Esta mañana, alguien a quien aprecio bastante, me ha comentado que, mientras disfrutaba de un maravilloso baño con velas, se había puesto a leer uno de mis libros. En concreto, me ha dicho que estaba leyendo Eduentertainment. Quizás de los tres libros que he escrito, el que más contento estoy de cómo ha quedado. Y ha reconocido que le impedía disfrutar de ese baño tan relajante que se prometía y que, por ello, ha dejado de leerlo.
Lo sé. Hay gente que asume un riesgo innecesario leyendo lo que publico y, por ello, hoy voy a hablaros acerca de las contraindicaciones que supone leer un blog (des)educativo como este. Sí, has leído bien. A diferencia de algunos que prometen la panacea pedagógica, ya os digo yo que la lectura de este blog puede tener efectos secundarios dignos de mención que voy a detallar. Así que, después de leer este artículo, no digáis que no os avisé antes de poneros a leer otra cosa publicada por la mente calenturienta del que está tras el teclado.
Uno de los efectos secundarios es la desconfianza crónica. Leer este blog puede hacer que desarrolles una desconfianza crónica hacia todo lo que te rodea en el ámbito educativo. De repente puedes empezar a ver conspiraciones en cada rincón, desde el plan de estudios hasta la última ley educativa. Este escepticismo agudo puede ser saludable en dosis pequeñas, pero en exceso, puede llevarte a pensar que cada reforma educativa es una maniobra de control mental diseñada por una sociedad secreta de pedagogos iluminados.
También puedes tener una sobrecarga informativa. Entre teorías educativas, críticas a políticas y anécdotas de aulas (que en ocasiones solo existen en mi imaginación), tu cerebro puede llegar a la saturación. Hay días en los que los artículos parecen escritos para un congreso de alienígenas con doctorado en enseñanza intergaláctica. La cantidad de información puede ser tan abrumadora que termines más confundido que al principio. Aconsejo, por tanto, leer con moderación, acompañado de una buena dosis de café. O, en caso de ser valenciano, por origen o adopción, de un cremaet.
Ya no digamos la posibilidad de carcajada o risa incontrolable. Leer este blog puede desencadenar ataques de risa incontrolable en los momentos menos apropiados. Imagina soltando una carcajada durante una solemne reunión de evaluación docente porque acabas de recordar la última burrada leída. Te recomiendo que leas los artículos en soledad o con alguien que comparta tu peculiar sentido del humor. Un sentido del humor que, más que peculiar, es por decirlo eufemísticamente, curioso.
A aquella persona que me ha dicho que estaba leyendo uno de mis libros en la bañera, que recuerde que la risa, en ocasiones, puede convertir el agradable baño en una sesión de jacuzzi. Y hasta aquí puedo leer.
En caso de que seas propenso a las crisis, también te puede dar una crisis de identidad pedagógica. Después de leer tantas críticas y reflexiones sarcásticas sobre el sistema educativo, es posible que empieces a cuestionar tu propia práctica docente. ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Soy parte del problema? ¿Debería reinventarme como influencer educativo? La crisis de identidad está garantizada. Un consejo: toma aire, reflexiona y recuerda que la perfección no existe, salvo que te llames Jordi y seas un adicto a la paella dominical.
Otra situación sobrevenida por algunos que se pasan por aquí, es la adicción a la polémica. Es fácil volverse adicto a la polémica y empezar a disfrutar de los debates acalorados más que de una tarde tranquila. Pronto te encontrarás buscando peleas en las redes sociales sobre el uso del boli rojo o la utilidad de los deberes. Cuidado, la vida también tiene otros placeres. Quizás no sean tan divertidos o cuesten más dinero, pero piensa en la posibilidad de convertir el tiempo que pierdes aquí en unos largos paseos con el dedo por TikTok.
De vez en cuando, el autor blog se va por los cerros de Úbeda con idas de olla épicas. Reflexiones sobre el café como elemento motivacional o teorías sobre cómo las series de Netflix pueden salvar la educación. Estos giros temáticos pueden dejarte pensando si estás leyendo un blog educativo o el diario de un creativo en un retiro espiritual. Y ello, como bien sabes, puede llevar a la locura.
La lectura constante de críticas y reflexiones puede llevar a una fatiga mental considerable. La sensación de que nada en el sistema educativo funciona y que todo está condenado puede ser agotadora. No te olvides de tomar descansos y recordar que también hay cosas que funcionan bien, aunque no siempre sean noticia, ni las incluya el autor de este blog. Hay salida en otros colectivos plagados de fascinerosos.
En conclusión, leer esto es una experiencia llena de altibajos, contradicciones y, sobre todo, mucha ironía. Disfruta del viaje, pero hazlo con precaución y sentido del humor. Porque, al final, la educación es demasiado importante como para no abordarla con una buena dosis de autocrítica y diversión.
Va por ti. Te lo has buscado.
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