En mis múltiples años de aula y mis pequeños escarceos saliendo de ella, jamás he conocido a ningún compañero de profesión que fuera incapaz de mejorar profesionalmente. No conozco a ningún docente incapaz de mejorar, tanto en su praxis docente como en saber usar correctamente las herramientas que se van implantando en la profesión. No conozco a nadie incapaz de aprender y mucho menos a nadie incapaz de ser cada vez mejor en su trabajo.

Me gustaría hacer un inciso en este momento para remarcar que me estoy refiriendo a la «profesionalidad» y a la «capacidad» de los docentes. No me estoy refiriendo a factores externos a él que puedan, en determinados momentos y contextos, cercenar la posibilidad de esa mejora o que lastren la velocidad a la cual ese docente pueda mejorar. Eso sí, insisto… ¡ningún docente es incapaz de mejorar! Al igual que tampoco lo es ninguno de los alumnos que están aprendiendo en nuestras aulas.

Entonces, ¿por qué algunos tienen la sensación de que no avanzan profesionalmente? ¿Por qué algunos se atascan (a mí me ha pasado en ocasiones) en determinados aprendizajes que llevan a la mejora de la praxis docente? ¿Por qué se prefiere, en ocasiones, acudir a determinadas prácticas «mágicas» con nula utilidad para el alumnado? ¿Por qué se encumbra a determinados personajes que venden, sin saber, recetas milagrosas para poder ser los mejores docentes de la galaxia?

Pues bien. Ello tiene que ver con dos cuestiones: la primera es cómo en ocasiones los docentes se infravaloran. Yo me he infravalorado en muchas ocasiones. He pensado que mi alumnado no aprendía o que no sabía hacer ciertas cosas. Y, en segundo lugar, hay una prevalencia de pensamientos negativos que, lamentablemente, están a la orden del día en cualquier profesión e incluso a nivel personal. Unos pensamientos negativos que se basan y se retroalimentan en lo siguiente (Amen, 2019).

  1. El pensamiento «siempre». Plantearse las cosas con valores absolutos como «siempre», «nunca», «nadie», «todos», «cada vez», etc. hace que siempre acabemos pensando que no estemos haciendo nada para mejorar profesionalmente o que el esfuerzo realizado en dicha mejora no sirve de nada.
  2. El centrarse en lo negativo. Si solo vemos lo malo de una situación (que, en ocasiones es inevitable) hace que no podamos ver lo bueno que estamos haciendo. Si en un aula tenemos a alumnado que no ha progresado a lo largo del curso o que, incluso ha abandonado el sistema, centrarnos en él (ojo, es importante tenerlo en cuenta) hace que no veamos al alumnado que ha aprendido con nosotros. Siempre hay alumnado que aprende con nosotros. Y también debemos tenerlo en cuenta cuando hagamos el repaso del curso o analicemos qué estamos haciendo. Lo mismo para determinadas situaciones. A lo mejor hay algo que nos ha salido mal o hemos usado un recurso que no era el más adecuado pero, para la próxima lo importante es intentar mejorar. Centrarnos en echarnos las culpas y en solo ver lo negativo no aporta nada. Además de no aportarnos nada… nos impide mejorar.
  3. Hay docentes que solo piensan que algo va a salir mal cuando lo implementan en el aula. Si pensamos así poco vamos a mejorar. Lo mismo que cuando nos formamos en algo para mejorar profesionalmente: si de entrada ya pensamos que esa formación ya no nos va a aportar nada, es prácticamente imposible que nos acabe aportando algo.
  4. Creer que sabemos lo que piensan otras personas de nuestro trabajo sin que nos lo hayan dicho es nefasto para la mejora profesional. Especialmente cuando lo que habitualmente pensamos es que piensan que nuestro trabajo no vale. Nuestro trabajo se valora por parte del alumnado y, de rebote, por las familias. Debería darnos igual qué piensa el vecino de segundo de ESO A. Es que ni tan solo podemos saber qué piensa. Mi cara, por ejemplo, no demuestra nada de lo que pienso de nadie. Y siempre, ya os digo, pienso lo mejor de las personas y de mis compañeros a nivel profesional hasta que me demuestran lo contrario.
  5. Retroalimentarse en los sentimientos negativos. Hay docentes que viven remozándose en sus pensamientos negativos y en que son malos profesionales. Y no lo entiendo. Especialmente cuando, pasado el tiempo de convivencia en el centro con ellos veo que son los que más trabajan y los que más se desviven por su alumnado.
  6. Y qué decir de aquellos que ponen etiquetas negativas a todo el mundo (e incluso a ellos). Seguramente conoceréis a más de uno. Hay docentes a los que todo les parece mal. Hay algunos a los que les parece mal todo lo que hacen otros y otros a los que les parece mal lo que hacen otros y lo que hacen ellos. Así no se avanza.
  7. Dotar de importancia a cosas que no la tienen. No todo lo que sucede en el aula o fuera de ella tiene la importancia que damos. Quizás convendría dar menos importancia a cosas que no la tienen. Y en el ámbito educativo hay cosas que no tienen tanta importancia como a algunos les interesa que tengan. Eso hace que lo importante quede en segundo plano.
  8. Culpabilizar a otra persona de los propios problemas. Cada uno debe asumir su responsabilidad. Eso sí, reconozco que es mucho más cómodo echar balones fuera y decir que la culpa es de otros. Un ejemplo de esto sería a aquellos que culpan a otros por usar tal o cual método en el aula y achacar lo que les va mal en la suya a terceros que no dan clase a su alumnado. Creo que ya sabéis de quienes estoy hablando y seguro que conoceréis a alguno.

En las aulas y fuera de ellas tenemos a profesionales de la educación como la copa de un pino. Lo importante es que se lo crean. Y que apuesten por mejorar diariamente para ofrecer cada día un mejor servicio, dando lo mejor de ellos mismos.

Finalmente me gustaría deciros algo del post de hoy. No se trata de un artículo de psicología positiva (ni mucho menos). Tampoco de venderos todo el arsenal de Amens o su modelo de negocio. Se trata de una reflexión en voz alta acerca de un tema muy importante: la profesionalización docente. Y aprovechando lo anterior, intentar desmontar el pesimismo de algunos que, en ocasiones, acaba siendo totalmente contraproducente. Tan contraproducente como el optimismo desenfrenado.

Bibliografía

Amen D. How Negative Thoughts Affect Brain Health + What To Do About Them. 2019 October 17. https://www.mindbodygreen.com/articles/how-negative-thoughts-affect-brain-health-what-to-do-about-them


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