Roro se ha convertido en el fenómeno viral de los últimos tiempos. Una campaña de mercadotecnia muy bien lograda de alguien que, queriendo tener visibilidad en las redes, ha conseguido que todo el mundo hable de ella. Algo lícito y que demuestra, tal y como también sucede en el ámbito educativo, cómo algunos intentan llegar a conseguir beneficios de sus publicaciones e interacciones en las redes sociales.

Por cierto, que alguien hable mal de uno también ayuda a conseguir visibilidad. Y si son muchos los que hablan mal de uno, posiblemente si la estrategia de ese personaje es la de conseguir notoriedad, va a ser una fuente futura de beneficios.

¿Por qué he dicho que en el ámbito educativo tenemos a muchos personajes que se parecen a Roro? Pues porque los hay. Tenemos desde un personaje creado ad hoc que ha sido capaz de vender sus libros y agendas desde un supuesto anonimato (¡a ver si va a ser la Carmen Mola de la educación!) como, últimamente, aquellos docentes que se crean cuentas en TikTok para conseguir seguidores incluso que sea poniendo en riesgo a su alumnado. Lo importante: la visibilidad. Lo importante: el negocio que se puede sacar de la misma. Lo importante: que se hable de uno, se le entreviste o pueda vender su marca personal.

Siempre he dicho que los libros que he escrito son muy malos. No lo son tanto como los de otros, mucho mejor promocionados y con mejores ventas, pero sí que lo son. Y se han vendido varios ejemplares por la visibilidad en las redes. No porque escriba mejor. No porque estén cargados de cosas interesantes. No porque aporten nada a la mejora educativa. No aportan. Lo que aporta es lo que se realiza en el día a día de uno. Y eso, al final, es la clave de todo porque la ficción mediática, en ocasiones, se queda en esa simple ficción para encubrir, en demasiadas ocasiones, a auténticos faranduleros que no saben nada de la profesión aunque las redes les hayan ungido como salvadores, evangelizadores o gurús.

No pasa nada por querer viralizarse uno en las redes. Es el objetivo básico de todos los que, por ejemplo, han comprado la verificación en X, escriben posts con el único objetivo de que puedan ser criticados y saben, perfectamente que cuando la crítica les llega de alguien con más seguidores que ellos o con una mayor red de apoyo en esas redes, van a tener que decir «que hay muchos puntos en común entre esa crítica y lo que dicen en el post». Son capaces de manipular hasta la saciedad por el simple hecho de conseguir seguidores. Y, repito como he dicho siempre, que no me parece mal que alguien tenga como objetivo la visibilidad en las redes sociales e intente hacer negocio de ello.

Roro es un personaje creado a medida para conseguir dinero. Y, repito, hay muchos personajes así en el ámbito educativo. Quizás no alcanzan ese boom de seguidores en poco tiempo pero, jugando bien sus cartas, consiguen acceder a ese estatus de privilegiados en un mundo en el que se valora más esa presencia en las redes que el trabajo diario. O esa realidad que, por desgracia en demasiadas ocasiones, se parece muy poco a lo que algunos están vendiendo.

¿Realmente alguien se cree a estas alturas de la película que, con las evidencias que tenemos, es posible abogar por la introducción de determinadas pseudociencias en el aula? ¿Cree alguien que esto no es un montaje de cuatro, con negocios relacionados, que lo único que pretenden, con el apoyo de determinados «amiguetes» especuladores, quieren llevarse parte del pastel educativo?

Hay muchas Roros en educación. Lo importante es no hacerles caso y no darles de comer ya que, lamentablemente, esos personajes no tienen nunca suficiente y, cuanto más les das de comer, más barbaridades hacen o dicen para que les des mucha más comida.

No es malo tener visibilidad en las redes sociales. Lo malo y perverso es lo que cuentan esas métricas como valor de lo que son o lo que hacen porque, como he dicho antes, lo que alguien es o hace no se demuestra en las redes sociales. Tener mucha visibilidad haciendo o diciendo ciertas cosas por interés se puede detectar fácilmente. El problema es que no todos saben (o sabemos) detectarlo a tiempo. Bueno, otro problema sería que este tipo de personajes son los que intentan promocionar los medios… pero eso es harina de otro costal.

Y no, en este post no estoy criticando a los que venden. Cada uno es libre, mientras no perjudique a terceros ni los ponga en riesgo (como por ejemplo la privacidad del alumnado), de vender y venderse en las redes sociales. Me preocupa mucho más la cantidad de personas que compran determinados discursos y personajes.

Finalmente deciros que lo importante no es lo que os cuenten los medios. Lo importante es lo que sepáis fehacientemente de aquellas personas que están tras determinados personajes. E insisto, no es malo tener visibilidad en redes. Lo malo es querer tenerla a cualquier precio y con independencia del daño que podáis hacer.


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