Hace muchos años que, de forma recurrente, me pregunto ciertas cosas relacionadas con mi profesión y con el trabajo que hago a diario. Me da igual estar dentro o fuera del aula. Las preguntas, por motivos obvios, acaban siendo las mismas. Y la verdad es que, por desgracia, sigo siendo incapaz de dar la respuesta a alguna de ellas.
Seguro que estaréis intrigados en saber qué me pregunto. Pues nada, hoy no tengo ganas de que tengáis la necesidad de acudir al último párrafo para encontraros con la respuesta a ciertas reflexiones que planteo, de forma incoherente, cada cierto tiempo acerca de cuestiones relacionadas con la educación. Eso sí, permitidme avisaros… se trata de 5 cosas que creo que me preguntaría trabajara de lo que trabajara. No lo creo. Estoy convencido de ello.
Lo primero que me pregunto es si he acertado en la elección de mi profesión. En ocasiones no lo tengo claro. Tampoco tengo claro que mis vaivenes pedagógicos y profesionales, dentro del mismo ámbito, sean lo más adecuados para mí. Además, los más cercanos saben que hace muchos años que me cuestiono, tanto en privado como de forma pública, ciertas cuestiones muy controvertidas relacionadas con lo que conozco laboralmente mejor.
También me pregunto si vale la pena. ¿Vale la pena mi trabajo? ¿Me aporta algo? ¿Aporta algo a las personas para las que estoy trabajando? Son dos facetas diferentes muy bien delimitadas. Mis sensaciones y las sensaciones acerca del impacto de lo que hago como parte del servicio que doy.
¿Hago bien mi trabajo? Eso es algo que, por desgracia, no he sabido nunca responderme. Hay días en los que salgo muy contento. Hay días en los que salgo preocupado porque creo que podría haber hecho mejor las cosas. Y sí, también hay de esos días en los que, por desgracia, la he cagado en varias ocasiones o no he hecho las cosas como deberían haberse hecho. Eso sí, con los años he aprendido a no enrocarme en el lamento e intentar hacer las cosas bien al siguiente día.
Más preguntas recurrentes son referidas a la relación con mis compañeros y a qué podría hacer para que fueran mejores. ¿Cómo puedo mejorar mis relaciones profesionales? No soy una persona conflictiva en mi trabajo (a diferencia de lo que algunos me decían que era en las redes sociales). Eso sí, a veces toca tomar determinadas decisiones con las que no puedes agradar a todos.
Otro tema, que tiene que ver con mi manera de ser, es ¿cómo puedo mejorar mis carencias? El tiempo es limitado porque, además, todos necesitamos nuestro tiempo para cuestiones personales, pero sí que hay carencias que debo mejorar. A diferencia de algunos, conforme van pasando los años y voy acumulando experiencias, hay más carencias profesionales que detecto en mí.
Hay otras preguntas que no llegan a ser tan importantes como las anteriores, pero sí que hay otra que, aunque no esté dentro de esas cinco, que creo que todo el mundo nos preguntamos y es cómo nos ven los que compartimos aula, despacho o pasillo. Y esa quizás, aunque no sea tan habitual como las anteriores, sí que me genera un poco de desasosiego porque esta mañana, después de planchar la camisa, no me he preguntado si ha quedado más o menos arrugada. Me he preguntado qué dirán mis compañeros de esas arrugas que, seguramente, he dejado. Sí, todos necesitamos, en cierta forma, la aprobación de los demás. O, simplemente, en demasiadas ocasiones, hacemos cosas pensando más en terceros que en nosotros. Cosas que, como lo de la camisa, son totalmente secundarias.
No me hagáis mucho caso. Voy a la ducha… que el sudor acumulado y el olor sobaquero no se van solos. Un abrazo y os deseo lo mejor en vuestro día.
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La pregunta que intento hacerme cada día es la distancia que hay entre lo que digo que voy a hacer, lo que hago finalmente, así como la distancia entre los efectos que quiero conseguir y los resultados finales. Son dos en una