Ya sabéis todos que la educación es un nido de cuñadismo extremo. No hay tertulia en la que no se hable, o bien de Rocio Carrasco o bien de temas educativos. Y todo ello por parte de grandes expertos de la OCDE, economistas del Banco Mundial y algún docente de esos que le faltan manos para abrirse chiringuitos. Con el apoyo y beneplácito, claro está, del establishment educativo, entendiendo como tal muchos de los políticos que controlan el cotarro.
Por si nos faltaban enanos y no tuviéramos suficiente con las declaraciones de coaches, diseñadoras de sandías, pedagogos de los malos (matizo, no todos los pedagogos son malos, pero algunos es que lo son mucho), líderes de transformación o grupos de docentes que, dentro de su secta, intentan imponer a sangre y fuego sus ideas educativas, ahora han aparecido los epidemiólogos en la ecuación. Bueno, uno. Va, tampoco es cuestión de generalizar. Que uno sea muy tonto no implica que todos sean tontos. Y no estoy hablando de este señor. Estoy hablando en general.
Este señor creo que concedió la entrevista, después de meterse una triple dosis de Pfizer, mezclada con doble de AstraZeneca y esnifada de Moderna, con ganas de decir gilipolleces (enlace). Ya, todos sabemos que algunos tienen declaraciones contradictorias cada pocos días, para que cuadren con determinados gráficos, y por eso mejor meterse con los docentes. Con lo fácil que es manipular un gráfico en Excel. Si vuelve a la ESO estaré encantado (o cualquiera de mis compañeros) de explicárselo. No será por no querer echarle una mano…
O sea que la culpa de los contagios entre los jóvenes es que el sistema educativo es muy memorístico y, después de la reclusión forzada previa a los exámenes, es lógico que salgan a los lupanares del mal. ¿Os imagináis que algún docente dijera que la culpa de la pandemia es que tenemos unos epidemiólogos de mierda que, ni supieron prevenir los contagios ni saben hacer la o con un canuto? ¿A que no sería de recibo? Pues eso.
Yo lo siento mucho, pero lo de la campaña orquestada por determinadas organizaciones «terroristas», con el amparo de la mayoría de medios de comunicación y, ahora haciendo saltar a la palestra a los médicos, para imponer un determinado modelo educativo, tiene mucho de cuestionable. El problema es que habrá algún gilipollas que se creerá lo anterior y es capaz de darle la razón a este señor y reafirmar que «la culpa de esta quinta ola es de los docentes y del sistema de enseñanza memorístico». Sí, seguramente también se lo veamos decir a algún docente en las redes sociales. Siempre he dicho que ser docente no le hace a uno más inteligente. Por suerte son los menos.
Esto ya empieza a heder demasiado. El problema es que a algunos les gusta el olor a mierda y solazarse en ella. Otros, tristemente, intentamos navegar contra ideologías educativas monolíticas, declaraciones indefendibles y velar porque el alumno aprenda. Porque, al final, ¿cuál es la función del sistema educativo? ¿Hacer una lucha de clanes o procurar que el alumnado aprenda personalizando su aprendizaje y usando, en cada momento, lo que vaya mejor en cada aula? Pues creo que cualquiera que no haya sustituido un melón por su cerebro lo tiene claro aunque, por desgracia, cada vez veo a más compañeros que planifican sin conocer al alumnado y van a usar un método inmovilista. Recordemos que imponer una metodología es muy poco innovador y democrático. Además de totalmente contraproducente porque no cumple los criterios legales de atención al alumnado.
Sabes Ángel que te quiero mucho pero, después de una mañana que se preveía fantástica y en la que quería escribir acerca del sexo entre docentes, según asignatura impartida, me has hecho enfadarme. Esto solo se compensa delante de algo fresquito.;)
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