Estos días, de nuevo, revuelo por el cambio de condiciones de Google Fotos. Pasa de un almacenamiento ilimitado gratuito a un almacenamiento a 15 GB en un mes (fuente). Algo lícito y lógico aunque a algunos les guste el todo gratis. Curiosamente, esos que piden el todo gratis, siempre piden cobrar por su trabajo. No, las aplicaciones y los servicios informáticos no son gratis. No son gratis los servidores donde se almacenan tus fotos. No es gratis el trabajo que hay tras la programación de una aplicación. No es gratis ofrecer un determinado servicio. Y, aunque en un determinado momento, por cuestiones de ampliar el mercado o tener clientes cautivos, algo sea gratis, no implica que vaya a serlo en un futuro.

Yo aún me acuerdo de la red social Ning que usaban muchos docentes para crear sus «microfacebooks». Ning pasó a ser de pago en su momento y algunos que no quisieron perder ese servicio, se vieron obligados a pasar por caja. En una estrategia de negocio. Y no son malos los que hay tras las aplicaciones o los servicios. No son malas las empresas que te ponen un caramelito y, una vez lo necesitas, ya te tienen cogido. Lo estúpido es creerse que en esta sociedad, más aún viviendo bajo el modelo económico en el que vivimos, algo es gratis. Pues va a ser que no.

No es gratis tampoco el software libre. Claro que parte del programa que llevan las naves de exploración de la NASA está basado en software libre pero, no olvidemos que la NASA tiene a programadores, contratados por un pastizal, para adaptar ese código a sus necesidades. El código hecho por cuatro frikis en sus horas libres es lo que es. No es peor que otro pero, ¿alguien se piensa que, sin contratar a personal para que lo gestione y lo adapte de forma profesional, puede usarse en proyectos serios? Joder, es que es de cajón. Yo puedo montar una web por la patilla a algún amiguete pero ese amiguete no puede exigirme, ni que se la mantenga ni que esté a su disposición para ayudarle en los problemas que le vayan a surgir. No es mi trabajo. Es algo que hago aparte de mi trabajo.

Los docentes quieren cobrar por dar clase. Además es una profesión y, como todas, tiene su exigencia a nivel laboral. Tiene un horario, unas cosas que se han de hacer, etc. Es por ello que nadie se plantea no cobrar por ello. Otro tema es irse a ayudar al hijo de un vecino que se le han atascado las Matemáticas o el Latín. En ese caso se hace de forma voluntaria y no hay exigencias de ningún tipo. Si el niño es repelente le envías a la mierda y no pasa nada. Bueno, que a lo mejor el vecino se enfada contigo. Pero no hay ninguna obligación. Lo mismo en el ámbito informático.

Estoy un poco cansado de ver cómo algunos exigen que ciertas cosas, de las que desconocen el trabajo real que hay tras las mismas, sean gratuitas. Pues va a ser que no. Una cosa es tener una labor profesional por la cual cobras y dedicarte, una vez finiquitado tu horario laboral, a tu hobby. Si tu hobby es hacer aplicaciones o jugar a ser parte de una comunidad, lo haces. Otro tema es creer que ese altruismo tiene el mismo valor que un trabajo profesional. Y no lo tiene. Por eso, aunque me joda que me cambien las condiciones de servicio de determinadas aplicaciones y servicios informáticos que uso, tengo muy claro que el trabajo debe pagarse. Especialmente el buen trabajo. O el trabajo que nos facilita ciertas cosas.

Si queréis lo extrapolamos a aquellos docentes que publican materiales en abierto, hacen videotutoriales gratis (sin publicidad) o, simplemente se van todo el verano a ayudar a algún país de esos que, por desgracia, casi nadie sabe situar en un mapa y salen muy poco -y siempre para nada bueno- en las noticias. Eso jamás se hará igual de bien que cuando se hace profesionalmente porque, al final, la exigencia no es la misma. Y muchas veces, hacer las cosas sin obligación de hacerlas, acaba repercutiendo en hacerlas mal o abandonarlas.

No me hagáis mucho caso. Como siempre digo, me encanta reflexionar por encima de mis posibilidades.


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