Me queda, supuestamente, una semana para repartir estopa al tándem que gestiona, actualmente, la educación de mi Comunidad. El 17 de julio, según informaciones en los medios, se prevé que, con la investidura, los nuevos nombren a la persona que se encargue de la gestión de la educación valenciana y se empiecen a nombrar, en el diario oficial, los diferentes altos cargos que van a encargarse de cada una de las cosas (personal, centros, ordenación académica, etc.).
Así pues, después de ocho años cuestionando y aplaudiendo algunas de las medidas que se han tomado a nivel autonómico en educación, toca empezar a cuestionar y a aplaudir las de los nuevos. Es lo que tiene pensar más en cuestiones educativas que en míos y tuyos. Por cierto, ahora espero que aquellos que, hasta ahora permanecían en silencio, empiecen a alzar la voz. Lo mismo de aquellos que, hasta ahora lo criticaban todo, sigan criticando a los nuevos que entran. Bueno, criticando y aplaudiendo porque, en educación, al igual que en cualquier otro ámbito, hay cosas que se van a hacer bien y otras que se van a hacer mal. Yo espero, y aquí estoy hablando a nivel personal, que haya más que se hagan bien que mal.
He felicitado a los de ahora por la rápida sustitución del profesorado en los centros educativos, por haberse puesto las pilas con varias construcciones de centros educativos para satisfacer la demanda de determinadas zonas (cuestionando, claro está, la lentitud de algunas de ellas), por haber establecido un programa de gratuidad de libros de texto, por haber reducido las ratios, por la mejora en la digitalización de los procedimientos administrativos, etc. También les he criticado por la imposición de los ámbitos, el modelo CEFIRE, la falta de atención a los profesores, la lentitud en ciertos plazos y por apoyar, sin fisuras, determinadas políticas educativas que van, a mi entender y según todo lo que dicen datos e investigaciones, contra el aprendizaje del alumnado. Claro que en ocho años se hacen cosas bien. Otras mal. He estado dentro unos años y he visto que hay mucha gente intentando hacer las cosas bien. Otros no están ni se les espera. Y una minoría, lo único que hace, es intentar torpedear todo lo que no les suponga ningún rédito personal o económico.
A mí nadie me da cheques por opinar bien o mal de nadie. Nunca se me ha comprado, ni se me va a poder comprar, para que mire a otro lado mientras algunos están haciendo determinados desmanes con la educación. Ello no implica que no pueda tener una determinada ideología. Una ideología que, al menos en lo educativo, ya os garantizo yo que es tan compleja que es imposible encontrar a nadie con la que la comparta en su totalidad.
El día 17 de julio empieza una nueva etapa en mi Conselleria. Deseo lo mejor a los que salen (a nivel personal) y lo mejor a los que entran (a nivel personal y profesional -en la gestión de ese ámbito-). Algo que es clave porque, al final, que algunos, cuando mandan unos u otros, deseen que fracasen antes de hacer las cosas o cuando las están haciendo, lo considero un error. Si todo se hace bien, se hará bien para todos. Si todo sale mal, saldrá mal para todos. Así pues, desde aquí, uno estará pendiente, al igual que ha estado de unos y otros a lo largo de estos años de profesión, de lo que se haga. Y me tendrán delante ante cualquier cosa que considere perjudica al alumnado, al profesorado o a la sociedad en su conjunto.
Os pido, desde aquí, a algunos, que no repartáis tantos carnets de buenos y malos docentes. Ya cansáis. Hay gente que hace cosas y gente que rebuzna. No seáis de los segundos porque, al final, rebuznar solo quita energías para lo realmente importante.
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