En mi tierra de adopción me he aficionado parcialmente al “esmorzaret”. Un almuerzo pantagruélico, iniciado normalmente por olivas y cacahuetes, poco recomendable por cualquiera de los médicos que, curiosamente, se hallaban a mi lado haciendo el suyo hace unos días. Sí, soy de esmorzarets muy puntuales. Mi cuerpo, ya con lorzas innatas, tiene su límite de elasticidad. Bueno, ahora ya ha pasado de elasticidad a plasticidad. No hay manera de que retorne a su estado inicial.
Y el esmorzaret me lleva a pensar en la educación. En la presión que hay por parte, tanto de las administraciones educativas, como de los que solo han visto un aula de etapas obligatorias cuando estudiaron o en foto (léase foto o vídeo de TikTok), para reducir los contenidos por ser, supuestamente, inabarcables. El concepto del menos es más. Un concepto que, curiosamente, no funciona con el esmorzaret. Ni con nada del mundo real. Más esmorzaret implica más posibilidades de llenar el buche. Más salario implica más dinero para ciertas cosas. Más conocimiento implica poder ser más crítico con el entorno y poder, a su vez, poder ascender, tanto en salario como en posibilidades de tener tiempo laboral para más esmorzarets.
Perdemos el tiempo en educación planteándonos comprimir o alargar contenidos. Contenidos como base de aprendizaje. Con cosas que van antes que otras. Antes de un esmorzaret debes tener una buena preparación previa. Debes saber qué es un “esgarraet”, un “blanc i negre”, un “almussafes” y un “cremaet”. Es vocabulario básico sin el que es imposible integrarte en la sociedad valenciana. Salvo, claro está, que seas más raro que un piojo o vegano. Bueno, el otro día leí de esmorzarets para veganos, así que no hay excusa.
¿Por qué nos empeñamos de tratar al sistema educativo de forma diferente como tratamos a otras cosas? ¿Por qué tenemos tanto interés en reducir contenidos para que alguien tenga más problemas no llegando a los mínimos deseables? Si sobran contenidos no pasa nada. A mí me preocupa, volviendo al caso del esmorzaret, quedarme con hambre. Y si te quedas con hambre después de un esmorzaret tienes un grave problema. Bueno, lo tiene el local que te ofrezca lo anterior. Pues lo mismo en educación.
¿Estoy diciendo con lo anterior que debemos introducir contenidos a presión, de la forma que sea, sin tener en cuenta otros parámetros? Pues no. Estoy diciendo que antes de poder aprender ciertas cosas se deben aprender otras. Y que, al final de todo el proceso, más vale que sobre que no que falte. A buen entendedor…
Por cierto, la inspiración de hoy proviene porque hoy me toca otro de esos esmorzarets. Y debo confesaros que, después de selección de asignaturas que hice ayer para el nuevo curso (ocho primeros de ESO, pudiendo elegir otros cursos) necesito recuperarme de esa decisión con un buen almuerzo. A ver si no me lo merezco. 😉
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8x1ESO? 24h lectivas? Demasiado “vi i llimonà”, no?
Pues no. Soy profesor de Tecnología y, en la Comunidad Valenciana, al tener profesorado de la especialidad de Informática en ESO y Bachillerato, hemos optado en muchos centros educativos por coger la asignatura de Tecnología y Digitalización de primero de ESO (2h/semana) y repartirla entre los dos Departamentos. Por tanto esos 8 grupos de primero de ESO implican solo 8 horas lectivas para el de Tecnología. También impartiré un cuarto de ESO de Tecnología y una nueva asignatura de primero de Bachillerato de Métodos de investigación. Y también una hora de “parchís” (léase Atención Educativa) en tercero de ESO. Ya con eso sí que finiquito el horario. Con eso y con una microreducción por llevar algunos temas TIC en mi centro. Espero que ahora ya te cuadre más. 😉