En educación, al igual que en cualquier otro ámbito, es importante preguntarnos ciertas cosas antes de dar una metodología, una noticia, apuntarnos a una moda «innovadora» o, simplemente, creer en lo extrapolable que es el resultado de una determinada práctica realizada por terceros que nos publicitan en las redes sociales como buena y extrapolable. Lo fácil siempre ha sido no preguntarse nada, creerse lo que a uno le interesa creer (por necesidad imperiosa de hacerlo o porque le cae, más o menos bien, el que se lo vende) o, simplemente, seguir la corriente que le marquen interesadamente los medios. Es mucho más cómodo hacer de trucha que de salmón. Vamos a ser realistas. Es muy incómodo tener que preguntarte cada momento acerca de qué estás haciendo o replantearte, a los pocos minutos, si realmente esto que has comprado merece el gasto (económico o de esfuerzo personal) que has dedicado a ello.
Por eso me gusta recordar una hoja de referencia que siempre tengo a mano, accesible y en la que creo, acerca de las preguntas que deberíamos hacernos como personas que trabajamos en el ámbito educativo (no estoy hablando solo de la docencia, ya que va mucho más allá).
Si nos hiciéramos estas preguntas, en dos días acabamos con los gurús educativo de medio pelo, los influencers que se han montado un negociete o, simplemente, dejaríamos de caer en las redes de aquellos vendehumos que nos están bombardeando con metodologías truchas, certificaciones de multinacionales, insignias molonas o discursos que, al poco de empezar con las primeras preguntas, ya descartaríamos porque las respuestas que obtendríamos harían descartes muy necesarios.
Eso sí, como todos sabemos, lo cómodo es hacer un «follow the leader». Para cuestionarse ciertas cosas tocaría ser críticos a priori, leer y pensar. Lamentablemente muy pocos están dispuestos a hacerlo porque tiene su coste. Y, reconozcámoslo… no es fácil. No es nada fácil.
Descubre más desde XarxaTIC
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.