Creo que ya lo comenté el otro día en X, en una de esas, cada vez más escasas, publicaciones desde que volví a ser usuario activo en la red social. Pero me apetece repetirlo hoy: Bluesky es otra red social más, que tiene problemas técnicos y que, cuando todos (de todos los perfiles) la ocupen, va a convertirse en lo mismo que X.
Una red social la hacen sus usuarios. Una red social te permite decir con quién te juntas en ese bar. Y, no lo olvidemos, una red social es un simple espacio en el que cuatro soltamos gilipolleces, otros verdades absolutas y, finalmente, un tercer grupo que intenta conseguir determinados beneficios. Lo siento. Me he dejado el cuarto grupo… el de aquellos que se piensan que van a cambiar el mundo desde su sofá tras un teclado pensando que sus publicaciones, algunas consiguiendo viralizarse, tienen algún impacto más allá del momento puntual.
Por tanto, ¿qué sentido tiene pasarse a Bluesky y abandonar X? Bueno, tendría sentido si en lugar de pasarse a Bluesky algunos decidieran largarse de las redes sociales. Se gana mucho tiempo y se evitan momentos incómodos al debatir con auténticos energúmenos. A veces, incluso, los algoritmos de las redes sociales (¡no solo de X!) hacen que todos podamos acabar sacando nuestro peor cara.
Bluesky no es el paraíso woke al que algunos quieren acudir. Se trata de otra empresa que dicta sus reglas de juego y que, en cualquier momento, al igual que X, va a venderse al mejor postor. Una red social con sus propios sesgos que, quizás al ser coincidentes ideológicamente con algunos, harán que se sientan rodeados de los suyos. Un bar exclusivo para ellos. Qué pereza encontrar a personas que piensen lo mismo en todo momento y que, en lugar de aportar cosas interesantes, se convierta en una lucha a ver quién es más ser de luz.
Otra cuestión que también me sorprende es el control de seguidores que tienen algunos en las redes sociales. Nunca he visto tal cantidad de personas relacionadas con la educación que se están pasando las últimas horas diciendo «he perdido diez seguidores», «he perdido cuatro seguidores» o «he perdido tropecientos seguidores». Debe ser que las métricas les deben hacer mejores profesionales. De otra forma no lo entiendo. Salvo, repito, en el caso de que alguien deba promocionarse o gane dinero con ello. Algo que siempre he dicho que es totalmente lícito.
Yo tengo una cuenta que me creé al principio de Bluesky. Si hasta me da pereza ponerme con Instagram, como para republicar todos mis artículos en Bluesky buscando que me hagan casito, tal y como están haciendo varios perfiles. Perfiles que, incluso dicen que abandonan X y, a los pocos segundos, ya publican otra publicación ahí. Lo sé. Yo me he ido y he vuelto en tres ocasiones. Eso sí, jamás he dicho que me iba a otra red social porque en este blog es donde disfruto y las redes sociales (en este caso X), en los últimos tiempos, solo me sirven para encontrar enlaces a investigaciones interesantes que algunos comparten. La mayoría de perfiles de fuera de nuestro país porque aquí, por lo visto, algunos están jugando a buscar enemigos, insultar, acosar, crearse perfiles falsos o, simplemente, a alardear de lo buenos que son.
No me gustaría despedirme hoy, con este artículo incoherente que precede a un día en el que tengo demasiadas cuestiones, no solo profesionales, que cerrar, sin deciros que no se trata de Bluesky, X o la nueva que salga. Se trata en saber para qué se realiza ese uso y qué interés tiene estar en una red social.
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