Me ha costado mucho tiempo comprender que mi trabajo, salvo hobbies asociados a él como perpetrar este blog, es un trabajo como los demás. Ahora, quizás al estar fuera del aula en determinados proyectos, sea un poco más exigente en cuanto a horario porque hay cosas “que tienen que salir sí o sí en un lapso temporal determinado”. Pero, más allá de lo anterior (que hago sin ningún problema), también tengo claro que hay cosas que antaño hacía que, ni son de recibo, ni son lógicas y detraen tiempo, amén de dinero, a otras cuestiones que deberían ser el leitmotiv por el que estoy trabajando.

Gastar dinero propio en hacer proyectos es estúpido. Más todavía en un sistema económico como el actual. Yo no veo a un mecánico haciendo horas extra arreglando gratis los coches de todas las personas que conoce en las redes sociales. Tampoco he visto nunca a un trabajador de un supermercado (desde aquí aprovecho para felicitarles por su gran labor durante la pandemia, que nunca va a ser suficientemente reconocida), que decida alegre y libremente ponerse a ayudar a colocar el género fuera de su horario, diseñe una estrategia de marketing de la empresa para la cual trabaja en su tiempo libro o, simplemente, vaya haciendo publicidad de ese supermercado para el cual trabaja. Es que es de cajón. Bueno, es de cajón salvo para los docentes. Bueno, salvo para algunos docentes o personas que trabajan en el ámbito educativo.

Llevo veintitrés años trabajando de docente. Bueno, éste es el tercero que estoy fuera del aula, pero lo sumo para decir que estoy trabajando en cosas relacionadas directamente con la educación. En estos años he montado materiales educativos, he creado múltiples blogs en abierto para dar clase, he mantenido una lista de herramientas TIC, he creado una revista online para docentes, he publicado dos libros sobre educación, he ayudado a crear un montón de páginas web/blogs a compañeros, he acudido a charlas, he dado formación, he ido a visitar determinadas empresas y a asesorarlas, he creado un foro para docentes, una red social, colaborado en unas jornadas, etc. Y todo lo anterior sin cobrar ni un solo euro y dedicándole parte de mi tiempo libre. Esto de convertir el trabajo en un hobby y que además te cueste dinero es un problema. Un problema muy serio.

El altruismo se seca de tanto usarlo. Además es totalmente contraproducente. No tiene ningún sentido porque, aparte de despreciar tu trabajo, también estás haciendo daño a terceros. En un contexto maravilloso, en el que todo el mundo se preocupara por los demás, no hubiera dinero en circulación y la mayoría de personas pensaran en el procomún, compartir sería lo lógico. El problema es que, cuando ves que algunos sacan tajada del trabajo de uno, la mayoría de los que hacen las cosas gratis en educación lo hacen para satisfacer su ego o sacar rédito tangencialmente de lo anterior o, simplemente lo hacen por los motivos que yo tenía cuando era más joven (no soy muy mayor, pero ya tengo un poco más de experiencia en ciertas cosas) en detrimento de otras cosas que podrían estar haciendo, te planteas que quizás estamos concibiendo la educación como lo que no es. El concepto de vocación está haciendo mucho daño. Ser profesional implica que te paguen por tu trabajo. Otra cuestión es trabajar para una ONG, dando clase fuera de tu horario a personas que lo necesitan. Pero esto no es lo que están haciendo los docentes “vocacionales”.

Me ha costado pero, por fin he entendido que esto es un trabajo. Ahora tengo claro que, salvo este blog y echar una mano a esos “amiguetes” que saben que pueden contar siempre conmigo, todo lo que haga de más va a ser bajo mis condiciones. No voy a asesorar gratis a nadie. No voy a dar formación gratis. No voy a montar nada en lo que pierda dinero (el tiempo puedo negociarlo). Se acabó lo de hacer cosas para que, al final se mueran de risa o, simplemente, acaben exigiendo de mí mucho más de lo que puedo dar. A partir de ahora no voy a tener ningún problema en decir que NO a esas ofertas irresistibles que me hacen algunos. Mi tiempo vale dinero. Mi vida tiene un tiempo marcado. No voy a ser mejor ni peor profesional por montar cosas altruistamente para los demás. Voy a ser mejor o peor profesional en función de lo que haga en mi trabajo. Un trabajo que, como llevo haciendo desde que empecé en la docencia, voy a intentar hacer lo mejor que sé.


Descubre más desde XarxaTIC

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.