Pecamos de un papanatismo incomprensible con el uso de las TIC en el ámbito educativo. Además lo hacemos sabiendo que todas las evidencias indican, en la práctica totalidad de las investigaciones realizadas, que no solo el uso de pantallas o herramientas digitales no mejoran el aprendizaje, más bien lo perjudican. Especialmente si se incorpora la tecnología a edades muy tempranas.
Ya no cuela el discurso de falta de pedagogía o competencia digital en los desastrosos resultados de la sobresaturación de la tecnología. No cuela lo de la potencia de la herramienta. No cuela ni tan solo el discurso de que «las TIC facilitan el aprendizaje». Todo lo anterior es totalmente falso. Que lo anterior sea falso, antes que alguien diga lo que no he dicho, no implica que debamos rehuir, en un contexto cada vez más tecnológico, el uso de esa tecnología. Eso sí, con las limitaciones y precauciones lógicas para algo que, como he dicho anteriormente, tiene más de papanatismo que de otra cosa. Es como quien cree que una metodología educativa es mejor si se dice en inglés. Papanatismo en su máxima expresión.
La tecnología realiza cambios sobre el córtex cerebral. Y además según varios estudios realizados en los últimos tiempos, se asocia el uso de las TIC con una reducción de la concentración y aumento del fracaso escolar. Se estableció, por ejemplo en un estudio elaborado por la UAB y la URLL, que hacer uso intensivo de las TIC aumenta el riesgo del fracaso escolar. En concreto, el fracaso escolar afecta al 29% de los jóvenes que utilizan el ordenador más de 3 horas diarias; a un 20% de los que lo utilizan entre 2 y 3 horas; a un 17% del grupo que lo usa entre 1 y 2 horas y un 16% entre el alumnado que utiliza el ordenador menos de una hora al día.(1). Y no estamos hablando solo del uso en el ámbito más lúdico.
Estos días también ha saltado de nuevo a la palestra mediática el libro de Michel Desmurguet, titulado «La Fábrica de Cretinos Digitales» en el que se concluye que el uso de las pantallas ha convertido a esta generación en la primera donde se hace patente una reducción de la inteligencia. Además, en sus entrevistas desmonta la «mejora social que se produce con los videojuegos y la nula relación de los mismos con el incremento de la violencia» porque, según dice, el psicólogo que fue el primero de difundir lo anterior trabajaba a sueldo de una empresa de videojuegos. (2)
Por cierto, tenemos estudios para aburrir en los que nos hablan de los perjuicios que supone el uso de las TIC. Tenemos también el reciente estudio de Gómez-Fernández y Mediavilla (3) en el que se dice que «una mayor frecuencia de uso de las TIC en la escuela (navegar por Internet para realizar tareas escolares, uso de ordenadores en las clases, utilización de la página web de la escuela para subir tareas, etc.) se asocia con menores niveles de rendimiento académico en todas las competencias».(3)
Recordemos también que TODAS las evaluaciones del proyecto Escuela 2.0 que conocemos (muy pocas) han mostrado, con suerte, el no empeoramiento del aprendizaje del alumnado. Además, no solo ha sucedido en nuestro país ya que, por ejemplo, en Estados Unidos se estudió qué supuso el incremento de ordenadores en los centros educativos, junto con una mejora de internet y se demostró que no hubo mejora en los resultados. (4). Pero no solo eso. Un estudio israelí, comparando el rendimiento académico en centros de Primaria y Secundaria de ese país, detectó una asociación negativa entre el uso de las TIC en el aula y el rendimiento de Matemáticas en alumnado de cuarto grado (5). El mismo resultado negativo se obtuvo en Holanda (actualmente denominada Países Bajos por ser más correcto). Se vio que se había producido un efecto negativo, no solo en Matemáticas como el caso anterior, también en Lengua.(6)
Antes de finalizar un detalle que no me gustaría que se olvidara. Bueno un par. Un primero para comentar que, por mucho que las pruebas se empecinen en decir que el uso de las TIC en educación son contraproducentes para la educación, no queda otra que incorporarlas porque el contexto no deja otra. Otro tema es para qué. Y ahí estaría el debate. No se trataría de usarlas bien o mal. Se trataría de usarlas en lo que toca usarlas. Como elemento de búsqueda de información, para usar determinados recursos multimedia, etc. Otra cuestión es hacer un aprendizaje centrado en las TIC (léase uso de libros digitales, lectura con pantallas, pósters o infografías, operaciones matemáticas, escritura, etc.). Hay cosas que deben hacerse a mano porque, además y más aún ahora que está tan de moda el concepto de creatividad, no hay nada más creativo que no usar las TIC. Y la creatividad que puede tenerse sin usarla es mayor que con su uso. Los que hacen/hacemos hacer canvas a alumnado, posters con Genially o similares, deberíamos, a la vista de lo que dicen las investigaciones, salvo que seamos de asignaturas tecnológicas o informática, retroceder en usar ciertas cosas.
El segundo punto, con el que abro este párrafo y cierro este post es para comentar que, aunque la tecnología vaya bien para llegar a determinado alumnado que presenta ciertas disfunciones sensoriales (por ejemplo ceguera o sordera a diferentes niveles), está totalmente contraindicada en alumnado vulnerable y con dificultades de cognición. En ese caso, los problemas de aprendizaje pueden verse incrementados en un mayor porcentaje por su uso en ese alumnado.(7)
Bibliografía
(1) Muñoz-Miralles R, Ortega-González R, López-Morón MR, Batalla-Martínez C, Manresa JM, Montellà-Jordana N, Chamarro A, Carbonell X, Torán-Monserrat P. The problematic use of Information and Communication Technologies (ICT) in adolescents by the cross sectional JOITIC study. BMC Pediatr. 2016 Aug 22;16(1):140. doi: 10.1186/s12887-016-0674-y. PubMed PMID: 27550020; PubMed Central PMCID: PMC4994264.
(3) Gómez-Fernández, N., & Mediavilla, M. (2021). Exploring the relationship between Information and Communication Technologies (ICT) and academic performance: A multilevel analysis for Spain. Socio-Economic Planning Sciences (in press), doi:10.1016/j.seps.2021.101009.
(4) Golsbee, A., Guryan, J. (2002). The impact of internet subsidies on public schools. NBERWorking Paper No. 9090.
(5) Angrist, J., Lavy, V. (2002). New evidence on classroom computers and pupil learning. Economic Journal 112, 735‐765.
(6) Leuven E., Lindahl, M., Oosterbeek, H., Webbink, D. (2004). The effect of extra funding for disadvantaged pupils on achievement. IZA Discussion Paper No. 1122.
(7) Bavelier, D., Green, C. S., & Dye, M. W. (2010). Children, wired: for better and for worse. Neuron, 67(5), 692–701. https://doi.org/10.1016/j.neuron.2010.08.035.
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