristas de la paella. Ellos, con su ardor casi religioso, defienden la receta tradicional como si fuese un mandato divino. No se puede añadir ni un solo ingrediente más allá de los permitidos, porque hacerlo sería una blasfemia. De la misma manera, tenemos a los guardianes de determinadas metodologías, aquellos que insisten en que la única forma válida de enseñar es la que ellos consideran correcta, sin aceptar la posibilidad de que nuevas ideas puedan enriquecer el proceso educativo.

Luego tenemos a los herejes del arroz con cosas, esos valientes (o inconscientes, según a quién preguntes) que se atreven a experimentar y añadir ingredientes impensables a la sagrada paella. ¿Chorizo? ¿Pollo? ¿Marisco y carne juntos? ¡Horror! Estos innovadores de la cocina son vistos con desdén y desprecio por los puristas, abrazadores de metodologías que son muchas veces ridiculizados por los defensores del «así se ha hecho siempre».

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Permitimos que algunos difundan paella con chorizo o ponemos unos ciertos límites? Es que incluso los puristas de la paella, en ocasiones, son capaces de comerse arroz pasado por el simple hecho de tener los ingredientes justos. Pollo, conejo, garrofón y arroz de una determinada marca.

No tengo ni idea. A mí siempre me ha gustado el arroz. Todo. Blanco, negro, con tropezones e, incluso, ese arroz con costra maravilloso del que hace demasiado tiempo que no disfruto. Nada, no me hagáis caso. soy raro. Muy raro como valenciano de adopción.

Lo que realmente importa no es si estamos haciendo una paella tradicional o un arroz con cosas, ni si utilizamos metodologías tradicionales o innovadoras. Lo esencial es la calidad del aprendizaje y el bienestar de los estudiantes. Al igual que una buena paella puede admitir variaciones sin perder su esencia, la educación puede y debe adaptarse a los tiempos, integrando nuevas tecnologías y enfoques siempre y cuando estos enriquezcan el proceso de enseñanza y aprendizaje. El innovar por innovar, al igual que meter sobrasada u ortigas en la ecuación, solo vale para aquellos con ganas de experimentar. Experimentos que podemos hacer con nosotros pero jamás deberíamos hacer con terceros.

Así que, la próxima vez que te encuentres debatiendo sobre la validez de una metodología educativa o la pureza de una paella, recuerda que lo importante no es la etiqueta, sino el resultado. Si lo que hacemos contribuye al desarrollo y bienestar de nuestro alumnado, entonces estamos en el buen camino, ya sea que estemos siguiendo una receta ancestral o experimentando con nuevas ideas.

Dejemos de lado los extremismos y abracemos la diversidad de enfoques y metodologías. Porque al final del día, tanto en la cocina como en la educación, lo que realmente importa es que el plato esté sabroso y que el aprendizaje sea significativo. Y si algún purista o hereje se ofende por ello, pues es su problema. El dogmatismo (no solo) educativo es algo contra lo que no se puede luchar. Por eso, como digo siempre, más arroz con cosas para mí.

Finalmente una cuestión importante… admito propuestas de cualquiera para invitarme a arroz con cosas. Y me da igual si habéis migrado a Bluesky, pertenecéis a determinados colectivos, votáis a unos u otros o, simplemente, cometéis el sacrilegio de no beber horchata.


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