El jarabe de la risa

Sé que me autoprometí que iba a ser bueno y que, a pesar de tener esos instintos barriobajeros de bloguero impenitente, intentaría refrenarlos. Pero, en días como hoy, desbordado por esprays de la alegría, personajes que justifican no pagar a Hacienda y que confunden impuesto con robo o, simplemente, por el hecho de ser un Blue Monday en el que he buscado descuentos en Amazon y no había, me apetece sacar mi faceta más gamberra. Por cierto, yo pensaba que el Blue Monday era algo con descuentos tipo Black Friday o Cyber Monday. Y, por lo que dicen algunos de esos psicólogos de título en la Universidad de Valdehigueras, es el día más triste del año. Joder, pues yo me lo he pasado muy bien a lo largo del día de hoy. Algo que espero continúe, como mínimo, hasta la hora de ponerme en horizontal.

Para poneros en antecedentes, estos días han dado otros premios de mierda, organizados por una entidad cuyo interés dista mucho de ser el educativo, a los mejores docentes de Españistán. Bueno, de la Península Ibérica descontando el pedacito de la nariz. Va, de esa nación de naciones que dicen algunos. A mí, a estas alturas de la película, me la suda quién mande, qué territorios controle o si Espinete se cepilla a Don Pimpón. Sí, he llegado a estos extremos de pasotismo acerca de muchas cuestiones. Incluso del monotema. Me he cansado y prefiero ver por cuarta vez el mismo capítulo de CSI Miami que las noticias.

Hoy, después de un día de bastante curro (productivo o no ya lo debatimos en pequeño comité), me llega la maravillosa entrevista que ha concedido la mejor maestra de Primaria de nuestro país (fuente). Ya he dicho antes que me da igual país que aldea. Lo importante, como decía alguien que hace tiempo ha desaparecido de las redes, es el “conceto”. Y la croqueta. Por favor, que no nos quiten la croqueta. Creo recordar, haciendo un inciso, que su día fue hace poco. ¿Alguien sabe por qué no hicimos fiesta en un día tan importante? Es que me veo sin hacer fiesta ni por el fallecimiento del emérito o del segundo Papa. Es lo que tiene tener uno lejos y al otro encerrado. Por cierto, ¿vive Ratzinger aún? Es que como hace tiempo que no sale en los medios…

Vende la enseñanza del “ser y del saber” y enseña a escuchar con el corazón. Por Tutatis, mi corazón nunca escucha demasiado. A mí me pusieron orejas (con todo lo que hay dentro) para oír, pero en el 78 (cuando nació la magna docente) ya hacían investigaciones muy avanzadas que permitían, en lugar de oír por el oído (la oreja que he dicho antes es el pabellón auditivo, pero no oye y, con suerte si las tienes grandes, te permite generar energía), hacerlo por el ojete. Perdón por el corazón. Es que ya veis que hoy estoy desatado… disculpadme.

Su premio “lo ha ganado la escuela del corazón”. Bueno, lo ha ganado ella porque, según dice a continuación en la entrevista, dice que “siente que rema sola” y por eso, ella que trabaja en la pública, ha preferido matricular a su hijo en un centro privado en el que, por lo que deduzco, habrá mucha clase magistral, con docentes que no hagan gilipolleces ni intenten experimentar con los hijos de terceros. Es que, si uno no cree en lo que hace, es lógico que quiera para sus hijos lo mejor. Y lo mejor no es encontrarse con este tipo de docentes en el aula. Es como los de Silicon Valley. Mucha tecnología en sus laboratorios pero los que trabajan ahí llevan, en tropel, a su alumnado a centros libres de pantallas. Todo muy coherente, claro está.

Dice que a su alumnado no lo frena el covid porque “hay que ser resilientes y limpiamundos”. Para eso puso en marcha lo del jarabe de la risa. Para empoderar al alumnado. Vaya repertorio de magufadas que, aunque se repitan muchas veces entre ciertos docentes que acaparan espacio en los medios y en las redes sociales, son un auténtico truño a nivel educativo.

Estoy orgulloso de tener a mi hija en un centro público en el que no tuvo en Primaria maestras como Alicia. Supongo que, en caso de haber tenido alguien así, que además reconoce que ese modelo educativo que ella practica no es bueno para su hijo, hubiera hecho el esfuerzo para cambiarla de centro. Por suerte, esta maestra es una excepción. Una excepción que espero siga siéndolo durante mucho tiempo. Por el bien de la sociedad. Por, simplemente, tener esperanza para un futuro. Viva el vino.

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2 comentarios

    1. Demasiados para mi gusto, pero la clave no es dónde lleves a tu hijo. La clave es preguntarse por qué no lo llevas a tu centro. Y eso se responde diciendo… “es que no quiero que tenga docentes como yo”. Eso es lo preocupante.

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