Antes de empezar con mi propuesta, debemos tener claro en qué consiste la inclusión educativa y cuál es la función principal de la escuela. Si manipulamos lo primero o lo segundo, por desgracia, no se puede hablar de inclusión educativa tal y como lo voy a plantear en mi propuesta.
Yo tengo manía, para lo bueno y lo malo, con la RAE. Por eso me apetece entrar en su aproximación del concepto de inclusión. Pues bien, incluir consiste, según la RAE, en su primera acepción en:
Poner algo o a alguien dentro de una cosa o de un conjunto, o dentro de sus límites.
Va, voy a comprar el concepto de inclusión educativa de la UNESCO para que nadie se me enfade y poner que “inclusión educativa” es:
El proceso de identificar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los estudiantes a través de la mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, y reduciendo la exclusión en la educación.
Definimos inclusión como lo contrario de exclusión. A ver si va a resultar que la UNESCO son unos torpones o, más bien, unos manipuladores del copón con sus definiciones. Bueno, eso es algo que dejo a vuestro criterio.
Entonces, si hacemos un mixto de ambas definiciones, podríamos considerar que “la inclusión es un proceso para que el alumnado, de forma individual, consiga recibir todo el aprendizaje deseable, sin ningún menoscabo por su situación de partida”. ¿Me lo compráis? Va, es una frase mía. Así pues, a partir de ahora, según Jordi Martí, la inclusión educativa es:
Un proceso para que el alumnado, de forma individual, consiga recibir todo el aprendizaje deseable, sin ningún menoscabo por su situación de partida.