Hace un par de días estuve hablando con alguien que me comentó que mi faceta más mediática influirá en cómo van a analizar el trabajo que estoy haciendo. Que algunos van a mirar con lupa todo lo que haga y que van a buscar el mínimo resquicio por donde puedan intentar hacerme daño.

No es algo que me preocupe. Cada vez que entraba a un centro educativo para dar clase en los últimos años, algunos confundían lo que escribo con la persona. A poco se les pasaba y me juzgaban por lo que estaba haciendo. Y, más allá de mis ideas, que pueden ir cambiando en función de los datos, las evidencias y la experiencia, tengo muy claro que me debo a lo que marca la normativa y a las reglas de juego que vienen dadas. En definitiva, a mi trabajo.

Ahora, al igual que hace unos años, por motivos personales que saben mi familia y allegados, he tenido que volver a salir del aula. Soy un maravilloso desertor de la tiza que, aunque lleve más años de aula que muchos que me están ahora cuestionando por ello, intento trabajar y poder sentirme ilusionado con lo que estoy haciendo. Además creo que lo hice bien la primera vez que me fui del aula y creo que, por ahora, lo estoy haciendo aceptablemente bien en esta segunda ocasión.

El problema es que, como he dicho al principio, hay algunos que son tan cafres que juzgan determinadas cosas sin saber. Atribuyen a mi persona cosas que los datos demuestran que no son ciertas o, simplemente, pretenden hacerme daño mediante la difusión de determinados bulos que, amplificados por algunos personajes, pretenden hacer colar como ciertos. Es una pena el esfuerzo que dedican a ello. Con lo interesante que sería que hicieran algo por mejorar la educación en lugar de pasarse la vida en las redes sociales abocando su frustración. Con lo fácil que es buscar los datos. Con lo sencillo que es saber que unas decenas más de algo implica que, en lugar de reducirse, lo que sucede es que aumenta un determinado número. Con lo fácil que sería informarse más allá de los intereses personales o ideológicos de algunos. Con lo fácil que sería leerse normativa y buscar en la RAE el concepto de reestructuración.

Uno puede juzgar el trabajo de los demás conociéndolo, preguntando a los que lo conocen o, simplemente, poniéndose a desligar el odio personal de la realidad. El problema es que, por desgracia, mirar con gafas mal graduadas hace que algunos estén haciendo mucho el ridículo. Y no sabéis lo que me estoy riendo por ello.

Un abrazo a los que estáis anclados en el ad hominem. Si me lo pedís, estoy dispuesto a facilitaros una fotografía dedicada para que podáis usarla para desahogaros. Eso sí, por favor, informaos un poco. Sois profesionales y personas que, supuestamente tenéis un determinado nivel cultural. No cuesta tanto hacerlo para no meter la pata.

¡Tengo unas vistas fantásticas mientras estoy escribiendo esto! Tan fantásticas que voy a ponerme el bañador para ir a darme un paseo por la playa. Así pues, disculpadme… prometo que intentaré ponerme un bañador acorde con mi tono de piel. No sea que también reciba críticas por ello. O que me achaquéis, sin haberme visto, el uso de un determinado color que no sabéis.

Finalmente deciros que no me importáis nada y que, aunque os penséis que este artículo indique lo contrario, lo que sucede es que no tenía muchas ideas acerca de que escribir hoy y que, gracias a los pantallazos de vuestras boludeces que me han ido enviando, me habéis dado la oportunidad de estas líneas. Unas líneas a las que sabéis que soy adicto porque, repitiéndome más que el ajo, me encanta escribir.


Descubre más desde XarxaTIC

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.