Voy a usufructuar el título de un libro de Gregorio Luri para intentar explicar qué es y qué no es la Escuela. Lamentablemente hay algunos que confunden la función básica de la Escuela y comparan el disfrute de ir a PortAventura o ver su serie favorita en Netflix con ir a un centro educativo. Más que nada porque, después de haber publicado el siguiente tuit en la red del pajarito, hay algunos que confunden el servicio que debe darse en la escuela con cosas que, sin ser excluyentes (¿debería ponerlo en negrita lo de «sin ser excluyentes»?), no son el objetivo básico de la institución.
El objetivo básico del sistema educativo y de todos los actores e infraestructuras que lo conforman es que el alumnado aprenda. No, el objetivo básico no es conciliar la mierda de horarios laborales que tienen algunos. Tampoco lo es suplir el afecto que debe darse en casa. Ni tan solo, aunque algunos se lo crean, que el alumnado se divierta. Ojo, que diga que el objetivo básico de la Escuela como entidad no es que el alumnado se divierta, no implica que esté defendiendo el sufrimiento per se. Es que vista la comprensión lectora de algunos se debe aclarar todo.
Si el alumno aprende, la Escuela está haciendo bien su trabajo. Si el alumno no aprende, por muy bien que se lo esté pasando y por muy motivadores que sean las metodologías o simpáticos/ocurrentes sus docentes, la Escuela no está haciendo bien su trabajo. A ver si nos enteramos. Cuando uno usa un determinado servicio busca algo determinado. Si uno va al médico porque tiene hemorroides, busca que le quiten el dolor. Cuando uno se separa, busca al abogado que mejor pueda llevarle su proceso de separación. Cuando uno vive en una determinada ciudad, busca que en dicha ciudad haya los mejores servicios posibles para él. Cuando uno quiere viajar a algún sitio, normalmente elige el mejor medio de transporte para hacerlo. Es que es de cajón. Pues la Escuela está para suministrar aprendizaje a los chavales. El mejor aprendizaje posible. No está (o no debería estarlo) para suplir carencias externas. Y, a pesar de ello en muchas ocasiones, suple demasiadas carencias familiares y sociales.
Si uno quiere ver a un mago se va a ver un espectáculo de magia. Significa lo anterior que no pueda hacerse algo divertido en el aula. Pues no. Lo que significa es que si ese divertimento no va asociado con aprendizaje se está haciendo mal la función asignada a la Escuela. Si se usan metodologías que divierten y motivan pero que no hacen que el alumnado aprenda, esas metodologías no sirven. ¿Realmente es tan complicado de entender?
A ver, si uno quiere que la Escuela deje de hacer su función que pida que en lugar de docentes haya monitores de tiempo libre. Saldrá más barato a las arcas públicas y seguramente conseguirán que sus hijos se lo pasen mejor. Por desgracia (¡ojalá no fuera así!) no todos los aprendizajes son divertidos u ocurrentes. Por desgracia, en ocasiones, toca aprender como alumnos cosas que no son motivadoras per se. Por desgracia hay múltiples factores que hacen que el divertimento solo pueda aplicarse, si no quiere uno descuidar su función principal, en contadas ocasiones. Por desgracia la Escuela no está plagada de superhéroes con nariz de payaso que consiguen entretener a la par que su alumnado aprenda sin ningún tipo de esfuerzo. Por desgracia, como he dicho al principio, la Escuela como concepto no es un parque de atracciones.
Lo que os he explicado en este post es algo que es muy fácil de entender. Si alguien sigue sin entenderlo ya no es mi problema porque, por desgracia, uno siempre sigue aprendiendo pero hay aprendizajes que a algunos ya les llegan tarde. 🙁
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