Ayer a una compañera le cambiaron la plaza que le habían dado provisionalmente en Comisión de Servicios (para los no docentes, se trata de un proceso mediante el cual, por motivos médicos o sociales, puede ocuparse temporalmente una plaza diferente a la que uno tiene asignada por Concurso de Traslados). Ya había llamado al primer centro educativo cuando salió la destinación provisional y hoy va a volver a llamar al nuevo que le han dado. No ha tenido tiempo de elegir asignaturas ni va a tener tiempo en julio para prepararse nada de temario. Es decir que puede, o bien estar pringada todo agosto preparando materiales, o bien disfrutar de las merecidas vacaciones (este curso ha sido muy duro y se necesita -no solo los docentes-).

No hay derecho. No hay derecho a que a finales de julio parte de las plazas de los centros educativos estén sin cubrir. Y no, no es cosas de una sola Comunidad. La mayoría adjudican, con suerte, a finales de julio, quedando de un 10 a un 20 por ciento para septiembre. Va, voy a comentaros que la inmensa mayoría de los centros educativos públicos en nuestro país, hasta octubre no tienen completamente asignados todos los docentes. Algo que es un auténtico despropósito, tanto a nivel organizativo, como a nivel de poder organizarse los docentes a los que se asigna plaza a última hora. ¿Planificación posible? Pues entre cero y ninguna.

Nos matamos vivos en las redes sociales cuestionando si nos estamos innovando encima y hay temas muchísimo más importantes. Si no hay docentes, no hay posibilidad de empezar el curso en condiciones. Si los docentes no tienen tiempo para prepararse materiales de las asignaturas nuevas que van a dar (que, en caso de los que no están nombrados, son todas o, si tienen suerte, la mayoría), pues la calidad, por mucho que lo intenten (¡que lo hacen!) no va a ser la misma. Además ni han participado en la selección de asignaturas y, en muchos casos se les deja lo que los otros no quieren dar. Grupos complicados, asignaturas más complejas de preparación, etc.

Creo que la preocupación de la sociedad debería ir enfocada a lo que realmente permite mejorar la educación. Y uno de los aspectos que permite mejorarla es disponer de la plantilla al completo de todos los centros educativos el día uno de julio. Así se pueden planificar las cosas, se podría permitir integrar e integrarse en el Claustro y poder realizar una coordinación mucho más efectiva. Adelantar empezar las clases en septiembre solo ha servido para que todos esos nombramientos, que antaño también se hacían tarde, se diluyeran con alguna semana más para coordinarse. Ahora llega septiembre y empieza el curso. Con docentes sin nombrar, con otros que no saben ni tan solo dónde van a poder alquilar un piso,… muchas situaciones personales que inciden negativamente en el funcionamiento y gestión de los centros educativos. Como es lógico también en la calidad educativa.

¿Tan difícil sería, o bien adelantar nombramientos a mayo/junio (adelantando también el proceso de preinscripción en los centros) o retrasar el inicio del curso escolar?

Hay debates mucho más importantes y serios que los ámbitos, el ABP, las neurocosas, las inteligencias múltiples, las listas de los Reyes Godos o, si un centro es muy bilingüe. Lo que pasa es que siempre es mucho mejor centrarse en cuestiones transversales que entrar en cambiar ciertas cosas en educación. Y el tema de las adjudicaciones de docentes es algo de lo que nadie se acuerda hasta que llega el desastre de julio. Por cierto, un desastre que, como he dicho antes, no depende del color político que gestione la educación y sí de arrastrar un modelo de adjudicaciones totalmente nefasto para la educación.

Si no hay profesionales nombrados en tiempo para los centros educativos (al igual que para cualquier otra profesión)… pues «patatas». ¿He sido suficientemente claro? Espero que sí.


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