Una de las ventajas o inconvenientes de nuestro país es que, al estar gran parte de las competencias educativas transferidas, todo lo bueno o lo malo que se legisle desde el Ministerio de Educación, va a poder aplicarse o reconducirse según intereses ideológicos del partido que gobierne en cada una de las Comunidades. Salvo en Ceuta y Melilla, el Ministerio de Educación tiene muy poco poder de decisión. Ni en la toma medidas acerca del plurilingüismo, ni acerca del modelo de formación del profesorado, ni acerca de la distribución del currículum, ni… En definitiva, por suerte o por desgracia, el Ministerio de Educación no pinta nada. O casi nada porque, al igual que la LOMCE no se llegó casi a aplicar en algunas Comunidades (las que no gobernaba el PP, que la retrasaron y modificaron hasta el infinito), la LOMLOE también se va a hacer de rogar en otras (en este caso en las que no gobierna el PSOE) que, por cierto, van a aplicar algo que nada va a tener que ver con lo que emana del Ministerio.

Hoy hemos conocido (algunos ya lo intuíamos al saber bajo mano el nombre de algunos de los asesores del Ministerio) el “vuelco” que se pretende dar a la educación española. Nos lo comentan grosso modo en el siguiente artículo (enlace), aunque el titular, como todos los que se refieren a la educación, dista mucho de ser la clave del texto completo.

En primer lugar se quiere optar por un modelo de codocencia (dos profesores en el aula para impartir una determinada asignatura). Un modelo que obliga a coordinarse y que, con la experiencia previa de algunos lugares en los que se ha hecho el experimento, lo único que hace es desprofesionalizar a los docentes. Institucionalizando las afines y el “valer para todo” que tanto hemos sufrido algunos por ser los últimos interinos que llegábamos a nuestros centros. Al Ministerio de Educación le gusta el modelo de profesorado generalista. Un modelo que también avalan muchas Facultades de Magisterio y no pocos pedagogos. Es que, lo de poder dar de todo sin tener ni puta idea de nada es lo más parecido al tertulianismo televisivo. Algo que va a potenciarse desde el Ministerio. Y ya, el sueño húmedo de algunos sería que desapareciera el profesorado de Secundaria para que se creara una carrera específica para ser profesor de todo. Bueno, lo serían del ámbito humanístico y social o del ámbito científico-tecnológico. Nada de tener historiadores, filósofos, matemáticos, físicos, biólogos, ingenieros, filólogos, etc. en educación. Mucho mejor tener docentes de ámbito. Sin ninguna base sólida pero con mucha “competencialidad”.

La propuesta de dar varias asignaturas (va, lo de denominarse asignaturas o materias es más ideológico que otra cosa) a la vez en el aula lo único que hace es que la misma se convierta en un despropósito. Si un grupo de 30 alumnos tiene a dos profesores en el aula y mientras la mitad de la clase hace Matemáticas, la otra hace inglés, ¿nadie ve que es un auténtico desastre? Ya no hablo solo a nivel de descoordinación. Hablo a nivel de aprendizajes. Las aulas deben ser permeables pero no podemos soltar dos o tres aprendizajes específicos a la vez. Más que nada por el bien del alumnado. ¿Alguna vez alguien que asesora o redacta leyes piensa en ellos? Es que da la sensación que los asesores no hayan pisado un aula en su vida y si lo hicieron, debió ser en el Pleistoceno.

El trabajo colaborativo es un truño. El trabajo colaborativo es un modelo empresarial aplicado a la educación. Todos sabemos que cuando se manda un trabajo para un grupo, hay el que trabaja, el que no y los que están en ese momento filosófico de ver qué hacen. Los trabajos en grupo son perversos. Llámense ABP o porras con chocolate. Se debe enseñar a trabajar en equipo. No se debe hacer un aprendizaje en equipo. Más que nada porque el aprendizaje en equipo atenta contra la personalización del aprendizaje. No todos aprenden en los mismos tiempos. Pero bueno, eso por lo visto, no se lo ha planteado nunca nadie. Todos acudiendo al mito de los estilos de aprendizaje pero sin entrar en lo único que sí que es empíricamente demostrable: los aprendizajes temporalmente divergentes.

Se propone la eliminación del currículum como conjunto de saberes para convertirlo en un currículum competencial. Con unos objetivos mínimos que deben cumplirse al acabar cada una de las etapas educativas. Los objetivos mínimos de toda la vida en formato competencial. Ya lo era, pero esto de reinventar la rueda es algo que a muchos les gusta. Cogemos unos saberes, los dividimos hasta partes infinitesimales y pretendemos que sean competentes en partes pequeñas de un saber global. Es como enseñar a sumar y decirles que ya son competentes si solo saben diferenciar el signo de la suma del signo de la resta. Éste es en resumen el aprendizaje competencial. Unas competencias que, salvo cuatro descerebrados que se las creen y tres que se montaron un chiringuito con la LOGSE, tienen el mismo valor existencial que los Ganimedianos.

Lo que no deja de ser surrealista es que un currículum tan competencial (sic.) deba evaluarse con pruebas competenciales. Es como decir, vamos a evaluar tu aura en función de un detector de auras que han diseñado unos seres místicos que, en función de la longitud de onda del aire que expiramos, puede saber la calidad de nuestra aura. Esos místicos van a sacarse una pasta diseñando guías metodológicas para la medición de auras. Como no existen, nadie puede acudir a la hoja de reclamaciones. Si queréis os doy los nombres de los que van a trincar con el asunto. Bueno, mejor no, porque es muy fácil encontrarlos.

Y ya la guinda del pastel es que se va a permitir que cada centro educativo bunkerice la educación. Que puedan decidir qué estrategias metodológicas usen, cómo gestionen la contratación de su personal e, incluso, pueden buscar docentes que sean de su cuerda estratégica. A lo mejor un centro que tenga como núcleo las inteligencias múltiples, solo va a contratar docentes que crean en ello. Ídem para neuromandangas y similares. Sí, los centros educativos podrán decidir parte del currículum. Lo mejor para tener el mejor aprendizaje del alumno es que cada alumno aprenda algo diferente porque haya estudiado en un centro diferente. Competencia absoluta entre centros. Existirán los centros públicos donde se harán experimentaciones a tutiplén (según la ideología educativa del que lo gestione), los privados que harán lo mejor para aumentar clientela y los que ofrecerán una educación de calidad. Estos últimos, por desgracia, solo al alcance de unos pocos. No hay nada mejor para privatizar la educación que dar rienda suelta a que cada centro haga y enseñe lo que le dé la gana de la manera que le interese. Veo el futuro… un 80% de centros guardería, un 15% de centros donde se aprende algo y un 5% para las élites culturales de este país.

Lo mejor que puede hacer uno viendo lo que se vislumbra es ahorrar para, en caso de tener hijos en edad escolar, poder llevarlos a ese 20% de centros educativos que he comentado anteriormente. Alguno a lo mejor es público pero, por desgracia, obligará a irse muy lejos porque, al final, lo que se expandirá como modelo no es el que haga al alumnado crítico y con una amplia gama de saberes para poder desenvolverse y adaptarse en la sociedad. Lo que se expandirá es un modelo, para formar mano de obra barata, que no cuestione ni cuestione a los que la dirijan.


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