Hay dos cuestiones a las que hoy no paro de darle vueltas. La primera y, sinceramente mucho más preocupante para mí por el hecho de tener afección más directa, es intentar ocultar a mi alumnado la existencia de mi perfil en OnlyFans. Ya han descubierto mi cuenta en Twitter y Facebook así que, como mínimo, intentaré que esa en la que enseño muslo y contramuslo, siga permaneciendo secreta.

La segunda, por desgracia, algunos de los comentarios recibidos en Facebook al artículo que publiqué ayer en este mismo blog (enlace), en el que, de forma irónica, pedía respuesta a una pregunta que no estaba planteando.

No sé si no me explico, la gente no lee o, simplemente, el sentido común hace tiempo que se halla en barbecho en algunas personas. Me preocupa especialmente dentro del colectivo docente. Joder, es que en lugar de ciscarse en la palabrería que se sacan de la manga, cada cierto tiempo, aquellos que lo único que hacen es dedicarse a la palabra en lugar de solucionar realidades con hechos, hay algunos docentes que se dedican a justificar esa palabrería hueca. Sí, hay docentes que intentan encontrar una definición de “situación de aprendizaje”. A ver, yo puedo entender que haya algunos que vendan libros de PLEs, activos de aprendizaje o aprendizajes emocionantes y mágicos pero, lo que no entra en mi cabeza, es que haya algunos que quieran tener debates sobre humo y dotar a ese humo de entidad. No, esto no funciona así.

El vocabulario pedagógico está para ciscarse en él. No está para argumentar sobre él. No está para buscar orígenes de ciertas cosas. No está para intentar definir lo indefinible. Está, simple y llanamente, para que cualquiera con dos dedos de inteligencia se ponga, o bien a cagarse en él o bien a cagarse en todos los que articulan un determinado lenguaje educativo. Centrarse en el lenguaje es no tener argumentos. Y ya intentar buscar coherencia o sentido a un lenguaje, inventado para satisfacer la mezcla de ayahuasca y coca mal cortada, es algo que se va fuera de mis limitadas entendederas.

Quizás sí que dé debate educativo hablar de boludeces. Quizás sea interesante para algunos perder su tiempo hablando de cosas que nadie sabe qué son. Quizás existan unos estudios de artes místicas y lenguaje mágico educativo. El problema es que, o bien nadie me ha invitado o, simplemente, yo me quedo con la maldición de la momia.

Hoy estoy doblemente preocupado. Preocupado por lo de OnlyFans pero, todavía más preocupado, por un colectivo que se enzarza en la estulticia de debates que nunca deberían darse. Pero, sabéis lo que es más triste de lo segundo… el tiempo que perdemos hablando de ciertas cosas y haciendo papeles para justificarlas, en lugar de dar clase y prepararla lo mejor posible.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉


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