Hay algo que me causa extrañeza al leer la apropiación y manipulación de determinados postulados pedagógicos y autores de los mismos por parte de algunos. Me sorprende ver la cantidad de veces que se llenan la boca algunos con Dewey, Vygotsky o Freinet. Me causa estupor ver cómo, en ocasiones, incluso son capaces de poner en la boca de los anteriores cosas que no dijeron. Y ya no entro en lo de encumbrar a la Institución Libre de Enseñanza como algo maravilloso cuando, por desgracia, solo fue un experimento pedagógico más que se ha romantizado hasta el infinito por motivos ideológicos. Y ojo, no estoy diciendo que todos los autores que estoy comentando y la ILE no tuvieran cosas aprovechables. Ni mucho menos.

Bueno, no me sorprende que acudan a los autores anteriores. Ni a Freire ni a Rousseau en su vertiente más pedagógica. Lo que sí que me sorprende es que escondan interesadamente a determinados maestros que apostaron, en nuestro país, por una evolución hasta una escuela moderna. Estoy hablando de las escuelas racionalistas. De esas escuelas, creadas al margen de las autoridades en su momento, en las que los que las crearon pasaron mucha hambre. Estoy hablando entre otros de Samuel Torner o Antonia Maymón. Estoy hablando de muchos nombres. Estoy hablando también, entre otros de Ferrer i Guardia.

¿Por qué se esconden esos nombres? ¿Por qué no se habla en las Facultades de Magisterio y Pedagogía de ellos? ¿Por qué, salvo algunas pinceladas, la mayoría de ellos se esconden debajo de la alfombra? ¿Por qué son tan incómodos, especialmente para un determinado modelo de izquierda? Pues son incómodos porque, a diferencia de otros autores, estos cuestionaban el modelo educativo y ciertas partes del mismo con independencia de quién o quiénes gobernaran en cada momento. Había maestros racionalistas anarquistas, otros republicanos y un tercer grupo de monárquicos. Ni tan solo tenían las mismas ideas acerca de cómo debía realizarse el aprendizaje pero, en lo que coincidían es en la necesidad de racionalizar los procesos y establecer experiencias de aula que funcionaran. Y en crear un modelo de escuela aislado de decisiones políticas y del tejemaneje de las mismas por determinados poderes, tanto económicos como eclesiásticos. No olvidemos el momento en el que surgieron con fuerza estos maestros y maestras racionalistas. No olvidemos que surgieron a finales del diecinueve y principios del veinte. Y no. No eran solo en nuestro país. También en Francia surgieron con fuerza este modelo de escuelas autogestionadas.

Son los grandes desconocidos. Yo he leído a Ferrer i Guardia y no entiendo, salvo que a algunos les cause sarpullidos algunas de sus afirmaciones, como la que «prefiere en la escuela maestros que no hayan pasado por las enseñanzas de Magisterio» por qué se esconde. Unas enseñanzas, las de Magisterio, que empezaron en nuestro país en 1839. Era, como veis, alguien con discurso peligroso y reaccionario contra un determinado statu quo. Cómo van a hablar de él si él era su enemigo acérrimo. Cómo van a poder ponerlo en el mismo pedestal al que están poniendo a los autores que he mencionado al principio. Es que se tirarían piedras sobre su propio tejado y su razón de ser. Y repito, como hago siempre, hay postulados en Ferrer i Guardia interesantes y otros que me rechinan.

¿Por qué esconden los pedagogos a Ferrer i Guardia? ¿Por qué manipulan las palabras de Gramsci? ¿Por qué, desde determinadas Facultades relacionadas con la Educación hay algunos que piden que no se evalúe nada del sistema educativo y que, si se realiza dicha evaluación, se haga de forma cualitativa para poder interpretar lo que a ellos les dé la gana u obtener los resultados que ellos quieran? ¿Por qué se esconde la escuela moderna que tuvimos en nuestro país? ¿Por qué se esconde un modelo de escuela, muy diversa en los planteamientos ideológicos de sus creadores, que tuvo su importancia en nuestro país?

Yo desde aquí aprovecho para reivindicar que se lea a Ferrer i Guardia. Y que sea una de las lecturas obligatorias en las Facultades relacionadas con la educación. A ver si va a ser que en esas Facultades solo se está apostando por un modelo ideológico y no racional de la educación. A ver si va a ser que, habiendo tenido grandes maestros en nuestro país, hay una política de cancelación de los mismos por no ser políticamente correctos. Es que, al final, tanto hablar maravillas de la Institución Libre de Enseñanza e ignorar a Ferrer i Guardia me hace, por desgracia, pensar mal.

Finalmente deciros que yo me pillé en una librería de segunda mano hace ya tiempo «La escuela moderna» de Ferrer i Guardia, de la editorial Zero por unos 6 euros. Os lo recomiendo en papel, aunque podáis encontrar copias por internet, ya que es un libro para ser subrayado con profusión. Y eso que, tal como he dicho en alguna ocasión, creo que subrayar libros es asesinarlos. Espero me disculpéis la incoherencia de haber subrayado y escrito en lápiz en este.

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