Me he levantado tarde hoy. Tarde para lo que acostumbra a ser normal en mí. Cena con familia y fantástica compañía. Despeje rápido de mesa y regalos que, de forma muy curiosa y embalajes variopintos, tanto en forma como en tamaño, han ido apareciendo bajo el árbol. ¿A qué venía lo anterior? Ah, sí. A que me había levantado tarde para ser yo teniendo, como causa, el haber ido a dormir tarde. Duermo poco, pero mis escasas horas de sueño se mantienen estables.
Hoy me apetece ver con los ojos de las personas que me rodean la magia de los Reyes. Sigue habiendo magia. Mucha más que cuando me trajeron la primera careta de Mazinger Z o el primer Quimicefa. Especialmente porque la voy a vivir por ojos de terceros. Terceros a los que quiero. Hace años que ya estoy al otro lado en Reyes. Con pijamas y calcetines como regalos más habituales. No hago cartas. Y, a pesar de ello, piensan en mí. Pero me gusta más que piensen en las personas que viven conmigo.
La edad nos hace disfrutar a algunos cada vez más con pequeños detalles. Simplemente ver cómo, creyendo más o menos en la magia o en datos y evidencias acerca de Sus Majestades, se alegran los que tienes más cerca de ver como, en mi caso concreto, debajo de un árbol aparecen determinados objetos envueltos en papel multicolor, ya tienes suficiente. Y cuando ves sus caras de sorpresa y alegría, te llevas parte de la suya para sentirla como propia. Es lo que tiene ver a la gente feliz. Y a mí me gusta ver a la gente feliz. Especialmente a los que tengo más cerca aunque, he de reconocer que si todo el mundo fuera más feliz, me haría mucho más feliz.
Puede ser egoísmo pero, lo único que me apetece un día como hoy, cuando dentro de un rato veré la ilusión en otros ojos que, seguramente acabará pegándose en los míos, es disfrutar por ver hacerlo a las personas a las que más quiero. Es intentar ver por sus ojos. Es saber que, tras un simple objeto material sin más trascendencia hay lo verdaderamente importante. Y lo importante es poder estar todos bien. Bueno, todas. Soy minoría minoritaria en mi familia.
Me alegro mucho por alguien que sé que ayer fue abuelo. También por alguien al que sé que todas las pruebas médicas le salieron bien. Los Reyes hacen bien su trabajo. Al menos, por mucho carbón que me traigan por lo que digo en este blog o en las redes sociales, sé que voy a disfrutar mucho el día de hoy. Al igual que disfruté el día de ayer y espero hacerlo el día de mañana. El tiempo pasa inexorablemente. Lo que no deberíamos dejar pasar son aquellos momentos en los que ver a la gente a nuestro alrededor, alegre y disfrutando de ciertas cosas, nos haga sentir como niños sin preocupaciones.
Espero que a vosotros os hayan traído muchas cosas. A mí me han traído, desde los últimos Reyes, muchas cosas muy importantes. Cosas que espero poder seguir compartiendo con la gente que quiero mientras la salud me siga dando un respiro.
Con ganas de ver las caras de todas cuando se depierten…
Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉
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Si en el fondo tienes corazoncito, Jordi. Bueno, corazón grande ❤️(como algún otro que sabemos aunque va de duro por los sitios de redes sociales, jeje)
Que no perdamos esa mirada de niño en todo el año; yo tengo ahora, además, otros ojos para ir redescubriendo el mundo
Muchas felicidades “abuelete”. Más ojos implican redescubrir muchas cosas. Y, además, aumenta la felicidad en porcentajes inverosímiles. Un fuerte abrazo Iñaki.