8 de mayo de 2021. Siguiendo las recomendaciones de la Fundéu, uso el formato número en lugar del formato texto para expresar la fecha. Es importante especificarlo porque tiene mucha relación con las líneas, de nuevo incoherentes, que voy a perpetrar a continuación.

Estamos en un contexto educativo en el que uno que se dedique a la docencia debe pedir disculpas por lo que sabe. Debe autoflagelarse diciendo que su faceta de coach emocional no es suficiente para satisfacer las ansias de su alumnado. Un contexto en el que algunos avalan al maestro generalista y otros se aprovechan de esa función extendida a los primeros cursos de la ESO para consolidar sus chiringuitos (léase sus Departamentos). Es malo saber. Es malo creer que se es especialista de lo suyo. Es constitutivo de veinte latigazos y un par de giros del potro de torturas el pretender priorizar lo que uno sabe frente a ciertas metodologías maravillosas.

Uno debe disculparse por creer que es mejor tener dos clases con doce alumnos que una con veinticuatro y dos docentes. Las ratios importan. Y siempre es mejor dar clase en grupos pequeños. Toca hacer un acto de contrición por creer en lo anterior. Son cuarenta avemarías y tres padrenuestros. Y ya si relacionas lo anterior con el uso puntual de libros de texto, ya te conviertes en un anatema.

Es que, incluso pensar en la hipocresía de una determinada Fundación diciendo que la educación catalana se ha estancado, después de estar detrás de un modelo de imposición, a sangre y fuego, de un proyecto de escuela avanzada (sí, reírme también es algo por lo que deberé ponerme un cilicio hasta, como mínimo, finales de mes) que iba a revolucionar la educación, es algo que no debería hacer. Ni tampoco plantearme teorías de la conspiración cuando veo a viejas glorias colaborando con esa Fundación, amén de determinados movimientos montados por tríos no sexuales que, curiosamente, salen más en los medios que Rocío Carrasco. Es que merezco ya que venga el cura a darme la extremaunción (va junto según la RAE, he tenido que revisarlo) por merecer poco menos que la guillotina.

Toca disculparme por creer que las inteligencias múltiples solo demuestran la falta de inteligencia de los que creen en ellas, por creer que los que piden remodelar el modelo de acceso a la docencia desde las Facultades de Educación solo quieren poder formar a ellos, al igual que lo que hacen con los maestros, al profesorado de Secundaria para que no sean muy listos y crean en chuminadas campestres o, simplemente, por ver que los gurús no tienen ni pajolera idea de nada de lo que sucede en los centros educativos, demuestran que soy lo peor.

Podría añadir que creer que la LOMLOE es una mierda, plantearme que los docentes deben ser ante todo profesionales y que, en algunos momentos tocará evaluar algo del sistema educativo en condiciones para mejorar, me hace digno de salir en los carteles de «se busca». Bueno de «wanted» para aquellos que crean en lo absurdo que supone dar una asignatura en inglés. A ver, reconozco que es mea culpa por no ver las bondades de lo anterior.

Lo sé. Soy intelectualmente alguien muy limitado por dudar de ciertas cosas en educación. Por ver tras ciertas innovaciones educativas fantasmas muy poco educativos. Por creer que es mejor tener herramientas que no tenerlas. Por plantearme que la formación debería ser para formar y no para deformar. Por, en definitiva, seguir una ruta de pensamiento que no es la más vendible en la actualidad. Y además, con el trauma de no poder posicionarme ni con los innovadores ni con los no innovadores.

Tengo muchos motivos para (no) pedir disculpas. Los paréntesis importan. 😉


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