Hace unos días Jordi Adell, pedagogo de la UJI y muy conocido por bastantes docentes y personas relacionadas con la educación que naufragamos en las redes sociales, lanzó la siguiente batería de preguntas en Twitter acerca de la relación entre el concepto de innovación educativa y el neoliberalismo.

Fuente: https://twitter.com/jordi_a/status/1429515218934276103

Lo sé. No son preguntas lanzadas sin más y hay un interés en realizarla. No es inocuo el intentar relacionar ambos conceptos para, de una forma torticera, poder mezclar churras con merinas. A pesar de ello voy a intentar, como ingeniero, docente por accidente y lector empedernido de ciertas cosas, responder a las mismas de una forma más o menos coherente. Bueno, tan coherente como el planteamiento de las cuestiones y, en este caso, refiriéndome en exclusiva a la acepción de «innovación didáctica». Sí, el campo de la respuesta se limita solo a lo anterior.

¿Innovar es neoliberal? ¿Todo lo neoliberal es innovador?

Pues antes de poder responder a lo anterior debería ser lógico acudir a los conceptos de innovación y neoliberalismo. Una innovación es una idea, práctica u objeto percibido como nuevo para el individuo (Hoyle, 1969). Si acudimos a algo más actual, podemos usar la definición de Carbonell (2001) para el que la innovación se trata de los intervenir acerca de decisiones y procesos, de forma intencionada y sistémica, para modificar actitudes, ideas, culturas, contenidos, modelos y prácticas pedagógicas.

Por tanto, ya podemos deducir que existe una concepción purista del concepto innovación como algo nuevo y una segunda que, en lugar de acudir a esa novedad, acude a la ideología para el cambio de esa didáctica educativa. La didáctica, añado el inciso, es la parte de la pedagogía que se encarga del estudio de técnicas y métodos de enseñanza. En definitiva, de cómo enseñar. Ojo, y esto es importante, la didáctica se centra en primer lugar en el docente y en su manera de dar/impartir clase.

En el párrafo anterior, queda claro que si se ve la innovación como algo ideológico (el cambio de la novedad no existe porque, a diferencia de otros ámbitos profesionales, son como mucho las herramientas las que se añaden a un modelo que se reinventa, por necesidades del contexto o por necesidades impuestas por el mercado, ideológicas o de intereses poco relacionados con la educación,  cada cierto tiempo).

Y aquí se añade el concepto de neoliberalismo. Actualmente, el neoliberalismo se relaciona principalmente con la Escuela de Economía de Chicago, la cual privilegia la eficiencia del mercado competitivo, el papel de los individuos en la determinación de resultados económicos y las distorsiones asociadas con la intervención y regulación gubernamentales en los mercados. (Palley, 2005). Haciendo un resumen rápido y relacionándolo con la educación, el neoliberalismo sería la concentración de los resultados del alumnado en los docentes de forma individual, competencia entre los resultados del alumnado (mediante evaluaciones supuestamente objetivas u objetivables) y aparición de un mercado educativo no controlado por el Estado, que siguiera sus propias reglas de juego, dentro de un mercado competitivo entre todas las empresas que quieren obtener beneficios de la educación.

Respondiendo a la pregunta y con lo dicho anteriormente, se puede afirmar que parte de la innovación didáctica, entendida como constructo ideológico y procedente de un modelo económico determinado, es neoliberal. En la segunda cuestión no puede existir ninguna duda en afirmar que sí. Todo lo neoliberal es innovador porque el mercado desregulado y de competencia necesita de ideología, herramientas y metodologías, junto con evaluaciones ad hoc, para poder seguir capitalizando (de forma económica o ideológica) la educación.

Antes del origen del neoliberalismo (los 70), ¿qué era innovar?

Desde la Segunda Guerra Mundial, hasta mediados de los ochenta, el discurso económico era muy keynesiano, fundamentalmente en los primeros años tras la Guerra, al encontrarse una economía muy deprimida que, como siempre sucede en épocas de crisis, no podía valerse por sus propios medios para autorecuperarse. ¿Qué significaba lo anterior?

Pues, según la economía keynesiana, el aumento de gasto público puede estimular la demanda agregada, base sobre la que se incentivará la producción, la inversión y también el empleo. En contraste con teorías económicas que centran sus análisis en la escasez de recursos, la economía keynesiana se basa en el exceso de los mismos. El planteamiento expone que el desempleo no llega por escasez de recursos, sino por escasez de demanda.  Según el keynesianismo, el empleo, la inversión y la producción son las tres bases sobre las que hay que trabajar, para evitar o atajar una crisis económica. Al estimular la demanda, se aumenta el consumo y se incentiva la creación de empleo, una fórmula que puede reducir y eliminar temporadas de crisis económica. (Keynes, 1936),

Así pues y si lo relacionamos con la educación, nos encontramos con una política expansiva por parte de los Estados, con inversiones públicas, tanto en tejido empresarial como en servicios públicos. Hay dos partes diferentes: la productiva/extractiva y la inversión en mejora social. Lo segundo afecta a la manera de entender los servicios que deben ofrecerse a los ciudadanos (entre ellos el educativo), alejado de un modelo de competencia directa entre centros y con comunidad educativa formando un núcleo de relación y entendimiento para ese desarrollo nuclear acerca de cómo y qué enseñar. No debemos olvidarnos que, al menos en nuestro país, el modelo republicano de construcción de escuelas públicas, no se retomó hasta finales de los años cincuenta con la mayor inversión y construcción de centros educativos que ha habido hasta el momento. Y con una reducción de la tasa de analfabetismo y aumento de la escolarización a partir del plan Marshall. (Navarro, 1989).

Al no existir modelo de negocio educativo por estar en auge, tanto la agricultura como la producción industrial, además de incorporarse el turismo y la construcción en los 60, los intereses económicos por entrar en un mercado, hasta entonces muy regulado, salvo los editores de libros de texto (del régimen) y los que realizaban los suministros (tanto en mobiliario como en fungibles -escasos-), eran nulos.

¿Existía innovación y propuesta de cambio en un mercado muy regulado? Sí. Además la concepción ideológica de determinados modelos de enseñanza, especialmente en el tardofranquismo, hizo surgir determinados movimientos de renovación pedagógica en ciertos lugares. La innovación, a diferencia de la procedente del neoliberalismo, surgía desde dentro del sistema educativo hacia fuera. ¿Qué era innovar? Pues adaptarse al contexto. Menos individualismo y más colectividad. Más lucha por los derechos laborales y del alumnado que interés por figurar. Menos mediatización (quizás tampoco existían las herramientas) y más dedicación a hacer bien las cosas. Menos formación reglada y más contextos no formales de reunión entre profesionales. Y nunca basarse en metodologías únicas, impuestas o inamovibles.

¿La innovación es solo neoliberal en educación o también en otros campos?

El neoliberalismo es un modelo económico, por tanto se aplica a otros ámbitos. La diferencia fundamental es que no es lo mismo un modelo neoliberal aplicado a servicios básicos (educación, sanidad, seguridad, energía, etc.) que su aplicación a entramados empresariales de maximización de beneficio económico. O no debería serlo.

El sistema educativo forma parte del constructo social. Si la sociedad se guía por un determinado modelo económico, es muy complicado aislar parte del sistema de ese modelo. Es de cajón.

¿Hay innovación en educación en los países comunistas/bolivarianos?

En primer lugar conviene distinguir comunista de bolivariano. E incluso conviene distinguir entre múltiples modelos de comunismo porque, al final, no se trata del modelo ideológico. Se trata de la aplicación de determinados modelos económicos por parte del Estado. Si estuviéramos en una barra de bar hablando de pedagogía, innovación y comunismo, podríamos decir «todo lo que nos dicen que es malo OK Diario es comunista» pero, al final, incluso que algunos quieran confundir o manipular, mediante el uso de, por ejemplo cultura del esfuerzo, comparándola con un texto falangista que lo menciona, hay muchos matices. No es lo mismo el comunismo soviético (sistema económico dominante en el este de Europa, Rusia, China y otros países durante gran parte del siglo XX), con el modelo que se está aplicando en Cuba o Venezuela. Ni tan solo es el mismo modelo económico el que existe en la China actual y en la China del siglo XX. El comunismo, al igual que el capitalismo, evolucionan según necesidades.  Si buscamos el sentido purista a hablar de comunismo para englobar a todo lo que surja del Manifiesto Comunista y de sus principios ideológicos, estaríamos cayendo en un error. (Engels y Marx, 1847).

¿Existe innovación en educación en esos países? Existe innovación supeditada a las estructuras del Estado. Y, curiosamente, son esos países los más (des)innovadores según la visión neoliberal, ya que acuden a modelos tradicionales (no por antigüedad, ya que hay innovaciones mucho más antiguas) para el aprendizaje. Al no existir intereses exógenos, esa innovación se realiza en dos vertientes: la ideológica (mediante la introducción de determinadas asignaturas para adoctrinar al alumnado) y la de exigencia, tanto de los alumnos como de los docentes. Y no, no es lo mismo el modelo educativo de Venezuela o Bolivia, que el de China o el de Corea del Norte. Por tanto, sí que innovan. Pero esa innovación la marca el Estado y no los sujetos individuales.

Como curiosidad, hasta el siglo XXI, la pedagogía China se encontraba en una situación dependiente y limitada, siendo controlada fuertemente por una ideología. Más tarde fue influida por las teorías extranjeras y autorestringida al área práctica, seguida de un estado en el cual se podía enmarcar en ámbitos interdisciplinares. A partir del siglo XXI están empezando a entrar determinadas corrientes pedagógicas de autores externos. (Zhicheng, 2011).

Y, finalmente, la respuesta a la última pregunta.

No quiero ser neoliberal, ¿el modelo ideal es lo que se hacía en los 60, los 50 o los 40?

Es complicado responder a una pregunta, formulada incorrectamente y en la que prima la ideología frente a la necesidad de obtener respuesta. ¿Cuál es el modelo ideal de praxis docente? ¿Cuál es el modelo que debe copiarse, adaptarse y/o reproducirse en las aulas de nuestro país? Pues si partimos de la concepción neoliberal del concepto, son los modelos exógenos los que deben irse introduciendo en el aula. Hay mucho pastel en educación y, por suerte para algunos y por desgracia para otros, tenemos varios actores que trabajan en vasos no comunicantes. Además con odio enfermizo por parte de algunos a los que, lamentablemente, no hacen las cosas o dictan cátedra de una forma o desde determinados lugares.

El modelo ideal es aquel que, a diferencia del filtro que ya tienen las Universidades (y por tanto, es bastante más complicado analizar qué sucede en la educación de forma empírica), se adapta al alumnado, no parte de premisas previas antes de conocerlo (ni metodología apriorística, ni metodología única, ni entrada de homeopatía educativa), se guía por hechos y no por intereses de terceros y se produce por parte de buenos profesionales. Por cierto, ¿qué es un buen profesional? Pues aquel que se adapta al alumnado, sabe de lo suyo y sabe cómo hacer que las cosas se reconduzcan si no le sale bien el plan inicial. Es el que planifica en función del alumnado y no planifica en función de sus intereses metodológicos o creencias. Tan sencillo y tan simple como eso.

¿Modelo ideal? El que funcione. ¿Quién debe aplicarlo? El que sepa de lo suyo (si uno no sabe, por mucha parafernalia que use, sigue sin saber) y sepa de alternativas metodológicas. ¿Mejor en los 40, 50, 60 o 2021? Pues va a depender de muchas cosas. ¿Sale mejor preparado ahora un alumno de Magisterio que uno de los primeros años donde había más maestros que habían pisado el aula dando clase? ¿Es mejor el profesorado de Secundaria con el máster que antaño con el CAP? Las políticas educativas, tomadas normalmente en clave ideológica y/o económica, ¿están mejorando el aprendizaje del alumnado? ¿Es neoliberal la pedagogía? ¿Es perjudicial para el aprendiz el priorizar la ideología frente a los saberes? ¿Por qué hacemos caso a la OCDE? ¿Qué interés subyace tras determinadas herramientas y productos tecnológicos? ¿Las redes sociales mejoran o perjudican el aprendizaje?

En la última pregunta me he atrevido a lanzar más preguntas. Eso sí, jamás he pretendido responder a nadie con lo que he escrito anteriormente. Simplemente me ha servido para replantearme ciertas cosas. Hay preguntas que se agradecen que se hagan. Y creo que deberíamos intentar hacernos más preguntas para poder mejorar la educación.

Bibliografía

Carbonell, J. (2001). La aventura de innovar. El cambio en la escuela. Madrid: Morata.

Engels F. y Marx K. (1848). El Manifiesto Comunista.

Hoyle, E. (1969). How does thc Curriculum Change? I. A Proposal for Inquircs. Journal of Curriculum Studies.1.2. 132-141.

Keynes, J. M., The General Theory of Employment, Interest and Money, London, Macmillan, 1936.

Navarro, R. El franquismo, la escuela y el maestro (1936-1975). Historia de la educación: Revista interuniversitaria, ISSN 0212-0267, Nº 8, 1989, págs. 167-180

Palley, Thomas I. (2005). Del keynesianismo al neoliberalismo: paradigmas cambiantes en economía. Economía UNAM2(4), 138-148.

Zhicheng, H. (2011). El desarrollo de la pedagogía en China. Foro de Educación, n.º 13, 2011, pp. 7-17.


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