Me resulta curioso ver la gran cantidad de defensores de un determinado cartel de un concierto, retirado por la presión de un determinado partido político, en el que aparece la cantante disfrazada de Virgen María, amamantando a un bebé y con una cinta en la que puede leerse «puta».
No me parece mal que nos podamos reír de todo tipo de creencias, actitudes, etnias, condición sexual, enfermedad, etc. Siempre me ha parecido lógico que el límite del humor o de la sátira sea prácticamente infinito. Y voy a ir más lejos, me preocupa el sesgo ideológico que tiene el mismo porque, curiosamente, muchos de los que defienden este cartel son los mismos que piden vetar a determinados cantantes por sus letras, reformular ciertos cuentos juveniles o vetar todo tipo de humor que vaya contra un determinado colectivo «que debe ser protegido».
Si vetar esta imagen es involución social, tal y como defienden algunos, incorporando fotogramas de vídeos de Madonna o portadas de Extremoduro para compararlo, ¿por qué se empeñan en limitar el humor en otros ámbitos? ¿Por qué uno no puede escuchar una canción que vaya en contra de la política ideológica actual? ¿Por qué no podemos contar un chiste de determinadas etnias? ¿Por qué está mal usar determinadas expresiones porque supuestamente vas en contra de una determinada orientación sexual? ¿Quién decide de qué podemos o no reírnos? ¿La carta de los Derechos Humanos? Por cierto, si acudimos a la anterior, dice que una de las cosas a defender es la creencia de las personas. Entonces, según esa carta tampoco sería factible usar la portada que tanto están defendiendo algunos. Nada, seguro que el humor, la crítica y la sátira tiene algún manual de instrucciones que están pergeñando en algún Ministerio.
A mí me gusta escuchar música de mi época en la que se habla de cosas políticamente incorrectas (ahora me viene a la mente una canción de Siniestro Total o las típicas canciones de la época del Bacalao). A los jóvenes les gusta escuchar música que, curiosamente, ha sido vetada en ayuntamientos gobernados por pactos entre la izquierda que ahora critica que se censure esto. Aplicar la censura con criterios políticos siempre ha sido un error.
Vuelvo a repetirlo. No me importa que se usen carteles que puedan sentar mal a los que tienen una determinada creencia. No me molesta que se hagan chistes de coches que vuelan. Nunca me ha preocupado que un cuento infantil tenga o no perspectiva de género. Tampoco lo ha hecho que se pueda hacer humor muy negro de ciertas cosas. Es que es un juego en el que jugamos todos o no juega nadie. Si debemos volver a la censura franquista para que un Tribunal decida qué puede decirse/publicarse y qué no, tenemos un problema de involución. Y ahora, visto lo visto, estamos en ese período. Un período en el que algunos están marcando de qué podemos reírnos o hacer sátira y de qué no. Y eso es algo que me preocupa.
Seguro que son imaginaciones mías y no hay ningún tipo de sesgo en defender/atacar ciertas cosas. Seguro que los que aplauden este cartel verían bien que se hiciera humor de sus dirigentes políticos. Seguro que los que comparan con los ochenta, no tienen ningún inconveniente en que se haga humor ochentero. Seguro que será solo mi visión subjetiva del asunto. Será eso.
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¿Todas las imágenes de una mujer con un niño en brazos representa la virgen María?
No, pero en este caso lo que se insinúa está claro (reconocido por la propia autora del cartel en alguna entrevista). Más allá de lo anterior, el post no va acerca de este caso concreto. La reflexión es mucho más amplia.
què acertat!..d’ açó opine el mateix que tu!!…fins el » rabo» del politicament correcte!!
I més enllà! 😉