No es nada difícil, especialmente con la cantidad de investigaciones ¿científicas? que se publican a diario, encontrar algún papel que refrende nuestras opiniones educativas. Estoy convencido de que podríamos encontrar alguna que defendiera incluso la necesidad de quemar las escuelas para mejorar la educación. U otra en la que se afirmara tajantemente que sustituir a todos los docentes especialistas por titulados en Pedagogía mejorara nuestros resultados en las pruebas PISA.
El problema, como he comentado en varias ocasiones, es la calidad de lo que se está publicando en el ámbito educativo. Especialmente cuando, por desgracia, hay mucho más interés en publicar cosas que en investigar. Y lo sé. Este afán por sacar publicaciones a peso no lo padecemos solo en educación pero, una de las características que tiene la educación y no tienen otros ámbitos, es que aquí no hay posibilidad, en muchas ocasiones, de ver los resultados a corto plazo de lo que dicen esos papeles con letras y lamentable, en demasiadas ocasiones, redacción.
Por lo visto Murcia ha vetado (o más bien reducido, ya que los medios son mucho de manipular) el uso de elementos digitales para Infantil y los primeros cursos de Primaria (enlace). Bueno, no ha vetado nada. Simplemente ha dictado unas recomendaciones para que, especialmente en adquisición de competencias en lectoescritura e iniciación a las matemáticas, se prescinda de elementos digitales. Algo que, por lo visto, para algunos es volver al pasado. Además, publican cuatro panfletos/libelos de malísima calidad, que ellos avalan como magnas y sesudas investigaciones que afirman que usar elementos digitales mejoran las competencias en lectoescritura. El problema es que no dejan de ser panfletos. Panfletos que son muy diferentes de las investigaciones que podemos encontrar (por favor, ya las incorporaré otro día, pero hoy el artículo tiene una intención más global) que afirman lo contrario y avalan la decisión tomada por el gobierno murciano.
Que uno trabaje en la Universidad y haga investigación, no implica automáticamente que la misma sea de calidad. Publicar cuatro investigaciones al mes ya permite intuir la calidad de las mismas. Bueno, solo con una investigación al mes ya se puede intuir la calidad de la misma. Hay algunos que están publicando por encima de sus posibilidades. Y ello lleva a la existencia de una cantidad de «papeles» de dudosa calidad que, por desgracia, acaba permitiendo a todo el mundo afirmar que lo que dice es cierto porque hay «papeles» que lo dicen. Da igual la calidad de los mismos. Lo importante es que alguien lo ha dicho en algún sitio.
Siempre podremos encontrar un «papel» y elevarlo a ser considerado una investigación contundente que permita refrendar nuestras opiniones educativas. El problema es que, por desgracia, la calidad del mismo será nula. Eso sí, no dejemos que nadie nos arruine nuestras opiniones educativas. No dejemos que ninguna investigación (o cientos de ellas) nos diga que lo que afirmamos, refrendado por un conjunto de papeles de nula calidad que ha hecho alguien por el simple hecho de publicar algo, no es cierto. A ver si vamos a tener que cambiar nuestra opinión sobre la educación. Una opinión que algunos van a defender con uñas y dientes, apoyándose incluso en artículos escritos por su amigo en un blog o en un medio de comunicación, para dotarlos de validez.
Nada. No me hagáis caso. Seguro que todos los que opinan sobre educación y que ponen sobre la mesa determinados «papeles» llevan razón. Eso sí, no os pongáis a leer de forma crítica la mayoría de las cosas que enlazan como investigaciones. Si lo hacéis, posiblemente, se os caerá el mito u os obligará a replantear muchas cosas. Y no es plan, porque es to guapo llevar siempre la razón. A ver si no.
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