Hay gente que hace y gente que dice que hace. Hay gente que propone, otros que disponen y algunos que, ni disponen ni proponen. Hay gente que cree lo que dicen los suyos y jamás se lo cuestionan, mientras otros están en cuestionamiento permanente. Hay quienes se levantan de dormir por la mañana con ganas y hay quienes, al levantarse ya están cansados. Hay los que pisan callos y los que no. Hay, en definitiva, una gran diferencia entre cómo viven unos y cómo viven otros.

Las sectas tienen clientes porque hay gente, o bien con miedo o, simplemente con pocas ganas de pensar por ellos mismos. Es más cómodo hacer lo que te dicen que proponer alternativas. Es más fácil posicionarte políticamente en una ideología inmovilista, que preocuparte por realidades objetivas al margen de la misma. Es más sencillo transitar por el camino de la mayoría, que buscar un camino al margen del que algunos han marcado con ladrillos dorados. Es más fácil querer llegar a Oz, que plantearte que puedes crear tu propio Oz.

Una sociedad heterogénea, de pensamiento único y planteamientos monolíticos es algo que jamás habría de ser deseable. Veo más coherente que puedan gestionarse ciertas medidas que se están tomando para frenar la pandemia, que convertir en héroes o demonios a los que lo están haciendo. Hay gente que, por desgracia, cuestiona al mensajero en lugar de cuestionar el mensaje. O, simplemente, analizar el mismo antes de hacer una valoración previa según si lo emite alguien de los tuyos o de los otros. Hay mensajes para tu público o votantes, bulos y datos objetivos. Además, lo objetivo en muchas ocasiones es tan líquido que, según como uno haga la foto, lo analiza de una manera o de otra. Es un mundo complejo, plagado de situaciones complejas y visiones sesgadas. Aún así hay datos que existen y que no pueden esconderse.

Uno puede ser vegano, vegetariano, omnívoro o cualquier otro de esos modelos de ingesta alimenticia que existen en la actualidad. En este caso son decisiones personales que, salvo que intenten imponerse, no tienen ningún valor para la sociedad en su conjunto. Las creencias no tienen ningún valor. Hay gente que va a misa y gente que se cisca en la religión. Hay gente que reza de rodillas y otros sentados. Hay gente que no reza. Son, como he dicho antes, decisiones personales que no tienen que ver con ningún dato objetivo. No hay ciencia tampoco tras la alimentación (salvo en cuestión de salud de la ingesta de determinadas proporciones de vitaminas, carbohidratos, etc.) ni tras la religión. Ni tampoco tras la orientación sexual de uno. Uno es libre de tomar decisiones de forma libre. Para eso debe conocer las opciones y tener más inputs que solo un sesgo, siempre interesado, de las mismas.

En definitiva, que para consultar el tiempo que hace en la calle, hay unos que miran por la ventana y otros que se creen lo que les dicen en la televisión o las redes sociales. Voy a descorrer las cortinas para ver qué tiempo hace hoy…


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