Nuestra Ministra de Educación y FP, Pilar Alegría, es, a la vista de sus declaraciones desde que ocupa el cargo, bastante limitada en conocimiento educativo. Ni sabe qué sucede en los centros educativos. Ni sabe cómo se gestionan. Ni sabe qué legislación les afecta. Ni, salvo un discurso redactado por su becario, tiene ni idea acerca de las necesidades reales del alumnado de nuestro país. Y no es una excepción. Es el típico ejemplo de responsable educativo de los últimos tiempos. Alguien que en los últimos tiempos está, simplemente puesto ahí, para medrar políticamente o para conseguir una cierta relevancia mediática.

Pilar Alegría es Ministra porque «supuestamente» Pedro Sánchez quiere cargarse al Presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán. Es algo que es vox populi en Aragón y que, salvo que alguien esté muy poco enterado de la política socialista, sabe que este da la sensación de ser el principal motivo para haber metido a esta señora en el cargo que ocupa. Además, como todos sabéis, el cargo de responsable educativo solo puede ocuparse por dos tipos de personajes: los que quieren medrar o los más inútiles que, por ser amigos de alguien, deben tener un carguito. Es el último que se reparte cuando hay reparto de pastel y siempre, curiosamente, acaba siendo casi siempre salvo honrosas excepciones (que las hay y ha habido) para los dos perfiles anteriores.

Sé que gestionar políticamente la educación no implica saber de educación. Quizás convendría saber algo o dejarse asesorar por gente que sabe. Y eso se hace en numerosas ocasiones. Más de las que la gente se cree. Si no fuera así, la educación todavía iría peor de lo que va. Reconozcámoslo, tampoco está para tirar cohetes. Pero bueno, con una Ministra como la que tenemos y responsables autonómicos más dedicados a sentencias judiciales, a joder a sus docentes o, simplemente, a buscar una salida para subir más arriba después de haberse promocionado en su partido, tenemos una mezcla muy interesante de figuras y figurantes.

Ayer la Ministra de Educación y FP cesó «fulminantemente» a su Secretario de Estado. Alguien que, estando de acuerdo o no con él, algo sabía de educación. Ahora ha puesto a un inspector de educación que, también, algo sabrá del asunto. Que el inspector venga de Baleares no es una cuestión baladí. Creo que cualquiera que sepa leer entre líneas sabrá que los responsables educativos están para satisfacer cuotas de mercado y tener contentos a determinados amiguetes del partido. Repito… no digo nada que cualquiera con dos dedos de frente no sepa o pueda deducir con facilidad. Por cierto, el nuevo Secretario de Estado de Educación fue uno de los socialistas que votó en contra de la reforma de la Constitución. Es de esos que se equivoca al pulsar un botón y al que jamás debería darse acceso al botón rojo de las armas nucleares. Nada, un simple chascarrillo sin más, envuelto con uno de esos tonos irónicos que debo corregir.

Pilar Alegría no sabe de educación. No le interesa saber de educación. Solo le interesa cortar cintas, salir en los medios y promocionarse para otras cosas. Lo curioso de estos personajes es que, siendo totalmente lícito el dedicarse a la política, cortan cabezas cuando no toca o se largan cuando más complicado está el asunto. Todos nos acordamos de Celaá y sus actuales genuflexiones como nueva embajadora del Vaticano (¡a ver si dejáis de pensar que quería quitar la Religión de los centros educativos!). De Wert y su colocación de su pareja en el Ministerio, hasta conseguir el retiro dorado. De Mariano Rajoy. De Esperanza Aguirre. De (…). Es que la lista es interminable. Y si añadimos los responsables de las diferentes Consejerías todavía más. Que hasta en la Comunidad Valenciana tenemos la reciente fuga de Marzà para centrarse en su partido político, sin calendario ni currículo aprobados. Aquí todos saben cuál es su prioridad. Una prioridad que dista mucho de ser la educación aunque, como he dicho antes, algunos saben algo de lo que gestionan y otros no tienen ni pajolera idea.

En este post no discuto que algunos no lo hayan intentado hacer lo mejor posible en sus cargos como responsables educativos (¡sé que algunos lo han hecho!). Lo que cuestiono es que la educación es siempre un lugar, o bien para trepar, o bien para dejárselo a alguien como restos a la hora del reparto de cargos. Y así nos va. Con una Ministra cuyo conocimiento de la educación es entre cero y ninguno. Algo que, por desgracia, no es una excepción ni a nivel estatal ni autonómico.

Soy de esos utópicos que, por profesión y por ser padre, me interesa tener la mejor educación posible. Creo que nuestro alumnado se lo merece. Creo que nuestro profesorado, también. Y ya no digamos la sociedad en su conjunto. Por eso me cabrea ver cómo se toman determinadas decisiones y qué se está haciendo en un ámbito, quizás no tan sensible a corto plazo como el sanitario, pero sí muy importante para la sociedad que queremos y para aquellos que van a formar parte de la misma. Por eso artículos como el de hoy. De impotencia absoluta.

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