No hay nada mejor en vacaciones que aprovechar, tanto para visitar familia como para hacer esas rutas de montaña que, escondidas por no ser suficientemente difundidas, te traen sorpresas inesperadas. Hoy he tenido la suerte de subir con mi hija y mi madre a la ermita de San Martín. Una ermita fantástica a la que se llega después de un paseo muy agradable (recordad que ya empieza a hacer calor, para adelantar la hora de subida).
Por cierto, aprovecho para recomendaros, en caso de gustaros el románico, visitar el blog de donde he sacado la imagen que ilustra este post. Va, añado que es el blog de mi padre. Aún me acuerdo de la gran cantidad de ermitas románicas que visitaba con él en mi adolescencia…
Ya hablaré como bonus track de la explicación que nos ha hecho mi padre del retablo de Capella. Pero lo que quería comentar, por ser más que curioso, es el camino de subida a la ermita. Un camino que he podido hacer en compañía del autor de las esculturas que van apareciendo a lo largo de la subida, Joaquín Sesé, más conocido como Quinón, que también ha sido el responsable de limpiar, sin ningún tipo de ayuda ni subvención pública, el camino de subida a la ermita. Solo os he puesto algunas de ellas, pero hay muchas más.
Y, para finalizar la mañana, nada mejor que al bajar de la ermita, acercarse a la iglesia de Capella para ver la charla que ha dado mi padre acerca del excelente retablo que alberga. Por cierto, el sábado presentó su nuevo libro «Capella y su retablo» (noticia).
La Ribagorza tiene muchos tesoros. Solo hace falta querer conocerlos.
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