Seguramente os habréis dado cuenta de que, en algunos de mis artículos, incluyo en un paréntesis las palabras «no solo». Lo hago porque, en ocasiones, la reflexión va mucho más allá del ámbito educativo. O, al menos, esa es mi intención.

Hoy me apetece reflexionar acerca del ambiente de trabajo. Es que no entiendo que haya personas que en su claustro se empeñen, especialmente si tienen puestos de «poder», en tratar mal a sus compañeros. Os prometo que no lo entiendo. Menos todavía porque, un mejor ambiente laboral implica mejorar, tanto la profesionalidad de los que trabajan en un determinado centro (se trabaja más estando a gusto) como la calidad de la educación que recibe el alumnado.

Todos los miembros del claustro forman parte, si me permitís por cuestiones familiares hacer esa comparativa, de una orquesta. O una banda, que es algo mucho más de aquí. Y los que tocáis en una banda, conocéis a gente que toca en ella o, simplemente, alguna vez os ha dado por escuchar una, sabréis que la cohesión, las notas y la entrada de cada uno de los instrumentos es importantísimo.

Cada docente, cada administrativo, cada conserje, cada persona de limpieza son parte de una armonía general. Una sinergia imprescindible y vital para enfrentar los retos diarios. Es que no funcionan uno sin el otro. Es que a mayor comunicación, coordinación y respeto mutuo, un centro educativo funciona muchísimo mejor. Si la mitad del claustro no puede ver a la otra mitad, ya podemos intuir que el centro va a ser un auténtico desastre. Salvo, claro está, que haya una dictadura brutal pero, ya os digo que acaba siendo poco productivo para implementar nuevos procesos de mejora.

Cuando la gente de un equipo (no solo) educativo se siente valorada y escuchada se genera un ambiente de confianza. Es que es de cajón. Y ese ambiente mejora, no solo la moral de todo el claustro, fomenta la mejora en todos los elementos críticos del ámbito educativo. Elementos críticos que hay para dar y regalar.

Además, pensad un poco en vuestra experiencia como docentes. Hay temporadas en las que hay mucho estrés o situaciones muy complicadas con las que lidiar. Si se funciona solo a golpe de bastón, las cosas no funcionan. Es importante reconocer la diversidad entre los docentes, dejar que ellos gestionen sus aulas y, en caso de necesitar ayuda, ofrecérsela. Y no. No es un cheque en blanco. Tiene que haber control. Pero el control se puede hacer de muchas formas. Control para sancionar o control para ayudar a ver qué no funciona y poder echar una mano a los que más lo necesiten.

En los equipos docentes hay, al igual que entre el alumnado, líderes positivos y negativos. Hay docentes que se sienten mal por el contexto. Hay otros con situaciones familiares que hace que estén muy bajos de defensas y fuerzas. Hay, en definitiva, lo mismo que fuera de los centros educativos. Personas con muchas historias que, queramos o no, repercuten en el día a día. Es importante saberlo. Es importante echar una mano y remar, ayudando a achicar agua. No estoy hablando de remar para seguir una metodología concreta. Estoy hablando de otra cosa.

No sé si me he explicado bien. Yo sí que me entiendo. Es que ya son muchos años, mucha gente y muchas vivencias. Algo que me ha hecho ser como soy y valorar el buen trato frente a todo. Las personas, por muy profesionales que seamos, somos personas. Y lo personal, como llevo diciendo desde hace bastante tiempo, hace que lo profesional funcione muchísimo mejor.

Reflexionad acerca de qué podéis hacer. O acerca de cómo os gustaría que os trataran. Es que, a lo mejor, quizás algunos estáis tratando a los demás como no os gustaría que os trataran a vosotros. Dadle una vuelta.

 


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