Debemos defender, como ciudadanos o profesionales de cualquier ramo que, especialmente por parte de las administraciones públicas, se nos ofrezcan datos objetivos y que, a su vez, dichos datos objetivos no estén sometidos a manipulación. Sí, los datos objetivos también pueden manipularse, las investigaciones pueden “interpretarse sesgada e interesadamente” e, incluso, siempre existe la posibilidad, en caso de no poder proceder a su manipulación, de intentar desviar el tema hacia otra cuestión que nada tiene que ver o usando el típico “los otros también lo hacían” o “lo otro tampoco funcionaba”. Esto de que lo “otro tampoco funcionaba” es muy usado en docencia para justificar que algo no deba demostrarse que funciona o no lo haga.
Los únicos datos que sirven son los datos en bruto y las investigaciones que dejen la interpretación al que las lee (suponiendo que, el que las lee es capaz de entenderlos). Un ejemplo muy claro es comparar la caída del PIB en nuestro país (-18,5% que es el dato objetivo) mediante las siguientes gráficas:
Gráfica 1. Ana Blanco: RTVE española (ente público)

Gráfica 2. Vicente Vallés (A3, ente privado)

Por tanto ya podemos comprobar que, con los mismos datos objetivos, se está dando dos versiones diferentes al espectador. Y, en ninguno de los dos casos se está mintiendo con el dato objetivo ofrecido. Simplemente, lo que se está haciendo es usar un modelo de representación gráfica para darlos de una determinada manera u otra. Y, como bien comprobaréis, a poco que sepáis algo de estadística, es bastante más correcto el segundo que el primero porque, sinceramente, lo de representar una caída, incluso que sea con la doble barra de corte de la línea (usado cuando los datos son muy altos en proporción con datos anteriores), tiene un determinado sesgo muy marcado. Por cierto, en el segundo caso hubiera sido más exacto a nivel de representación, en lugar de establecer un 2% de margen superior de la escala, seguir jugando con escalas de diez. Es que conviene intentar buscar, para aquellos que creemos en lo público, algo que permita defender de alguna manera la manipulación mediática a la que nos están sometiendo en los últimos tiempos.
Ergo, hay dos maneras de defender los datos de Ana Blanco: una, mediante anulación ideológica del sentido común, comparando a la periodista con Urdaci (justificarse porque otros también lo hicieron es algo muy manido) o dos, mediante el ataque ad hominem a Vicente Vallés mediante el calificativo de fascista. Al final algunos es que solo ven fascistas cuando no se creen un determinado discurso oficial que, basado en datos objetivos, intenta vendernos lo que no es. Toca releer, como bien sabéis, 1984. Y no, no hay color entre esa distopía y lo que está sucediendo en la actualidad.
Por cierto, como bonus track, la siguiente imagen del Twitter de RTVE, comparando las caídas del PIB entre diferentes países:

En este caso, usando a posteriori por parte del medio público, el argumento de “nos hemos equivocado y no volverá a pasar”. Bueno, solo lo primero. Lo segundo es que me ha venido a la cabeza para hacer lo mismo que hacen muchos… intentar derivar los datos a intereses ideológicos 😉

No dejéis nunca que un dato objetivo os estropee vuestra ideología. Y si lo hace, buscad algo que, incluso que sea en la época de los dinosaurios, que permita contraponer otra cosa. Es que lo importante es poderse autojustificar uno. Además, como ya sabéis, los vuestros nunca se equivocan y son los datos los que se empeñan en decir otra cosa. Malditos datos.
vista aguda!!!