La respuesta rápida a la pregunta planteada en el título del post es no. Claro que con matices, porque sí que puede ser docente alguien que gestione la educación. Eso sí, serlo o no serlo no tiene relación con que sea un buen o mal gestor. Para gestionar un cargo político se ha de ser un buen político. Y ser un buen político consiste en saber gestionar, liderar y dialogar a partes iguales. Es que es algo de cajón. Sí, más allá de que sepas o no de lo que te toque gestionar.

¿Podría un camionero gestionar la educación en nuestro país? Pues si se rodeara de buenos asesores, con independencia de la ideología de los mismos, tuviera capacidad de trabajo y habilidades de gestión y, además hiciera lo posible para saber de qué va el asunto, claro que sí. Al igual que un docente podría gestionar la cartera de Sanidad o el Ministerio de Interior. Lo que te hace bueno en la política es ir aprendiendo mientras tienes a gente muy potente, que sabe del cotarro, a tu lado para echarte una mano en los temas más técnicos. No digo nada que no sea lógico.

En nuestro país hemos tenido experiencias de docentes y no docentes gestionando la educación. Permitidme hacer un inciso, haber estudiado Magisterio, como la Ministra actual, no te hace docente. El hábito no hace al monje hasta que el monje empieza a usarlo. Pero más allá del inciso, recuperando la frase inicial de este párrafo, habiendo y teniendo experiencias previas y actuales con ambos perfiles, podemos observar que no es relevante que uno lo sea o no para hacerlo bien. Y si no, preguntádselo a los docentes catalanes, cuyo Conseller es docente. El problema es, repito, saber gestionar, tener visión de conjunto (que te la dan los que están debajo tuyo), saber escuchar y liderar un proyecto. Los proyectos educativos son mucho más importantes que el que los lleve a cabo. Eso sí, para confeccionar esos proyectos se debe contar con «los mejores». ¿Y quiénes son los mejores? Pues los que sepan de aula, los que sepan y hayan realizado investigaciones educativas, los que sepan de cuestiones tecnológicas y los que, en definitiva, tengan experiencia y conocimientos para poder saber cómo hacer las cosas.

Una cosa es tener una idea educativa, como pueden tener muchos cargos políticos, y otra muy diferente saber cómo puede llevarse a cabo. Yendo más lejos, saber si debe llevarse a cabo. Para eso interesa que, como mínimo en los segundos escalafones, existan perfiles más técnicos que políticos. Y que sean técnicos y/o profesionales buenos. Que sepan de lo suyo y que sepan gestionar equipos de trabajo. Pero, lo principal es que sean escuchados por sus jefes, coincidan o no con sus planteamientos.

He contado en múltiples ocasiones mi experiencia personal. Un cese fulminante por parte del número dos de mi Conselleria por atreverme a cuestionar en abierto los ámbitos. Nada que ver con mi tarea profesional porque, en ese momento del cese, yo era responsable técnico de una determinada aplicación informática. Una gestión que creo que no estaba haciendo mal. Bueno, sé que no la estaba haciendo mal. Y ese es el problema de la educación… que prefieren rodearse, en demasiadas ocasiones, de gente muy poco crítica que les haga genuflexiones con independencia de su valía profesional. Algo que les permite vivir mucho más contentos a los que gestionan la educación en su urna de cristal. Especialmente si esos gestores están más pendientes de temas políticos que de gestión.

Yo no sería un buen Ministro ni Consejero de Educación. En cambio estoy convencido que, con lo que sé y el bagaje que llevo, podría ser un buen cargo intermedio de gestión de políticas educativas o de innovación. Especialmente porque mi perfil profesional sería adecuado para ello. Y perfiles como el mío hay bastantes en educación, tanto entre profesionales de aula como entre investigadores. Pero bueno, como sabemos que no se va a dar la casuística, porque a la mayoría de políticos que gestionan las cosas no les interesa que nadie les cuestione nada, lo dejaremos como una utopía.

Voy a permitirme responder de nuevo a la pregunta planteada… no, no es una condición imprescindible que sea docente el que tome decisiones políticas en educación. Eso sí, tampoco es algo excluyente.

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