Hace unos días llegó a mis manos un artículo, titulado “¿Qué hacemos con el cuchillo? La finalidades de la evaluación” en el que, más allá de los desvaríos pedagógicos del mismo, diciendo que lo mejor para mejorar el sistema educativo es no evaluar, también acudía al elemento “viñeta” para defender sus postulados. Es que lo de las viñetas educativas tiene traca. Especialmente cuando son un auténtico ejercicio de manipulación. Manipulación muy burda, claro está. Al igual que todas las manipulaciones educativas que algunos intentan colar como si fuera algo serio, estuviera fundamentado en investigaciones o evidencias o, simplemente, sucediera realmente dentro de las aulas.

Hay un par de viñetas, en las que incluyo la que se menciona en el artículo que he enlazado al principio, que cada cierto tiempo algunos republican, tanto en redes sociales como en cursos de formación, con las que nos intentan vender ciertas cosas. El problema es que las mismas son, por desgracia para los vendedores, muy fáciles de refutar. Especialmente si alguien ha leído un poco de literatura educativa. O, simplemente, basta con tener un poco de sentido común. No lo olvidemos, jugar a la viñeta o a la frase descontextualizada tiene, salvo que seas el que la vendes o alguien que no quieres ahondar en lo que te están vendiendo, muy poca solidez científica. Y, claro está, ninguna evidencia.

Fuente: Desconocida

La primera viñeta que, seguramente, habréis visto, es la de unos animales a los que se dice que, para evaluarlos deben de subir a un determinado árbol. A veces, aderezada, como en el caso que os pongo, con una frase atribuida a Einstein. Os recomiendo que investiguéis un poco antes de otorgar autores a ciertas cosas porque, como en este caso, a lo mejor tampoco cuadra con lo que os habéis creído. En este enlace os dicen que, la primera vez que se atribuyó la frase a Einstein fue en 2004. Así pues,como siempre os digo, precaución.

Pero vayamos a la primera viñeta. Una viñeta que ya debería hacer saltar todas las alarmas si uno la traslada al aula porque, aunque no os lo creáis, en mi aula yo no tengo monos, pingüinos, urracas, peces, focas, elefantes ni lobos. Tengo seres humanos. Y los seres humanos, salvo estudios de determinismo genético de capacidades, muy usados por nazis y racistas para demostrar menor inteligencia de las personas no blancas, tienen las mismas capacidades al nacer. Incluso hay múltiples estudios de rendimiento académico de niños adoptados. Es que se desmonta el argumento de las capacidades a poco que alguien lea un poco. O, simplemente, que piense en qué tiene en su aula.

Todo el alumnado cuando entra en el aula, salvo casos de NEE, diagnosticados y producto de disfunciones durante la conformación del feto o en el parto, tiene las mismas capacidades. Tiene, en definitiva, las mismas potencialidades para aprender. Otra cuestión es el ambiente o el contexto en el cual se críen. Y ahí, sinceramente, también hay estudios que indican que los hijos de padres de niveles socioculturales más elevados, normalmente tienen mayor rendimiento académico. Pero no es por capacidad. Es por contexto. Es por ambiente. Nada que ver con lo que plantea esta viñeta.

Puedo entender que haya quienes defiendan que los chicos y las chicas tienen diferentes capacidades. También hay los que defienden esta viñeta como algo verídico pero, lamento informar a unos y otros que, por desgracia para ellos, toda la investigación va en contra de sus suposiciones. Salvo, claro está, determinadas investigaciones subvencionadas por los mismos a los que les interesa demostrar ciertas cosas. Creo que me explico bastante bien.

Claro que a alguien se le puede dar mejor jugar a baloncesto o a fútbol que a otro pero, en este caso estamos hablando de aprendizaje y andamiaje de conocimientos. Y ahí, salvo que alguien quiera creerse ciertas tesis eugenésicas, todo nuestro alumnado tiene las mismas capacidades de partida. Repito, he dicho capacidades. No he dicho otra cosa.

La segunda viñeta, también sobradamente conocida, es la siguiente:

Fuente: Desconocida

Una viñeta muy peligrosa para los que la defienden porque, curiosamente, acaba perjudicando a parte de nuestro alumnado. No olvidemos que, en la viñeta, para que todos puedan ver el partido de béisbol, se le quita la caja al alumno que más destaca académicamente para dársela al que no llega. Y si a vosotros no os chirría que la única forma de que todos aprendan en clase sea que el alumno que más puede, no por capacidad innata (reléase de nuevo mi comentario de la primera viñeta) y sí por el trabajo que lleva a cuestas a lo largo de su etapa educativa, tenemos un problema. Con lo fácil que sería construir más cajas para que cualquiera que las necesite (sea el que ya llega o el que no) pueda irlas cogiendo y usando.

Finalmente, no me gustaría acabar este post sin comentaros un pequeño detalle. ¿Os habéis fijado que los mismos que os publican las dos viñetas como verdades absolutas, están defendiendo dos viñetas que dicen cosas opuestas? Dadle una vuelta.

Bibliografía

Santos Guerra, M. Ángel. (2024). ¿Qué Hacemos con el Cuchillo? Las Finalidades de la Evaluación. Revista Iberoamericana De Evaluación Educativa17(1), 11–24. https://doi.org/10.15366/riee2024.17.1.001

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