Hace nada se ha publicado en abierto la edición 2022 de los Indicadores de la Educación por parte del Ministerio de Educación y Formación Profesional (enlace). Se añade a los que pueden consultarse desde el curso 2008-2009 (sería la primera edición modificada con nuevos criterios a analizar). Por cierto, también pueden consultarse algunos indicadores desde el año 2000, aunque en eso momento se publicaban bianualmente (enlace).

Para consultar todos las ediciones, podéis consultarlo desde la siguiente web.

¿Qué datos podemos encontrar en estos documentos?

Pues bien, en primer lugar podremos encontrar indicadores que nos facilitan, entre otros, los siguientes datos:

  • Datos de escolarización y tasa de alumnado escolarizado según edad fisiológica.
  • Cantidad de alumnado extranjero en el sistema y distribución del mismo según tipología de centro y etapa educativa.
  • Cantidad de alumnado que cursa la asignatura de Religión y evolución del número de alumnado que elige la misma.
  • Alumnado de las diferentes etapas por edad y sexo.
  • Porcentaje de alumnado con NEE (necesidades educativas especiales) y distribución del mismo.
  • Número de centros educativos y distribución del alumnado entre centros públicos y privados (haciendo distinción entre privados subvencionados -concertados- y privados puros).
  • Cantidad de alumnado por profesor (no confundamos con las ratios).
  • Análisis de la competencia digital del alumnado.
  • Análisis de la competencia del alumnado según pruebas externas e internas (matemática, científica y comprensión lectora).
  • Financiación educativa (gasto público destinado a educación, a conciertos, por alumno, etc.).
  • Tasa bruta y neta de titulación en los diferentes niveles educativos (Primaria, ESO, Bachillerato y Formación Profesional -se incluye la FPB-).
  • Tasa de abandono.
  • Tasa de ocupación según el nivel formativo incluyendo salarios percibidos ,etc.

¿Por qué son tan importantes para cualquier persona interesada en la educación?

Pues porque nos permiten contraponer datos a relatos. Datos y evidencias educativas no es lo mismo que creencias o teorías pedagógicas. Los datos pueden interpretarse pero, sin ellos, lo único que estamos haciendo es hablar por hablar.

Me encantaría que los debates educativos partieran de datos y evidencias. Me encantaría que, más allá de algunos que creen en ciertas cosas porque es lo que quieren creer, leyéramos un poco más acerca de todos los datos que empezamos a tener en educación porque, al final, la única manera de mejorar ciertas cosas es saber qué pasa. Y lo que pasa no es lo que nos dicen unos u otros, más o menos edulcorado o intentando venderlo como algo “científico”. Los datos y evidencias son los que tenemos. Y, en el caso de los propios centros educativos también deberíamos, en lugar de hacer tanta burocracia, empezar a tomar datos, recopilarlos y tomar decisiones basadas en ellos.

Nunca voy a negar la faceta social y humana del aprendizaje. Lo que sí que niego es la imposibilidad de tomar decisiones fundamentadas más allá de “las creencias de alguien” que, seguramente con toda la buena intención del mundo, cree tener la varita mágica para solucionar todos los problemas educativos.

Otra de las cuestiones que me he propuesto este nuevo año es intentar, al igual que ya empecé con temas de legislación educativa, ofrecer los lugares donde podemos encontrar datos y evidencias de nuestro sistema educativo. Eso sí, si uno no quiere saber y prefiere aferrarse a sus ideas preconcebidas, que no sea porque no disponga del acceso a los datos y a las evidencias.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉


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