En nada empieza el curso escolar y son muchos los docentes que, eligiendo o encontrándose con la elección ya hecha, van a usar libros de texto en su aula. A diferencia de lo que pensaba hace unos años, con una demonización total en mi planteamiento de uso de los mismos, me encuentro con la necesidad, tal y como ya he comentado en más de una ocasión, de tener que matizar mis argumentos contrarios a su uso. Bueno, he cambiado tanto de opinión en este tema que estoy convencido de que usar libros de texto como material de apoyo beneficia al alumnado, especialmente al más vulnerable.

Así pues, si me permitís, voy a escribir, de una forma más o menos estructurada, acerca de cuáles son, al menos para mí, las ventajas e inconvenientes que le encuentro a usar libros de texto, subrayando dos cosas muy importantes: la necesidad de seleccionarlos correctamente y su impacto en el aprendizaje.

Una de las ventajas de los libros de texto si se han elegido bien y se ha tenido en cuenta la premisa de que «un libro de texto no es el currículo», pueden llegar a facilitar al alumnado una secuencia lógica de aprendizaje. Seguro que a algunos no les va a gustar esto de tener un aprendizaje regulado y con unas fases muy marcadas pero, ya os digo yo, que la estructura de los libros de texto es especialmente beneficiosa para aquel alumnado que requiere un marco de referencia para no perderse. Y además, en el caso del alumnado procedente de situaciones sociofamiliares más complejas, quizás sea de los pocos materiales de lectura o de apoyo académico que va a ver en su casa. Algo que también es muy importante.

Ya os he dicho al principio que si se selecciona bien un determinado libro de texto, sabiendo el enfoque que quiere darse a las clases que uno tenga y teniendo en cuenta de que es solo un material más de apoyo, puede tener una gran utilidad porque, al final, un libro de texto te permite encontrar ideas en bruto (o usar los ejercicios que te vienen marcados) para acompañar el aprendizaje. Al igual que los cuadernos Rubio y las cartillas Palau son fantásticos para aprender a leer, practicar caligrafía (importantísimo aunque algunos lo critiquen) y poder practicar los rudimentos de determinadas operaciones matemáticas, también puede serlo un buen libro de texto.

Si un autor hace bien su trabajo y la editorial que hay detrás comprueba que esté bien hecho, la información que aparece en los libros de texto será verificada y actual. Esto es algo muy importante porque, a diferencia de muchos materiales de dudosa calidad que hay en las redes (también hay de muy bueno, pero el proceso de selección, en caso de querer hacerlo bien, es muy complicado), en el caso de los libros de texto están verificados y validados más allá de una única revisión por el autor del material. Insisto. No estoy diciendo que no haya docentes que compartan materiales fantásticos en las redes. En el día de ayer, sin ir más lejos, Javier Fernández Panadero compartió sus prácticas con Micro:BIT (aquí). Se trata de un material fantástico al que le he echado un ojo. Por eso digo que también hay materiales fantásticos en las redes. Un inciso… ¿os habéis dado cuenta de que la práctica totalidad de los que critican el uso de libros de texto porque, supuestamente desprofesionalizan al docente, jamás publican materiales suyos en abierto? Ya. Será casualidad.

Los docentes, especialmente en Secundaria (incluyendo postobligatoria, o sea Bachillerato y FP) pueden llegar a impartir un gran número de materias diferentes. Así que imaginaos el esfuerzo que supondría crear materiales para cada una de las materias que van a impartir. Especialmente si son docentes que acaban de aterrizar en el sistema y que ya van a tener suficiente trabajo en encontrar un encaje para poder dar clases para que su alumnado aprenda lo máximo posible. Eso siempre y cuando se tenga claro el objetivo de la educación. Un objetivo que va encaminado a mejorar el aprendizaje del alumnado y romper techos de cristal con independencia del lugar de partida. Simplificar el trabajo de los docentes es clave. Y muy importante porque permite tener tiempo para otras cosas relacionadas con la profesión y la praxis docente.

¿Es que no ves ninguna pega Jordi? ¿No ves ningún hándicap a usar libros de texto? Parece que te hayas vendido a alguna editorial o que te hayan untado con treinta portátiles para tu familia o un viaje a Bali con todos los gastos pagados.

Pues va ser que no. Hoy en día, lo de los regalos por usar libros de texto de una determinada editorial, ya se ha convertido en algo mucho más residual que antes. Bueno, en mis veintipico años de aula, no he visto nunca a ninguna editorial que me dijera que por usar su libro de texto con mi alumnado me dieran tal o cual cosa. Va. Voy a reconocerlo. No he usado libro de texto casi nunca salvo, en ocasiones, cuando he dado clase en Bachillerato. Quizás es porque mi materia, Tecnología, siempre ha sido mucho más de montarse uno el material que de usar libros de texto. Eso sí, reconozco que hay dos editoriales que, al menos para mi gusto, que son McGraw Hill y Edebé (heredera de la antigua FP pre-LOGSE), lo han hecho bastante bien. Y no. No me pagan por hacerles publicidad. Dejadme añadir una cosilla: no usar libro de texto no hace a alguien mejor o peor docente.

Va, vayamos con las pegas…

La primera es el coste económico. Los libros de texto cada vez son más caros y, a pesar de tener en algunas Comunidades, como la mía, una subvención en la práctica totalidad, mediante bancos de libros, tienen un precio bastante elevado. He estado revisando los precios en las editoriales y, de forma habitual, salen por un rango de 30 a 60 euros por libro. Por cierto, quejarse del coste de los libros de texto es lícito. Eso sí, por favor, pongamos en perspectiva el coste total para una familia. Y otra cosa a tener en cuenta es que los hijos de las familias con más dificultades económicas siempre los han tenido gratis (haya o no haya, como en la actualidad, bancos de libros). Un detalle, aunque pueda parecer raro lo que os voy a decir a continuación… prefiero gastar dinero comprando a mi hija libros de texto, siempre y cuando los use y le sirvan de ayuda para su aprendizaje, que comprarle un iPhone de última generación.

Ya habéis visto que en el párrafo anterior se me ha colado otra pega de los libros de texto. La del uso de los mismos. Hay centros educativos que obligan a comprar a su alumnado libros de texto de determinadas materias que después, por decisión de los docentes que acaban impartiendo determinadas materias, no se usan. Por eso siempre he defendido que la selección de los libros de texto las deberían hacer los que van a impartir clase. Dar en julio un listado de libros de texto para el curso siguiente sin saber si el docente que va a llegar se siente cómodo con usar un libro de texto de una determinada editorial, o simplemente usar libro de texto, no es de recibo. Estamos hablando de coste, o bien para la administración (bancos de libros) o bien para las familias. Tendríamos que pensar en darle una vuelta a los tiempos.

Otra crítica al uso de libros de texto, aunque no lo es tal, es la obsolescencia de los mismos. Salvo usar libros en determinadas materias de evolución constante (me vienen a la cabeza Informática o determinados módulos en FP), los libros de texto no tienen obsolescencia programada. Un libro de texto de hace veinte años podría usarse perfectamente en las aulas actuales siempre, claro está, teniendo en cuenta y recordando algo que repito hasta la saciedad y que ya os he dicho antes… un libro de texto no es el currículo. ¿Hay temas que cambian de curso? Bueno. No pasa nada. Esos temas se dan con apuntes. ¿Qué problema hay si más del 90% del libro de texto se ciñe al temario que pretendemos dar? ¿Realmente vale la pena cambiar cada cuatro curso los libros de texto? ¿Tiene lógica?

Sí, también existe el problema de que algún docente use un libro de texto como una biblia pedagógica y no se vaya ni una línea de lo que dice. Pero, después de años compartiendo centros con cientos, por no decir más de un millar, de compañeros y compañeras, ya os digo yo que es rara avis el uso de libro de texto como material a memorizar y a vomitar textualmente. Pero seguro que veréis alguno que habla de que la mayoría de los docentes lo usan así. Nada. Es lo que tiene manipular la realidad interesadamente para que alguno siga colando su discurso. Los libros de texto no desprofesionalizan al docente ni coartan la creatividad del alumnado. Pero bueno, queda muy bien decirlo y se consiguen algunos aplausos.

Y, finalmente, volver a entrar en el tema de la correcta selección de los libros de texto y de la necesidad de complementar, ampliar o reforzar, para el alumnado (con diferentes capacidades y habilidades) los materiales que se ofrecen en los mismos. Pero eso viene dentro de las obligaciones de todo docente. Se denomina buscar las mejores estrategias para que el alumnado aprenda lo máximo posible.

No sé. ¿Qué pensáis vosotros? Yo es que, actualmente, prefiero ser equidistante en algunos temas educativos porque, al final, los posicionamientos monolíticos y la pureza absoluta solo llevan a acabar haciendo las cosas mal. Y (no solo) en el tema de los libros de texto hay muchos matices.


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