Podemos coger una pieza de ropa interior y plegarla en múltiples posiciones. Podemos, incluso, combinarla con ropa roja en la lavadora, para conseguir que esos calzoncillos blancos impolutos, se conviertan en rosa. Incluso podemos, una vez teñidos, proceder a desteñirlos mediante el uso de lejía. Eso sí, los calzoncillos van a seguir siendo los mismos, van a servir para lo mismo y van a tener las mismas características, en cuanto a utilidad, que los que se compraron en el mercadillo. Los calzoncillos no dependen de dónde los compres ya que, al final, es algo que se compra por rutina. O por desgana. Incluso hay algunos a los que nos gusta poco comprarnos ropa interior y que, salvo la elección entre boxer y slips, pasamos de otras cosas. Queremos algo cómodo. Que no irrite y que permita evitar roces desagradables.

Hablo de calzoncillos pero podría hacerlo de bragas o sostenes. Lamentablemente conozco más de lo primero por experiencia de muchos años. Así que me disculparéis que excluya hacerlo de cosas que solo he conseguido ver usadas por terceras personas, con las que no tengo mayor experiencia que la de ponerlas en la lavadora y plegarlas con mayor o menor fortuna.

El símil de los calzoncillos y la educación está claro. Quizás por ello acabamos debatiendo acerca de calzoncillos y del color de los mismos, más que de la parte de la anatomía que sujetan. Sujetar no es proteger. Por ello si a uno le pegan una patada en esas partes, le duele. Lleve calzoncillos de marca blanca o de alguna de esas que siempre anuncian en la televisión, que sientan tan bien a cuerpos exuberantes que, ni representan al común del ser humano y que estoy convencido de que están totalmente retocados por Photoshop. Por cierto, no me dan envidia. Mis lorzas sí que deberían darles envidia a más de uno. Si vienen penurias tengo acumulación suficiente para pasar una mala temporada.

Pero a lo que íbamos. ¿No os parece que le estamos dando demasiadas vueltas al calzoncillo olvidándonos de su función? ¿No estamos valorando el color de los mismos por encima de nuestras posibilidades? ¿No estamos reflexionando acerca de los bordes del doblado en lugar de plantearnos para qué vamos a usarlo o dónde lo vamos a guardar? Es más importante llevar un par de calzoncillos de quita y pon, mientras tengamos una lavadora a mano y se seque en un tiempo prudencial, que llevar cientos. Además, ¿no os habéis dado cuenta de que, en educación, al igual que sucede con los calzoncillos, por mucho que le demos la vuelta, el olor a culo permanece y las manchas, inevitables, lo único que hacen es ir cambiando de posición? Sí, la cuádruple reversibilidad de los calzoncillos es algo que deberíamos evitar. Más que nada por una cuestión de higiene.

No me hagáis mucho caso. Hoy al levantarme he visto la cantidad de lavadoras que toca poner, alguna exclusivamente con ropa interior, y me ha venido a la cabeza la reflexión anterior. Tener calzoncillos limpios es lo más. Lo demás es todo accesorio y, en muchas ocasiones, totalmente prescindible e innecesario.


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