Ayer me despedí, con futuro laboral incierto, de mi centro educativo. Grandísimos profesionales, con diferencias lógicas en ciertos aspectos y, a pesar de ser un curso en el que mi tarea “de docente” no ha acabado de ir bien, sí que me llevo algunos aprendizajes muy interesantes. Como dije ayer en el Claustro me he hecho mayor. En lo bueno y en lo malo.

Ahora estoy pendiente de que el inspector de mi centro actual nos convoque al profesorado definitivo de ESO y Bachillerato para decidir si adscribirnos a un nuevo centro que, todavía está en obras pero lleva dos días con más operarios que la Gran Muralla o, suprimirnos. En mi caso quiero suprimirme. Quiero huir a un centro más pequeño. Algo que he comentado, de nuevo, hoy a la futura directora del IES al que espero no ir (repito, no por los compañeros ni por el alumnado). Quiero saber el nombre de mi alumnado. Y eso ha sido un lastre, con doscientos y pico alumnos, que ha marcado muchas cosas este curso.

Algún compañeros me han preguntado si volvería a Conselleria. Ya estuve ahí por un tiempo. No creo. Bueno, salvo que se me ofreciera un sitio en el que poder tomar decisiones con una remuneración interesante (más allá de los doscientos y pico euros netos mensuales que cobraba de más). Eso sí, en ese caso debería rumiarlo bien. Y consultarlo con la almohada.

Tampoco me veo, a estas alturas de la película, aceptando participar en la creación de un nuevo centro educativo. Ni en ser asesor de alguna empresa de esas que ofrece productos educativos. Ni tan solo volver a probar, por un salario miserable, dar alguna hora en la Universidad. No lo veo. Otro tema es que fuera algo interesante y que, a nivel profesional me llenara. Mis decisiones a estas alturas de mi vida profesional ya no son solo económicas. Van mucho más allá de eso. Ojo, con lo anterior no estoy diciendo que si tuviera una buena oferta económica, no aceptaría determinadas cosas. El ADN catalán, aunque esté residiendo en una Comunidad vecina, viene de fábrica.

Tengo ganas de dar cariño a varias cosas que tengo pendientes. Algunas en muy buena compañía. Hay una asociación en la que me han dejado participar. Hay otro proyecto que ha surgido, gracias a esa participación, que espero, especialmente gracias a la profesionalidad de los que se han sumado al carro, salga bien. Es que me conformo con poco.

Se agradecen las propuestas que algunos me estáis haciendo en los últimos días. No me cierro las puertas a nada. Pero, por favor, lo único que os pido es que respetéis mi profesionalidad. Trabajar gratis para que una empresa se lleve la pasta es algo que no voy a hacer. No por el dinero. Sí porque creo que el trabajo vale dinero. Especialmente para aquellos que no tenemos otra cosa que la fuerza de nuestro trabajo.

Lo que sí que tengo claro es que se ha acabado una etapa. Ahora toca ver si se ha cerrado totalmente y ver cuál es la que se abre. Y esperar, claro está, la extra de vocación.

Lo más importante del blog es que os paséis por aquí, pero si queréis colaborar en su mantenimiento o haceros mecenas del mismo…


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