¿De dónde saco el tiempo para escribir en este blog?

Es domingo. Hoy tenía un par de cuestiones sobre la mesa para ponerme a escribir acerca de ellas. La primera era el bajo nivel de gran parte de los aspirantes a estudiar el grado de Maestro en la Comunidades que, como en Cataluña y Baleares, hacen un examen previo y, la segunda hacía referencia, de nuevo, al chorro de millones que, desde hace un tiempo, se van en proyectos educativos macro que, al pasar muy poco tiempo, se descubre que son un fiasco que solo ha servido para enjuagar determinadas cuentas corrientes.

Lo que pasa es que me apetece contestar a aquellas personas, muchas de ellas escudadas bajo el anonimato, que cuestionan todo lo que digo o hago bajo determinados argumentos muy poco sólidos. Especialmente después de publicar hace poco en este mismo blog que era imposible evaluar con la LOMLOE (artículo). Es lo que tiene la incapacidad de algunos de contraponer argumentos. Y sí, ser docente no excluye tener esa incapacidad.

Voy a responder a aquellos interesados en saber de dónde saco el tiempo para hacer ciertas cosas. De dónde saco el tiempo para escribir aquí o para haber escrito los libros que tengo publicados. Es que resulta curioso que algunos crean que su vida gira en torno a su profesión y que deben, vocacionalmente, pertenecer a ella en cuerpo y alma. Pues, al menos en mi caso, desde que he vuelto al aula después de haber hecho horas infinitas en mi Conselleria (por culpa de la pandemia), estoy intentando ser un buen profesional y respetar mi profesión. Una profesión que, por si alguno todavía no se ha enterado, incluye trabajar 37 horas y 30 minutos semanales.

Si yo tengo un horario laboral de 37 horas y 30 minutos (ahí se incluye dar clase, prepararla, corregir, formarse, asistir a reuniones de coordinación, reunirse con las familias, etc.), ello implica que a lo largo de la semana, que tiene 168 horas, dispongo de 130 horas y 30 minutos para mí. Contando que duerma un promedio de 7 horas diario, dedique 2 horas diarias a comer y 1 a cuestiones domésticas, me quedarían 60 horas libres para poderlas dedicar a mis hobbies. 60 horas disponibles para hacer lo que me dé la gana. Incluyendo, dentro de eso, poder usar esas horas para escribir en este blog, escribir libros, dar charlas o trabajar en una segunda actividad si fuera compatible con la primera. Bueno, por normativa de compatibilidades solo podría dedicar la mitad de mi jornada laboral a otro trabajo: unas 18 horas semanales aproximadamente.

Por tanto, si a mí me apetece escribir en este blog o dedicarme al onanismo más salvaje, lo hago con arreglo a normativa. Los docentes no vivimos para nuestro trabajo. Tenemos un trabajo, que al menos en mi caso me gusta, pero que obliga solo a dedicarle una determinada parte de nuestra vida. Fuera de esa relación contractual un docente puede hacer lo que le dé la gana. Siempre, claro está, que no deje desatendidas, como en mi caso, determinadas cuestiones clave entre las que, hablando en clave personal, se incluye la paella dominical.

Os agradezco mucho a los que vais cuestionando a mi persona en lugar de argumentar, de forma racional y razonada, acerca de lo que voy escribiendo. Ya veis que me habéis dado tema para el artículo de hoy. Disfrutad del día.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.

Publicaciones Similares

Un comentario

Deja un comentario