Ayer, por lo visto, se volvió a abrir el debate mediático acerca de si era mejor tener dos aulas con quince alumnos que tener treinta alumnos en la misma aula con dos docentes. Es un debate que, los que ya somos talluditos, hemos «sufrido» en varias ocasiones. Un debate al mismo nivel acerca de la aparición y la desaparición del flipped classrom o acerca del máster de formación del profesorado.
Sinceramente, os debo confesar que, a estas alturas de la película, hay debates que me parecen, tanto por su contenido como por la polarización de los mismos, mediante enroques de algunos muy difíciles de romper por datos o evidencias que se les muestren, totalmente irrelevantes. Y quizás, aunque tengan un cierto sentido, siguen siendo debates con poca enjundia en un sistema educativo que hace aguas por doquier.
Tenemos cada vez a más alumnado incapaz de tener una comprensión lectora adecuada para su edad. Hay cada vez una mayor dificultad en mantener la concentración. Se ha reducido, según todos los informes, tanto nacionales como internacionales, las competencias en varios ámbitos. Eso sin entrar en los, cada vez más habituales, problemas de salud mental de la comunidad educativa (en la que incluyo a alumnado, docentes y familias).
Por lo anterior es por lo que me traen al pairo ciertos debates. Ya he cruzado el rubicón del escaparatismo educativo y de los debates memos en los que, por desgracia, cada vez participan más docentes. Estoy muy preocupado por la educación pero mucho más por lo realmente importante. Y lo importante no es lo que nos venden, los debates repetidos hasta la saciedad que suceden en las redes o las entrevistas al experto de turno. Lo importante es nuestro alumnado. Lo importante es nuestro profesorado. Lo importante son nuestras familias.
Quizás suene excesivamente prepotente el no querer preocuparme de la noticia educativa que ha provocado el debate educativo de hoy, por estar desactualizada la de ayer hasta que vuelva a repetirse, pero es que mi tiempo es limitado. Reconozco que, al igual que la mayoría de personas relacionadas con la educación, no tengo tiempo para pasarme el día enganchado a las redes sociales. Además, me daría vergüenza, como hacen algunos, hacerlo a lo largo de mi jornada laboral y que se pudiera comprobar que estoy usando las redes sociales en mi tiempo de trabajo. Pero bueno, allá cada cual con su ética o con las responsabilidades que puedan derivarse de ello.
A mí me preocupa la educación. Una educación, alejada de los focos, en la que hay muchísima gente trabajando y solucionando problemas a diario. Una educación en la que B va después de A. Una educación que, al final, es la única que existe porque, al final, ¿qué aporta a la educación del alumnado los dimes y diretes que, cada cierto tiempo, acaban repitiéndose?
¿A vosotros os aporta algo el último debate educativo de hoy? ¿Os aporta algo el de mañana? ¿Os aportará algo el debate de hoy cuando, dentro de unos meses, vuelva a saltar a la palestra? Sed sinceros.
Disfrutad del fin de semana. Voy a poner gasolina que, por desgracia, el depósito no se llena solo.
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