Hasta hace un par de semanas no me enteré de la existencia de un proyecto, llevado a cabo en Estados Unidos, denominado Follow Through, inicialmente concebido como un programa social cuyo objetivo principal era proporcionar a los niños desfavorecidos en edad escolar una educación compensatoria.

Partiendo de la observación de que los niños de los barrios más pobres solían rendir muy por debajo de la media nacional, en 1967 el presidente Lyndon Johnson ordenó a la Oficina de Educación de EE.UU. que mejorara las experiencias educativas tempranas de los niños necesitados. El diseño experimental utilizó una metodología denominada variación planificada. En el marco del método de variación planificada se aplicaron diversos modelos educativos. A cada modelo se le permitió seguir su propia teoría, aplicar su propio plan de estudios y procedimientos, y fue responsable de la formación y supervisión de sus profesores. El resultado fue un experimento rudimentario que comparaba los modelos compuestos entre sí, no un análisis controlado de los elementos específicos de los modelos.

Más de 700.000 niños de 170 comunidades desfavorecidas de Estados Unidos participaron en este estudio de 1.000 millones de dólares. Los resultados también se compararon con los de niños cuyas escuelas no participaron en programas especiales financiados por el Proyecto Follow Through. Estos niños sirvieron como sujetos de “control” en el sentido de que recibieron las experiencias educativas habituales en su escuela. Los tres objetivos del proyecto eran aumentar los conocimientos y habilidades básicas, mejorar las habilidades cognitivas y de resolución de problemas, y promover un autoconcepto positivo entre los niños participantes. El propósito del experimento era identificar las “mejores prácticas” para poder aplicar posteriormente los métodos más eficaces para lograr los tres objetivos básicos en los niños desfavorecidos de todo Estados Unidos.

Por tanto, como podéis ver, se trata de un experimento con una muestra brutal, para saber qué funcionaba y qué no con el ALUMNADO MÁS VULNERABLE. Es importante esto porque el aprendizaje del alumnado más vulnerable es la clave para conseguir, tanto equidad educativa como una mejora social.

Se analizaron nueve estrategias de intervención (o enseñanza) para comparar, con las mismas, las habilidades conseguidas por el alumnado, que dividieron en tres:

  • Habilidades básicas, centradas principalmente en la enseñanza de habilidades básicas (por ejemplo, las “habilidades elementales de vocabulario, cálculo aritmético, ortografía y lenguaje”) .
  • Habilidades cognitivas conceptuales, que hacían hincapié en las denominadas “habilidades de pensamiento de orden superior” y en las “habilidades de resolución de problemas”.
  • Habilidades afectivas/cognitivas, centradas en el afecto de los alumnos (es decir, la autoestima), partiendo de la premisa de que los sentimientos de autoestima positiva conducen al éxito en las habilidades cognitivas.

Y, después de esos estudios, con un tamaño muestral y recursos invertidos en la evaluación, números que jamás se han vuelto a repetir, se demostró algo realmente importante que se muestra en la gráfica que os cuelgo a continuación:

Fuente: education-consumers.org

Se demostró que el alumnado vulnerable que recibe instrucción directa mejora en habilidades básicas, cognitivas conceptuales y en autoestima, siendo esta estrategia la que mejor puede usarse con ese tipo de alumnado. Algo que desmontaría, de forma bastante clara, cualquier otro tipo de modelo de enseñanza.

Por cierto, no lo he comentado anteriormente, pero en la página 10 del siguiente documento (enlace) tenéis disponible una explicación detallada de en qué consiste cada uno de los modelos de enseñanza que se han usado para medir los aprendizajes.

Y, como sé que esto tampoco va a ser suficiente para algunos que se van a empeñar a buscar peros a todo lo que vaya contra sus creencias, tan solo enlazarles otra referencia al proyecto de 100 páginas (que, en mi caso me he leído), en el que se explica todo el procedimiento de análisis y los resultados obtenidos (enlace).

Bibliografía

Bock, G., Stebbins, L. y Proper, E.C. (1977). Excerpts from the Abt Reports: description o f the Models and Summary of Results. Effective School Practices, volumen 1, 10-16.

Watkins, C. (1997). Project Follow Through: A Case Study of Contingencies Influencing Instructional Practices of the Educational Establishment. Cambridge Center for Behavioral Studies.

Espero que este tipo de artículos os sean de utilidad. Y permitidme una reflexión final… al final quizás no haga falta ir avanzando y probando cosas a lo loco. Quizás sería bueno saber qué investigaciones tenemos y qué resultados han arrojado, porque esto de reinventar la rueda e ir haciendo experimentos, al final al único que perjudican es al alumnado. Especialmente, a ese alumnado más vulnerable que se merece una mayor protección.

Afiancemos lo que funciona, mejoremos lo que no y cambiemos aquello que sabemos que no funcionará ni mejorándolo.

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