Soy docente y padre. Me preocupa la educación y estoy totalmente convencido de que, por desgracia, se está abocando TODO el tema educativo a los centros educativos. Por ello me entristece cuando algunas familias y, aunque parezca sorprendente, algunos compañeros de profesión, culpan a la escuela de que sus hijos tengan una cuenta de TikTok a los 10 años, o de que pasen horas enganchados a la pantalla del móvil o de la tablet.
No es culpa de la escuela, ni de los docentes, ni mía. Es culpa de las familias que compran dispositivos tecnológicos de forma prematura, que no controlan el uso que hacen sus hijos de las redes sociales, y que no pasan tiempo de calidad con ellos. Un tiempo de calidad que se ve reducido por dos motivos: las condiciones laborales y, en algunos otros casos, simplemente el no saber cómo educarlos. Sí, las familias tienen/tenemos una gran responsabilidad en la educación de nuestros hijos. Bueno, tenemos, por el tiempo y por nuestra relación con ellos, la mayor de todas.
Permitidme un inciso. Tal y como he dicho en muchas ocasiones, no estoy en contra de la tecnología, ni de las redes sociales. Creo que son herramientas útiles, que pueden favorecer el aprendizaje, la creatividad, la comunicación y la socialización. Pero también creo que hay que usarlas con responsabilidad, con criterio, con moderación y con supervisión. Especialmente en el ámbito familiar. En el educativo ya me he posicionado en más de una ocasión a favor de la prohibición de dispositivos móviles o modelos 1 a 1 (un ordenador por alumno). Algo que no implica que no crea que debe haber tecnología en el aula, deba impartirse conocimientos acerca de su uso y que, en ocasiones, debamos intentar exponer al alumnado, especialmente al más vulnerable o con menos tiempo de apoyo familiar, a un modelo coherente y racional de uso de tecnología que puede no ver en sus casas.
No se puede regalar un móvil o una tablet a un niño de 10 años. No se puede. No tiene ningún sentido regalarlo a esas edades. No tiene ningún sentido tampoco el usar esos dispositivos como «adormecedores» para que nos dejen en paz en casa o, simplemente, podamos ir a un restaurante y no nos den la brasa. No hay nada más triste que ver el uso de esas pantallas como una droga cualquiera. Eso es algo que, al menos a mí, me da mucha pena. Pero repito, el que le regala el dispositivo digital NO es el centro educativo. Salvo, claro está, algunos centros educativos sin escrúpulos, normalmente de gestión privada, que en Primaria obligan a adquirir una tablet.
Y aún teniendo una edad aceptable para tener el primer dispositivo digital, no se les puede entregar el mismo a los hijos sin explicarles los riesgos y las normas de uso, sin establecer límites de tiempo y de contenido, sin revisar lo que hace y con quién se relaciona. El acompañamiento y la orientación en este primer acercamiento a este tipo de dispositivos es la clave de un posterior buen o mal uso. Por cierto, si uno no sabe usarlo, mejor que no se lo compre a sus hijos. Es muy triste que haya comidas familiares en los que todo el mundo está más pendiente del móvil que de la conversación. Pero allá cada familia y sus normas. El problema es que la consecuencia de todo esto la van a pagar sus hijos y, de rebote, la sociedad en su conjunto cuando salgan de ese ámbito.
En el caso concreto de TikTok, con muchísimo contenido poco recomendable, debería prohibirse que los menores de catorce años tengan cuenta o puedan descargarse la aplicación. No se puede poner puertas al campo y, al igual que, escondiéndose en mi época podía leerse Penthouse, seguro que mirarán de escondidas ciertas cosas. Eso sí, no se lo pongamos fácil. Y ponérselo fácil es, en primer lugar, regalarles un móvil o una tablet en Primaria. Por cierto, lo más preocupante no es que miren vídeos de TikTok e imiten determinadas conductas. Lo más peligroso es que interactúen con determinadas personas, en muchos casos adultas, que no quieren nada bueno de ellos.
No se puede sustituir el tiempo de calidad con un hijo de 10 años, por el tiempo de pantalla. No se puede renunciar a jugar con él, a leerle un cuento, a hacerle preguntas, a escucharle, a abrazarle, a reírse juntos, por dejarle solo o sola frente a un dispositivo.
No se puede, tampoco, delegar la educación de tu hijo de 10 años a la escuela o a las redes sociales. La educación es una tarea compartida, que requiere la implicación y la colaboración de todos los agentes educativos: familia, escuela, medios de comunicación, sociedad.
En definitiva, no se puede culpar a la escuela de que tu hijo tenga una cuenta de TikTok a los 10 años. La culpa es tuya, por no ser consciente de lo que implica ser padre o madre, por no asumir tu responsabilidad, por no ejercer tu autoridad, por no darle el ejemplo, por no ofrecerle alternativas, por no mostrarle tu amor. Y esa es la clave de todo.
No sé si me ha quedado muy coherente el artículo pero, por desgracia, hoy es de esos días en los que me apetecía escribir. Además, Salva me lo ha puesto en bandeja con una de sus publicaciones en X. Donde, os recuerdo, que solo estoy de mirón por la violencia extrema, por parte de algunos (entre ellos varios docentes o personas que dicen estar interesadas en la educación), en las interacciones.
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Estoy totalmente de acuerdo sobre la responsabilidad familiar y las bases de lo que debería entenderse por cuidar a l@s hij@s, dedicarles tiempo de calidad, atención, escucha, jugar con ell@s, abrazarl@s, ponerles límites y ofrecerles referencias positivas (leerles textos significativos, ver Los Simpson con ell@s, por ejemplo) y actuar en coherencia con lo que les decimos.
Adjunto un interesante enlace relacionado sobre el tema:
https://cadenaser.com/nacional/2023/12/14/que-ocurre-cuando-los-adolescentes-no-usan-el-movil-un-profesor-de-san-sebastian-hizo-un-experimento-para-averiguarlo-y-esto-fue-lo-que-paso-cadena-ser/